La primera ministra del Reino Unido, Liz Truss, ha dimitido solo un mes y medio después de asumir el cargo tras perder la confianza de su partido. 24 horas después de proclamar en el Parlamento que es "una luchadora y no una desertora", la presión de sus 'colegas' ha dinamitado sus ya pocas opciones de continuar.
"Esta mañana me he reunido con el presidente del Comité 1922, Sir Graham Brady. Hemos acordado que habrá elección de un líder, que se llevará a cabo la próxima semana. Esto asegurará que nos mantenemos en el camino para cumplir con nuestros planes fiscales, la estabilidad económica y la seguridad nacional de nuestro país. Permaneceré como primera ministra hasta que se elija un sucesor", ha dicho Truss en una breve comparecencia en Downing Street.
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Truss ha informado de que ha notificado a Carlos III su renuncia y recordado que fue elegida líder del Partido Conservador "con el mandato de cambiar las cosas", algo que, ha admitido, no ha podido "cumplir".
El Comité 1922, que agrupa a diputados conservadores sin responsabilidades en el Gobierno ni el Parlamento, había dictaminado horas antes: Truss debía renunciar. No es un órgano oficial del partido pero sí influyente. Reunido este jueves, ha expresado en voz de varios de sus integrantes lo que se extrapola era el sentir de la formación y de sus votantes, que no es otro que la necesidad de un nuevo líder.
Comienza la sucesión
Truss, que ha ido siguiendo las para ella preocupantes informaciones del comité a lo largo de la mañana, ha pedido reunirse con su presidente, Graham Brady. Decenas de compañeros de filas habían ventilado a los medios de comunicación sus ganas de cambio, de un nuevo cambio. Terminada la mañana, ha comparecido para anunciar lo inevitable. 44 días ha durado.
Truss es la primera ministra más breve de Reino Unido. Su mandato comenzó con el fallecimiento de Isabel II y continuó con el despliegue de su proyecto, que desaprobaron los mercados y la población y hundió la libra. Le siguieron bandazos y en los últimos días ya hubo una destitución (del ministro de Economia, Kwasi Kwarteng), una dimisión (de la ministra del Interior, Suella Braverman) y una ruptura de la disciplina en el Parlamento.
Entretanto, el Partido Conservador continúa probando suerte en busca de un líder fuerte y duradero y experimenta en el mismo número 10 de Downing Street, con primeros ministros -caso de Truss y de quien sea su sucesor- no elegidos por los ciudadanos en las urnas. La otra opción era la convocatoria de elecciones, pero ni se contempla: los laboristas encabezan los sondeos.
Tal es la confusión entre los conservadores que a esta hora su baza ganadora -preguntados por YouGov- es Boris Johnson, al que también echaron.