China reabrirá sus fronteras el próximo 8 de enero, poniendo fin a los confinamientos masivos, pruebas de PCR diarias y restricciones de viajes. El país trata de volver a la normalidad, aunque la verdad es que muchos de los viajeros están anulando sus viajes mientras crece el temor a que el coronavirus mute por la explosión de casos en las últimas semanas.
El gigante asiático es de las únicas economías del mundo que aplican aún una política de este tipo. En noviembre surgieron las protestas tras la muerte de 10 personas en un edificio confinado en Urumqi. La ira social acumulada contra los líderes del Partido Comunista se extendió hasta el último rincón. Tras estas enormes manifestaciones contra la política ‘Covid Cero’ el pasado 7 de diciembre el Consejo de Estado chino levantó la obligación de que personas infectadas o contactos estrechos permanezcan en centros de cuarentena. Ahora solo exigirá que quienes ingresen al país presenten un test negativo realizado 48 horas antes.
En un vídeo difundido por las redes sociales, se aprecia como un grupo de estudiantes intentan empujar la puerta del aeropuerto para abrirla en protesta por las reglas de cuarentena obligatorias para los viajeros procedentes del extranjero, mientras la policía los retiene, en el Aeropuerto Internacional Guangzhou Baiyun, en Guangzhou, China. Los jóvenes llegaban de fuera del país y pretendían tirar la valla para escapar y ahorrarse los ocho días de cuarentena.
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El levantamiento de las restricciones, después de las protestas generalizadas en su contra, ha abrumado a hospitales y funerarias en todo el país. En la capital, las funerarias y los crematorios luchan por satisfacer la demanda, con filas de coches fúnebres fuera de los establecimientos, algo que alimenta la preocupación pública.
En un hospital público de Shanghái, los pacientes se pelean con los médicos para acceder a medicamentos que escasean, como medicamentos para la tos y analgésicos. Los médicos están sobrecargados y el personal infectado continúa trabajando debido a la escasez de personal, según ha contado una trabajadora a Reuters.
A medida que crece la ola de contagios en el país, es menos probable que los datos oficiales sobre los casos graves y las tasas de mortalidad reflejen la realidad actual, según los expertos.