Desarrollar un programa de armas nucleares al margen de las convenciones internacionales tiene sus consecuencias. Lo sabe bien Kim Jong-un, que lleva sufriendo las sanciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas desde su primera prueba nuclear en 2006.
Sin embargo, a pesar de estar cada vez más aislada del resto mundo, Corea del Norte sigue reforzando su arsenal a la vez que busca cómo paliar el fuerte impacto que tienen las sanciones en su ya maltrecha economía. Ahora, el líder norcoreano podría encontrar la solución en Ucrania. Concretamente en la zona del Donbás, al sureste del país y bajo control ruso.
Al menos así se lo ha ofrecido el embajador ruso en Pyongyang, Alezander Matsegora, quien hace unos días anticipó que Rusia planeaba empezar a reconstruir las autodenominadas repúblicas populares de Donetsk y Lugansk, y que los elegidos para ejecutar esa misión serían trabajadores norcoreanos.
"Los constructores coreanos altamente calificados y trabajadores, que son capaces de trabajar en las condiciones más difíciles, podrían ayudarnos a restaurar nuestras instalaciones sociales, de infraestructura e industriales destruidas por los nazis ucranianos en retirada", señaló Matsegora en una entrevista al diario ruso Izvestia.
Lo hizo además, después de que Corea del Norte se convirtiera en uno de los pocos países que han reconocido como independientes esos dos territorios ocupados por las tropas rusas. Se trataba, según explicaron los norcoreanos, una manera de "desarrollar relaciones diplomáticas" entre su Gobierno y las regiones del Donbás, lo que abre la puerta a aceptar la propuesta de uno de sus pocos socios.
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Las razones que han llevado al funcionario del Kremlin a hacer esta oferta a Kim Jong-un, que a finales del año pasado confesó que el régimen estaba pasando una mala racha, son meramente económicas. Y es que antes de que empezase la guerra actual, reconstruir la región devastada por el conflicto de 2014, costaba 22.000 millones de dólares, según un estudio del Institute for International Economic Studies de Viena.
Hay "muchas oportunidades" para la cooperación entre Corea del Norte y las repúblicas del Donbás, ha señalado el embajador ruso. No obstante, esta medida -la de pedir ingenieros y constructores al líder norcoreano- va en contra del régimen de sanciones impuestas por el Consejo de Seguridad de la ONU. Un organismo que cuenta con la participación de la Federación de Rusia, uno de los cinco miembros permanentes con poder de veto.
Nueve paquetes de sanciones
En total, la ONU ha aprobado hasta nueve resoluciones que limitan el acceso de la potencia asiática a algunos productos y servicios estratégicos. Sin embargo, en el último paquete de medidas de 2017 se incluyó la expulsión de los ciudadanos norcoreanos que trabajan en el extranjero de cara a finales de 2019.
Entonces había cerca de 100.000 personas desplegadas principalmente en las vecinas China y Rusia, que se aprovechaban de la mano de obra barata, y donde todavía quedan un número significativo de trabajadores, de acuerdo con los informes internacionales.
Durante décadas Corea del Norte ha conseguido monedas extranjeras a través de los trabajadores enviados al extranjero
Es el caso, por ejemplo, de los cerca de 47.000 albañiles que, según datos de 2015 del Servicio Federal de Inmigración ruso, contribuyeron a acelerar y abaratar las obras de construcción del Mundial de Fútbol de 2018.
En teoría, con esta medida la ONU pretendía cerrar el grifo de divisas a Corea del Norte, que durante décadas ha conseguido monedas extranjeras enviando a trabajadores fuera de sus fronteras.
Compra de materiales prohibidos
Esta no ha sido la única provocación de Matsegora. También sugirió que las fábricas y centrales eléctricas norcoreanas construidas durante la era soviética podrían utilizar "equipos fabricados por las plantas de ingeniería pesada de Slavyansk y Kramatorsk".
Una medida que los norcoreanos ven con buenos ojos. De acuerdo con el embajador ruso, "están interesados en comprar piezas de repuesto y unidades fabricadas en Donbás y reconstruir sus instalaciones de producción". Estas transacciones también están prohibidas por el organismo de la ONU, que dificulta a Pyongyang la compra de maquinaria industrial, equipos electrónicos, herramienta y repuestos.
Y no se trata de que Rusia desconozca las restricciones que pesan sobre Corea del Norte. De hecho, votó las sanciones que ahora quiere saltarse. No obstante, para Matsegora, "los lazos económicos están absolutamente justificados" en un momento en que Occidente trata de ahogar económicamente a Rusia por su guerra en Ucrania.