Pese al fracaso el fin de semana de la última ronda de negociaciones del brexit, Theresa May sostiene que las posiciones de Bruselas y Londres "no están tan alejadas". "Continúo creyendo que un acuerdo negociado es posible", ha dicho este lunes en una comparecencia ante la Cámara de los Comunes. En las últimas horas, la primera ministra británica multiplica los contactos con líderes europeos como Angela Merkel, Emmanuel Macron o Mark Rutte.
La hora de la verdad, el ultimátum que había dado la UE a Reino Unido, vence en la cumbre de este miércoles 17 de octubre. Allí, May expondrá al resto de líderes europeos sus condiciones para un acuerdo. Luego abandonará la sala y los 27 decidirán cómo proseguir las negociaciones. Pero el ministro de Exteriores, Josep Borrell, cree que esta semana "no será posible" concluir el divorcio. Algo que a su juicio hay que "desdramatizar" porque "todavía tenemos tiempo".
"Debemos preparar a la UE para un escenario de no acuerdo, que es más probable que nunca", ha escrito el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, en su carta de invitación a los jefes de Estado y de Gobierno. Las dos partes coinciden en que el principal escollo sigue siendo encontrar una solución a la frontera entre la República de Irlanda e Irlanda del Norte.
¿Qué está en juego en Irlanda del Norte?
Desde el principio de las negociaciones del brexit, tanto Bruselas como Londres se han marcado como prioridad evitar que se erija una nueva frontera física en la isla de Irlanda. Lo que está en juego es la supervivencia del Acuerdo de Paz del Viernes Santo en el Ulster, que se firmó en 1998. La aparición de nuevas infraestructuras fronterizas que limiten la libre circulación en Irlanda amenaza con reavivar el enfrentamiento entre los protestantes unionistas que quieren seguir en Reino Unido y los católicos partidarios de la unificación con Irlanda. Los puntos de control en los 300 kilómetros de frontera terrestre podrían convertirse en objetivo de ataques terroristas y en polo de reclutamiento de extremistas, según la policía. Algo que las dos partes quieren evitar a toda costa.
¿Qué solución propone la UE para evitar una "frontera dura"?
La decisión del Gobierno británico de abandonar tanto la unión aduanera como el mercado único tras el brexit haría en principio inevitables los controles aduaneros y fitosanitarios entre Irlanda e Irlanda del Norte. La solución que propone Bruselas para evitarlos es un estatus especial postbrexit para Irlanda del Norte. Belfast sí se quedaría en la unión aduanera y el mercado único mientras el resto de Reino Unido se marcha. Esta es una solución de último recurso, una póliza de seguros (backstop, en la horrible jerga comunitaria) para que, pase lo que pase, esté garantizado que no habrá una "frontera dura". Si en los próximos meses se encuentran soluciones tecnológicas o un acuerdo de futuro entre Bruselas y Londres que posibilite un comercio sin fricciones, el estatus especial para Irlanda del Norte nunca entraría en vigor.
¿Por qué rechaza May la oferta de Bruselas?
Reino Unido sostiene que esta solución traslada de facto la frontera al mar de Irlanda y por ello amenaza la integridad territorial británica y su soberanía. Irlanda del Norte seguiría aplicando las normas de la UE, mientras que el resto de Reino Unido se gobernaría desde Londres. "Nunca podría aceptar eso", ha repetido la primera ministra británica este lunes en Westminster. La líder de los unionistas irlandeses de la DUP, Arlene Foster, cuyos votos apuntalan al Gobierno de May, insiste en que nunca aceptará una diferencia de trato entre Irlanda del Norte y el resto del país. De nada han servido los intentos del negociador de la UE, Michel Barnier, de desdramatizar el conflicto: algunos de los controles aduaneros postbrexit, alega, serían similares a los que existen entre la Península y Canarias y nadie cuestiona la soberanía de España sobre las islas.
¿Qué alternativas ha planteado Reino Unido?
La primera ministra británica dio su visto bueno preliminar a los planes de Bruselas para Irlanda del Norte el pasado diciembre. Pero enseguida se echó atrás al ver el revuelo que causaban en su país. Desde entonces, ha propuesto múltiples alternativas, todas ellas rechazadas por la UE. Primero dijo que los avances tecnológicos harían innecesarios los controles aduaneros en la isla de Irlanda. "Pensamiento mágico", respondieron los líderes europeos. Luego pidió un acuerdo aduanero a medida para Reino Unido, que además se quedaría en el mercado único de mercancías, pero no en el de servicios ni en la libre circulación de personas. "No se puede elegir a la carta los beneficios sin obligaciones", le contestaron los jefes de Estado y de Gobierno en la fallida cumbre de Salzburgo.
¿Por qué fracasó la reunión del domingo entre Bruselas y Londres?
Durante los últimos días, el acuerdo del brexit parecía al alcance de la mano. Reino Unido estaba dispuesto a quedarse temporalmente en la unión aduanera para minimizar los controles con Irlanda del Norte. Y aceptaba que Belfast permaneciera en el mercado interior. Pero el pacto saltó por los aires el domingo por la tarde. El negociador británico, Dominic Raab, viajó por sorpresa a Bruselas para reunirse con Barnier y, en lugar de sellar el divorcio, rompió la baraja. Según ha explicado May -Bruselas guarda silencio-, hay dos problemas. La UE cree que no hay bastante tiempo para cerrar el acuerdo aduanero con Londres antes del 29 de marzo de 2019, la fecha de salida. Y por eso es imprescindible que el Acuerdo de Retirada incluya su solución de último recurso para Irlanda del Norte. El segundo problema es que Reino quiere una fecha límite para su pertenencia a la unión aduanera. "No vamos a quedarnos atrapados permanentemente en un territorio aduanero único sin poder firmar nuestros acuerdos comerciales". Los más euroescépticos de su partido alegan que eso convertiría a Londres en "vasallo" o "colonia" de la UE. Bruselas responde que la poliza de seguro para Irlanda del Norte debe ser permanente.
¿Qué pasa si no hay acuerdo sobre Irlanda?
La UE lo tiene muy claro. Si no hay una solución para evitar una frontera entre Irlanda e Irlanda del Norte, no habrá acuerdo de divorcio ni tampoco un periodo transitorio que facilite un aterrizaje suave, que dé tiempo a las empresas a adaptarse. Es decir, el resultado sería un brexit caótico, con impacto económico muy negativo tanto para Reino Unido como para la UE. "Aunque estamos trabajando duro para un acuerdo, nuestro trabajo preparatorio y de contingencia continúa y se ha intensificado", ha dicho este lunes el portavoz de la Comisión, Margaritis Schinas.