La guerra se ha congelado. Ha llegado a un punto muerto en el que ni un bando ni el otro pueden avanzar, retroceder y mucho menos, vencer. Así lo aseguró este jueves el jefe de la inteligencia militar ucraniana, Kirill Budanov, durante una entrevista a la edición rusa de la BBC. "La situación en el campo de batalla se ha estancado. No se está desarrollando en absoluto", afirmó.
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Cuando en noviembre las fuerzas ucranianas expulsaron a las tropas rusas de la ciudad de Jersón, en el sur del país, su embestida parecía imparable. Sin embargo, liberado ese emplazamiento estratégico, no han logrado nuevas conquistas relevantes. En las últimas semanas, de hecho, los combates más feroces se han concentrado en la zona de Bakhmut, en el este de la región de Donetsk. En el resto del frente de batalla, que se extiende a lo largo de 1.000 kilómetros, el ritmo de las operaciones terrestres se ha ralentizado con la llegada del invierno.
Rusia parece haber abandonado temporalmente la idea de adoptar posiciones ofensivas y ha apotado por construir una línea defensiva con la que trata de frenar el empuje ucraniano, según se desprende de los análisis del Institute for the Study of War (ISW). En su empeño, al parecer, sigue perdiendo un gran número de soldados que, en general, están mal preparados y mal equipados. No es en el campo de batalla donde Rusia centra sus esfuerzos: en las últimas semanas ha intensificado sus ataques con misiles contra infraestructuras energéticas de Ucrania.
Para Budanov, eso significa que Rusia "está en un callejón sin salida". Augura, además, que el Kremlin "anunciará otra movilización ciudadana". A pesar de que son noticias esperanzadoras, el militar reconoce en la entrevista que las fuerzas ucranianas aún carecen de los recursos necesarios para avanzar en muchos de los frentes. Están esperando los nuevos paquetes de armamento prometidos por Occidente. "No podemos derrotarlos por completo en todos los frentes. Ellos tampoco", señaló.
"No podemos derrotarlos por completo en todos los frentes. Ellos tampoco"
El desbloqueo
El jefe de la inteligencia de Ucrania no ha dado su opinión sobre cómo va a desatascarse la situación. Sí se ha pronunciado sobre la posibilidad de que Moscú lance a principios de 2023 una nueva ofensiva terrestre y trate de tomar Kiev, la capital, por segunda vez.
Estos temores proceden del ministro de Exteriores ucraniano, Dmytro Kuleba, que hace unas semanas advirtió sobre una "gran ofensiva" de Rusia, después de que las fuerzas militares conjuntas que Putin creó junto socio bielorruso, Alexander Lukashenko, se desplegasen cerca de la frontera con Ucrania.
Para Budanov, según explica a la BBC, las acciones de Rusia en Bielorrusia son en realidad un intento de retirar parte de las tropas ucranianas del sur y el este para fortalecer su frente en el norte. "Por el momento, no veo ninguna señal de preparación para una invasión de Kyiv o las regiones del norte de Bielorrusia", detalló a la cadena británica.
Sin fórmula de paz
Hay quien sostiene que el bloqueo podría ser el escenareo idóneo para negociar la paz. No obstante, Putin rechazó este mismo jueves la "fórmula de paz" propuesta hace un mes por su homólogo ucraniano.
Una lista de condiciones bajo las cuales estaría dispuesto a sentarse a negociar la paz y que exige, entre otros requisitos, la retirada de todas las fuerzas rusas del territorio ucraniano y el establecimiento de una jurisdicción internacional especial para procesar a los rusos implicados en la agresión.
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Fue el ministro de Relaciones Exteriores ruso, Sergei Lavrov, quien en declaraciones a la agencia de noticias rusa RIA acusó a Kiev de no estar preparada para llevar a cabo conversaciones de paz reales. Asimismo, señaló que la idea de que las fuerzas ucranianas puedan llegar a expulsar a las tropas rusas de la región de Donbás, en el este, y de Crimea, la península anexionada ilegalmente en 2014, es "una ilusión".