EL ESPAÑOL entra en los refugios nucleares de Helsinki, Finladia. Javier Carbajal

Europa

Un paseo por la 'fortaleza subterránea' de Finlandia: los 50.500 refugios ya listos para una guerra nuclear

EL ESPAÑOL visita dos de los búnkeres que el país nórdico ha construido para proteger a la población civil de cualquier tipo de ataque. En tiempos de paz, se utilizan como pistas de patinaje, garajes o cafeterías. 

7 abril, 2024 01:52
Jara Atienza Javier Carbajal

Para llegar al skatepark del centro juvenil de Kontula, un barrio residencial del este de Helsinki, hay que sortear las montañas de hielo que descansan a ambos lados de la carretera. Es una fría tarde de marzo y varios jóvenes atraviesan, monopatín en mano, la puerta de chapa verde salpicada de grafitis. Al otro lado, una luz mortecina ilumina unas largas escaleras de hormigón. Indican el camino a la pista llena de rampas y cajones, aunque cualquiera diría que auguran un descenso a las cavernas.

Y en cierto modo también es así.

A varios metros bajo tierra se encuentra uno de los 50.500 refugios que hay escondidos en las profundidades de Finlandia. Búnkeres destinados a proteger a la población civil en caso de que estalle una guerra o se produzca una catástrofe natural. Explosiones, derrumbes de edificios, gases, radiaciones… los muros de estas cavidades son capaces de resistir a casi todo. El país nórdico comenzó a construirlas durante los años de la Guerra Fría para responder a la amenaza de un conflicto nuclear. Desde entonces no ha dejado de expandir la telaraña. 

Después de que en 1939 la Unión Soviética ocupara parte de su territorio, Helsinki ha mirado siempre con desconfianza a su vecino del este, con el que comparte una frontera de 1.349 kilómetros. Ni siquiera su no alineamiento tras la Segunda Guerra Mundial, que le garantizó cierta paz en un mundo dividido en dos, hizo que cambiase de opinión. Finlandia siguió protegiéndose. De ahí que su vasta red de refugios antiaéreos -que tiene capacidad para casi el 90% de la población, según datos del Ministerio de Interior- sea hoy una pieza clave de su sistema de defensa nacional. 

Bajada al refugio del centro juvenil de Kontulan que en tiempos de paz se utiliza como skatepark.

Bajada al refugio del centro juvenil de Kontulan que en tiempos de paz se utiliza como skatepark. Javier Carbajal EE

En tiempos de paz, sin embargo, estos espacios subterráneos están lejos de parecerse a un lugar en el que resguardarse. La mayoría son de propiedad privada y se emplean como almacenes, zonas de ocio con piscinas, cafeterías, aparcamientos o instalaciones deportivas, como la de Kontula. Eso sí, con la condición de que sean vaciados y adaptados como refugio en 72 horas, el plazo estimado por las autoridades para responder en caso de emergencia.

"Ahora me siento mucho más seguro aquí abajo. Con mis compañeros siempre bromeamos con que si empieza la guerra habrá una horda de skaters supervivientes patinando", explica entre risas Hessam Jalali, instructor del centro. El joven reconoce que no habla mucho con sus amigos sobre la posibilidad de que su país se vea arrastrado a un conflicto armado. Ni siquiera ahora que Finlandia se ha convertido en miembro de la OTAN. Eso sí, Jalali es consciente de que, si pasa, no se librará de vestir el uniforme. "Obviamente me llamarán a filas. Soy reservista", aclara.

Hessam Jalali, instructor del skatepark del refugio del barrio de Kontula, en Helsinki, Finlandia.

Hessam Jalali, instructor del skatepark del refugio del barrio de Kontula, en Helsinki, Finlandia. Javier Carbajal EE

Un grupo de skaters en el refugio antiaéreo del barrio de Kontula.

Un grupo de skaters en el refugio antiaéreo del barrio de Kontula. Javier Carbajal EE

Con una posición geoestratégica clave, una superficie enorme y una población escasa (hoy de apenas 5,5 millones de habitantes en 338.462 km²), el país nórdico ha estado siempre muy expuesto a una agresión externa. Por eso lleva décadas desarrollando una cultura de la defensa nacional que abarca a toda la sociedad. 

El servicio militar, por ejemplo, es obligatorio para los hombres cuando cumplen 18 años y voluntario para las mujeres. En ambos casos, tras acabar con la conscripción, que dura entre 6 y 12 meses, los reclutas pasan a formar parte de la reserva hasta los 60 años. En total, se calcula que casi un tercio de la población es reservista. O en otras palabras: tiene a 900.000 combatientes listos para actuar

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Más allá del Ejército, todo (y todos) en Finlandia está preparado para el peor escenario.  La ley obliga a los edificios de más de 1.200 metros cuadrados a tener su propio refugio. Eso significa que cualquier gran hospital, complejo industrial o colegio debe tener un espacio seguro. Además, Finlandia posee unas amplísimas reservas estratégicas de alimentos, medicinas y combustibles fósiles de hasta seis meses.

Quien nos lo explica es Nina Järvenkylä, responsable de Comunicación del Departamento de Rescate de Helsinki, mientras bajamos en ascensor a 20 metros bajo tierra. Allí se encuentra el refugio de Merihaka, un barrio costero de la capital finlandesa. Por fuera, un sencillo cubículo acristalado señala que es un aparcamiento. Sólo el cartel con un triángulo azul sobre un fondo naranja fosforito desvela su condición de búnker. "Si hubiese una emergencia, bajaríamos por las escaleras metálicas que se encuentran justo al otro lado; no por el ascensor", explica Järvenkylä. 

Pasillo de entrada al refugio de Merihaka, en Helsinki, Finlandia.

Pasillo de entrada al refugio de Merihaka, en Helsinki, Finlandia. Javier Carbajal EE

En el día a día, la gente que visita este entramado de galerías subterráneas de 14.750 metros cuadrados lo hace para tomar un café, ir al gimnasio, llevar a sus hijos al parque infantil o jugar en la pista de floorball, un deporte similar al hockey muy popular en el norte de Europa. Pero si hubiese una guerra, podría proteger a hasta 6.000 personas. "Que se utilicen a diario permite mantener los refugios en buena forma, porque si alguien ve algo roto nos avisa", detalla. 

Construido por el Ayuntamiento en 2003 dentro de la roca de granito, se entra al refugio por un pasillo zigzagueante. "De esta manera, cualquier onda expansiva choca con la pared antes de golpear con la primera puerta", detalla Järvenkylä. Y dice primera porque siempre hay dos, separadas entre sí por un espacio intermedio equipado con grifos de agua. "La de fuera frena la explosión y la otra, cualquier gas o radiación", sostiene. ¿Y el área de en medio? "Para que la gente pueda quitarse la ropa si está contaminada y lavarse antes de entrar".

Nina Järvenkylä, especialista de Comunicaciones del Departamento de Rescate de Helsinki, muestra una de las puertas blindadas del refugio.

Nina Järvenkylä, especialista de Comunicaciones del Departamento de Rescate de Helsinki, muestra una de las puertas blindadas del refugio. Javier Carbajal EE

En la primera zona, unas líneas amarillas en el suelo indican el lugar donde irían las cerca de 400 letrinas portátiles que hay almacenadas en las instalaciones. En una sala contigua, están plegadas y apiladas cientos de literas de tela. Un par de ellas están a la vista. "Puedes probarlas si quieres, no son muy cómodas, pero esto no es un hotel; aquí se viene para sobrevivir", dice Järvenkylä. 

En el refugio de Merihaka todo está pensado para que cada galería se utilice por turnos de ocho horas. Mientras 2.000 personas duermen, otras 2.000 se encargan de realizar las tareas de mantenimiento, como limpiar los retretes o comprobar que los sistemas de ventilación o los tanques de agua funcionan, y las 2.000 restantes ocupan su tiempo como quieren o pueden. "Lo tenemos todo preparado para que no reine el caos", ríe la experta del Departamento de Rescate de la capital finlandesa. 

Literas almacenadas para utilizarse en caso de emergencia en el refugio del barrio de Merihaka.

Literas almacenadas para utilizarse en caso de emergencia en el refugio del barrio de Merihaka. Javier Carbajal EE

Si se produjera un ataque, los ciudadanos de Helsinki escucharían las sirenas antiaéreas, que cada primer lunes de mes a mediodía suenan por toda la ciudad para comprobar que funcionan. Entonces, la gente tendría que dirigirse al refugio que le corresponde por zona, con su propia comida (ya que no está permitido cocinar dentro), un saco de dormir, sábanas y mantas.

Hasta hace poco, reconoce Järvenkylä, nadie pensaba en utilizar estos lugares como refugio, pero la invasión de Rusia a Ucrania en 2022 cambió por completo la percepción de seguridad de los finlandeses. "Ahora todo el mundo sabe dónde está su refugio más cercano", explica la experta. Y concluye: "Personalmente, me siento más segura sabiendo que nuestros búnkeres están listos, pero no por los muros de hormigón, sino por cómo le mostramos a nuestro vecino que estamos preparados para defendernos".