Países Bajos ha aprobado la solicitud de eutanasia de una mujer de 29 años que sufre depresión crónica, ansiedad y trastorno de personalidad. Zoraya Ter Beek pidió la muerte asistida hace tres años y medio. Tras un largo proceso, se pondrá fin a su vida en las próximas semanas. "Siento alivio, ha sido una lucha muy larga", ha afirmado.
La eutanasia se hará en su casa, donde vive con su pareja. "Comenzarán dándome un sedante y no me darán los medicamentos que paran mi corazón hasta que esté en coma. Será como quedarme dormida. Mi pareja estará, pero le he dicho que está bien si necesita salir antes del momento de la muerte", ha explicado en declaraciones a The Guardian.
El caso de Zoraya levantado controversia a pesar de que Países Bajos es uno de los países que más practica la eutanasia. Sin embargo, los casos de muerte asistida para personas con enfermedades psiquiátricas no son tan comunes, aunque en los últimos años se han incrementado. En 2023 se practicaron 138 eutanasias a personas con problemas de este tipo, el 1,5% del total de muertes asistidas, mientras que en 2010 tan solo hubo dos casos.
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La situación de Zoraya salió en la prensa local en el mes de abril. Fue entonces cuando trascendió. "Cuando se publicó el artículo sobre mi caso, con muchas inexactitudes, mi bandeja de entrada explotó, con muchos mensajes que provinieron de fuera de los Países Bajos. La gente me decía que no lo hiciera porque mi vida es preciosa. Otros me comentaron que me encontraré a Jesús o a Alá y que ardería en el infierno. Fue una tormenta de mierda total", ha relatado a The Guardian.
Zoraya ha explicado justifica su eutanasia en que tiene todas las garantías legales: "En los Países Bajos tenemos esta ley desde hace más de 20 años. Hay reglas muy estrictas y es realmente seguro".
La norma holandesa, aprobada en 2002, dice que para tener el derecho a una muerte asistida la persona debe tener "un sufrimiento insoportable sin perspectivas de mejora".
Esta holandesa de 29 años empezó a sufrir problemas en su infancia. Además de depresión, ansiedad y trastorno de personalidad le han diagnosticado autismo. Al conocer a su pareja vio esperanza, pero finalmente no logró recuperarse: "Seguí autolesionándome y sintiéndome suicida".
Ha recibido varios tratamientos: terapias de conversación, medicación y más de 30 sesiones de terapia electroconvulsiva, un procedimiento que consiste mandar pequeñas corrientes eléctricas al cerebro.
Ningún tratamiento ha mejorado sus problemas. "No quedaba nada. Sabía que no podía hacer frente a la forma en que vivo ahora", ha explicado a The Guardian.
"Estamos preparados", ha asegurado.