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Europa 100 días de guerra

Por qué Putin no intimida ya a la OTAN: 100 días que acabaron con el mito de la máquina militar rusa

Analizamos con la colaboración de tres especialistas la evolución del conflicto a lo largo de estos cien días, las consecuencias (que ya se están haciendo notar) y la posibilidad (o no) de que la amenaza nuclear se acabe convirtiendo en realidad.

3 junio, 2022 04:20
Enrique Lavilla Lina Smith Cristina Pita

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Todo empezó como una 'Operación especial' de Putin para "desnazificar" Ucrania. Era el 24 de febrero y el Kremlin atacó con todos los elementos a su alcance y en todos los frentes posibles. Aquello era una demostración de poderío. "Al comienzo de la invasión las fuerzas rusas progresaron con 12 ó 13 líneas de avance distintas. Utilizaron varios ejes. Eso, a nivel de controlar las tropas, es una auténtica locura", explica Guillem Colom, profesor de Ciencia Política de la Universidad Pablo de Olavide y codirector de THIBER.

Moscú había planteado la ofensiva como "una operación de conmoción y pavor", señala Colom, pero lejos de ser un ataque fácil y rápido, sin apenas oposición por parte de Ucrania ni de la comunidad internacional, la operación de Putin se ha convertido en todo lo contrario. "La limitación de Rusia para conseguir objetivos estratégicos le conducirá a pensarse dos veces el hacer lo mismo frente a las Fuerzas Armadas de la OTAN", cuenta a EL ESPAÑOL Félix Arteaga, investigador principal del Real Instituto Elcano.

Después de más de tres meses de guerra "si Rusia fracasa, su capacidad de coacción va a quedar muy dañada. Se ha visto en el caso de Suecia y Finlandia, que han puesto en marcha movimientos de adhesión a la OTAN", indica Manuel R. Torres Soriano, catedrático del Área de Ciencia Política en la Universidad Pablo de Olavide.

La cronificación de la guerra y el estancamiento de los combates han hecho que "la idea de la gran potencia militar rusa haya quedado muy dañada", apunta Torres Soriano. "Moscú ya no se va a poder proyectar como gran potencia militar", concluye. Analizamos con la colaboración de estos tres especialistas la evolución del conflicto a lo largo de estos cien días, las consecuencias (que ya se están haciendo notar) y la posibilidad (o no) de que la amenaza nuclear se acabe convirtiendo en realidad.

Invasión

Putin tenía un plan: invadir Ucrania y deponer a Zelenski. En su cabeza iba a conseguirlo en apenas 48-72 horas. Así fue como atacó el Donbás en 2014 y así pretendía hacerlo ahora: un ataque rápido, sin apenas resistencia del enemigo y con poca oposición internacional. Para ello, bombardeó zonas estratégicas y atacó por tierra, mar y aire Járkov, Chernígov y Kiev (en el norte del país), pero también lanzó acometidas en el sur, bombardeando Jersón. Envió un convoy militar de más de 60 kilómetros rumbo a la capital. Rodeó Jersón en menos de una semana. Y el día 5 de marzo sus tropas se mantenían a las afueras de Kiev, a unos 25 kilómetros, mientras en el sur, el avance de sus soldados parecía más contundente. La ofensiva ya duraba 10 días. Los planes no salieron según lo esperado.

"Rusia ha fallado en su objetivo inicial de conseguir una victoria política decisiva mediante el empleo de las Fuerzas Armadas. La idea de lograr una capitulación rápida por la vía militar ha fracasado", declara Félix Arteaga. "Han ocupado una zona de terreno que excede a la que inicialmente controlaban las milicias prorrusas del Donbás. Ahora estamos entrando en una confrontación en la que difícilmente una de las dos partes tendrá una victoria decisiva", subraya.

"La incertidumbre estribaba en saber si tras la invasión se desplomaría la resistencia o si por el contrario esa invasión daría lugar a una guerra entre dos Estados, como finalmente ha ocurrido", afirma Torres Soriano. Para Colom los planes de Vladimir Putin "eran muy arriesgados, pensaba que Ucrania se desmoronaría". Y sin embargo no ha sido así. Por eso cree que "el Ejército ruso disuadía mucho más antes de entrar en combate que ahora".

Aunque también hay que tener en cuenta la ayuda económica y militar de Occidente y su capacidad sancionadora, un factor determinante a la hora de contener la fuerza del que era considerado el tercer Ejército más potente del mundo. "En el plano militar la ayuda inicial de EEUU y la UE fue decisiva para apoyar la defensa de las grandes capitales: Kiev y Járkov", señala Arteaga. Y Colom coincide con él: "Occidente le proporciona a Ucrania muchísima Inteligencia y eso les dio a los ucranianos muchas más opciones" para contrarrestar a las tropas enemigas.

Estancamiento

Desde el 6 de marzo hasta el 3 de abril empezó a vislumbrarse el estancamiento de la guerra. Las tropas del Kremlin se mantenían estáticas a las afueras de Kiev mientras avanzaban con paso firme en el sur. Las grandes ofensivas ya no se centraban en la capital, ni en Járkov y Mikolaiv sino que Rusia puso todo su empeño en conquistar Mariúpol, ciudad a la que mantuvo bajo asedio hasta que logró someterla a su control. Putin también concentró sus tropas en el este de la ciudad de Járkov y en el norte del óblast de Lugansk, en lo que parecía un intento de avanzar y reforzar el frente este, con la región del Donbás bajo su control desde 2014.

Torres Soriano sostiene que "la capacidad del Estado ucraniano de coordinar el esfuerzo de la guerra ha sido toda una sorpresa". Aunque insiste en resaltar la importancia de la ayuda económica y militar de Occidente: "La llegada de todo ese material efectivo ha potenciado la fuerza ucraniana hasta un punto que hubiera sido difícil alcanzar sin esa intervención. Todo ese material, en ocasiones puntero, ha anulado gran parte de la superioridad militar que tenían los rusos".

Y al referirse a la cascada de sanciones económicas destaca que lo que se pretende con ellas es "elevar el coste que para Rusia puede tener esta aventura militar. No sólo el coste humano, sino también para su economía en el horizonte de uno, dos, tres años. Con ellas Occidente intenta que Rusia busque una salida rápida a la guerra".

Arteaga considera también que "las sanciones llevarán todavía un tiempo para que tengan un efecto sobre la capacidad de actuación rusa". Para el investigador principal del Real Instituto Elcano está claro que "las sanciones económicas han debilitado la capacidad de Rusia a corto plazo, pero mucho menos de lo que se pensaba". Y respecto a la ayuda económica cree que "hay que distinguir entre la ayuda previa a la invasión y la que se ha facilitado durante el conflicto".

"La ayuda previa a la invasión ha permitido que el Ejército ucraniano mejorara su funcionamiento a nivel de ciberseguridad, organización y seguridad interna. Además, en el plano militar la ayuda inicial fue decisiva para defender las grandes capitales: Kiev y Járkov". Y apunta que ahora, en esta fase de la guerra, "se necesitan armas para actuar en el este y en el sur; armas de defensa aérea y contra la artillería rusa". Aunque no es optimista: "Con esos refuerzos Ucrania no podrá dar un vuelco a la guerra, pero sí podrá realizar una contraofensiva puntual".

Repliegue y... ¿guerra nuclear?

El 4 de abril las fuerzas rusas en Izium desplegaron operaciones militares hacia Sloviansk (en Donetsk), para rodear en el Donbás a los ucranianos. Los avances en Donetsk y Lugansk eran entonces mínimos. Veinte días después, Rusia seguía asediando la planta de Azovstal, en Mariúpol, bastión de la resistencia ucraniana. El 10 de mayo la contraofensiva de Ucrania en el norte de Járkov conseguía con éxito el repliegue de las tropas rusas hacia la frontera. Y las operaciones del Kremlin en torno a la ciudad de Izium seguían bloqueadas. Las fuerzas rusas intentaban entonces rodear Severodonetsk y lograron controlar la zona fronteriza de Donetsk y Lugansk. En el frente sur, sin embargo, no se apreciaban avances.

Fue el 17 de mayo cuando las autoridades ucranianas dieron la orden de rendirse a los defensores de Azovstal. Los soldados soviéticos realizaban lentos avances en el Donbás, centrándose principalmente en preparar la batalla sobre Severodonetsk. El 27 de mayo el Ejército ruso comenzó a atacar núcleos urbanos de Severodonetsk sin haber cercado completamente la ciudad, en un intento de controlarla. Y seguía reforzando sus posiciones defensivas a lo largo del frente sur, en un intento de integrar la región de Jersón en las estructuras políticas y económicas de Rusia.

Ucrania está presionada por Rusia en el este y en el sur del país. Moscú centra a día de hoy todos sus esfuerzos en Sievierodonetsk; la ciudad se ha convertido en su nuevo objetivo estratégico. Las batallas y bombardeos están actualizados hasta el 27 de mayo.

Félix Arteaga afirma que la situación actual del conflicto "le plantea a Rusia el problema de que va a tener que asumir que se encuentra en guerra. Tiene que movilizar al personal, reemplazar a los soldados que están combatiendo y no cuenta con efectivos suficientes. Va a tener que utilizar a reclutas jóvenes y novatos para actuaciones profesionales". Y reconoce que "se está estancando la capacidad militar de Rusia". Al mismo tiempo que llama la atención sobre el hecho de que "Ucrania va a llevar al límite su capacidad de resistencia, aunque mantener a la nación en pie de guerra es mucho más difícil para Zelenski".

El analista asegura que "Ucrania no tiene capacidad para revertir la ocupación territorial" y cree que paulatinamente "volveremos a una situación similar a la de 2014".

Respecto a la posibilidad de que se desate una guerra nuclear, el catedrático Torres Soriano señala que para llegar a ese extremo "la OTAN tendría que entrar en la guerra y así se iniciaría el camino hacia una escalada de tensión. En ese caso sería complicado mantener la hostilidad en niveles convencionales". Ante esta situación "cualquiera de los países tendría abierta la carta" del ataque nuclear. "Iniciar una guerra contra uno de esos bloques llevaría el conflicto a un nuevo nivel de intensidad del que es impredecible saber cómo va a terminar", remata.

Arteaga explica que "la situación ahora es menos peligrosa que en plena Guerra Fría, cuando había muchas más armas nucleares que ahora". Aunque por otro lado admite que "antes las dos partes eran perfectamente conocedoras de los efectos que conllevaba el uso del arma nuclear y su utilización. Comprendían la diferencia entre una escalada total o limitada".

"Ahora esa racionalidad se ha perdido. Hay un país que ha dicho que si la situación le es favorable no descarta usar ese armamento. Y esa situación sí sería muy peligrosa", concluye el investigador principal del Real Instituto Elcano.