Susan Wiles y Donald Trump, espectadores de un partido de fútbol en Pittsburgh.

Susan Wiles y Donald Trump, espectadores de un partido de fútbol en Pittsburgh. Evan Vucci Reuters

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Susan Wiles, la mujer educada y discreta que se esconde detrás del triunfo de Donald Trump

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El pasado mes de abril Tony Fabrizio, uno de los principales analistas de encuestas del Partido Republicano, mantuvo una conversación con un periodista de la revista Politico llamado Michael Kruse. Durante la misma Fabrizio soltó la siguiente frase: “No creo que nadie en nuestra órbita tenga tanta información como ella; lo toca todo”.

Días más tarde Kruse habló con Carlos Curbelo, un antiguo congresista del Partido Republicano, quien refiriéndose a la misma persona dijo: “Ahora mismo es una de las figuras más importantes de la política estadounidense”. “Y nadie –añadiría poco después un lobista de Florida llamado Ronnie Book– sabe siquiera quién es realmente”.

Se estaban refiriendo a una señora de 66 años –cumplió 67 al mes siguiente– llamada Susie Wiles.

Nacida a finales de los años cincuenta en Nueva Jersey, Susan Wiles metió cabeza en el fascinante mundo de la consultoría política en 1979, cuando un joven congresista republicano de Nueva York llamado Jack Kemp contrató sus servicios. De ahí no tardó en saltar a la campaña de Ronald Reagan antes de pasar a engrosar consecutivamente las filas –en puestos cada vez más prominentes– de los equipos de John Delaney, Tillie Fowler, John Peyton, Rick Scott y Jon Huntsman Jr. Alcalde de Jacksonville, congresista, alcalde de Jacksonville, senador y gobernador de Utah, respectivamente. Aunque cuando Wiles entró a trabajar para este último su misión consistió en ayudarle a preparar la candidatura a las presidenciales del 2012.

Hasta que finalmente, en 2016, Wiles fue contratada por la campaña de Donald Trump. Que es donde continúa a día de hoy.

Las personas que han trabajado con Wiles suelen describirla como una conservadora moderada, particularmente educada y de talante discreto. Un perfil que no parece tener demasiado en común con el de su jefe. Cuando se le pregunta al respecto, Wiles tiende a encogerse de hombros. “Vengo de un entorno muy tradicional”, le contó al propio Kruse cuando éste consiguió, al fin, hablar con ella. “A comienzos de mi carrera cosas como las formas importaban y se esperaba un cierto nivel de decoro”. Sin embargo, añade, el Partido Republicano de hoy –hay quien podría argumentar que la política en general– es diferente y hay que adaptarse o morir. “Debemos convivir con los cambios que nos sobrevienen si queremos seguir haciendo lo que hemos venido a hacer”, afirmó.

Pero, claro, ¿qué es lo que Wiles ha venido a hacer? Muchos de sus mayores admiradores son colegas que trabajan para sus dos competencias: el Partido Demócrata o los conservadores contrarios a Trump y conocidos, en jerga, como nevertrumpers. Son ellos quienes llevan desde la primera victoria electoral del empresario neoyorquino, en 2016, preguntándose por qué una tipa tan moderada y tan comedida está ayudando a un político tan aparentemente contrario a sus valores a lograr triunfos como la victoria, arrolladora, conseguida esta semana.

Cada vez que se enfrenta a ese tipo de acusación Wiles se enfada. “Suelo darme la vuelta y marcharme, ni respondo, porque es una vileza que no merece contestación”, explica. “Esa gente no conoce los mecanismos internos del mundo de Trump y por eso, en mi opinión, no tienen derecho a juzgar”.

Sea como fuere, es de esperar que el segundo mandato presidencial de Trump haya conseguido fijar su nombre al de los libros de historia que en las próximas décadas, y quién sabe si siglos, busquen explicar la deriva política experimentada por Estados Unidos durante la primera mitad del siglo XXI.

Junto a nombres como George W. Bush, Barack Obama, Hillary Clinton, Joe Biden, Nancy Pelosi, Dick Cheney, Michelle Obama, J. D. Vance, Alexandria Ocasio-Cortez, Bernie Sanders, Valerie Jarrett, Ron DeSantis o el del propio Trump bien podría encontrarse el suyo. Susan Wiles. Acompañado, por ejemplo, de la descripción regalada por Joe Gruters, el antiguo líder del Partido Republicano en Florida: “La asesora política más valiosa del país”.