"Han pasado muchas cosas desde que nos vimos por última vez en Bali", dijo el presidente chino, Xi Jinping, nada más ver a su homólogo estadounidense, Joe Biden. Fue el miércoles en California, y ambos mandatarios llevaban un año sin reunirse. Lo hacían en la antesala del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) con el objetivo de ponerse en común acerca de asuntos en los que los líderes de las dos mayores economías del mundo suelen enfrentarse.
"Es primordial que usted y yo nos entendamos claramente: tenemos que asegurarnos de que la competición no se desvíe hacia el conflicto", aclaró Biden al presidente chino en cuanto entró en la finca Filoli, 50 kilómetros al sur de San Francisco. Xi se mostró de acuerdo: "La Tierra es lo bastante grande como para que los dos países sean potencias de éxito", respondió, y hizo a Biden y a sí mismo responsables del futuro "de los dos pueblos, del mundo y de la historia".
Finalmente, tras más de cuatro horas reunidos, los líderes han llegado a dos importantes acuerdos: frenar la producción de fentanilo y restablecer las comunicaciones entre sus fuerzas armadas.
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"Ha sido uno de los encuentros más constructivos y productivos que hemos tenido", aseguró Biden en rueda de prensa tras la reunión con Xi, en un aparente acercamiento entre los dos países.
Tal y como se esperaba desde Washington, Biden y Xi han acordado, en primer lugar, frenar la producción ilícita de fentanilo, un potente opioide que se cobra la vida de casi 200 estadounidenses al día.
Según ha explicado un alto funcionario a un grupo de periodistas, el Gobierno chino controlará la salida de su territorio de unos productos químicos que cárteles del narcotráfico de México usan para fabricar el fentanilo y venderlo ilegalmente en Estados Unidos.
Según Bloomberg, habrá un paquete completo de medidas que incluye un compromiso de China para perseguir a aquellas empresas que producen esas sustancias químicas que se utilizan como materias primas para fabricar la droga.
El segundo punto ha sido el restablecimiento de la comunicación directa entre las fuerzas armadas de los dos países para "evitar los errores de cálculo de ambas partes" y evitar accidentes.
La relación se rompió hace más de un año tras la visita de la entonces presidenta de la Cámara de Representantes estadounidense, Nancy Pelosi, a la isla de Taiwán. La isla es un punto caliente actualmente y China lleva meses intensificando su actividad militar en la zona, mientras que EEUU vende armamento a Taiwán.
En este sentido, según ha revelado el propio Biden, le dijo a Xi que Estados Unidos "no quiere que China interfiera de ninguna manera en los asuntos de Taiwán", que celebrará elecciones presidenciales en enero.
En último lugar, los dos líderes han debatido sobre los potenciales peligros del uso de la Inteligencia Artificial en operaciones militares o nucleares. No obstante, según fuentes diplomáticas estadounidenses, "China no está preparada para establecer una discusión formal a este respecto".
"Confiar pero verificar"
Biden ha buscado la diplomacia directa con Xi, apostando a que una relación personal que ha cultivado durante una docena de años con el líder chino más poderoso desde Mao Zedong podría salvar unos lazos que se están volviendo cada vez más hostiles.
Chong Ja Ian, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad Nacional de Singapur, declaró a Reuters que las dos partes están comprometidas en lo que Mao se refería durante la guerra civil china como "hablar y luchar, luchar y hablar". "Es decir, hablar mientras acumulan fuerzas", dijo Chong.
De esta manera, al ser preguntado sobre si confía en la voluntad de Xi de cumplir con los acuerdos alcanzados, Biden ha afirmado que confía "pero verifico, como dice el viejo refrán". "Estamos en una relación competitiva. Mi responsabilidad es hacer que esto sea racional y manejable para que no resulte en conflicto. De eso se trata", ha asegurado.
Además, pese a las buenas intenciones mostradas tras el encuentro, el presidente estadounidense no ha dudado en llamar "dictador" a su homólogo chino. "Bueno, mira, lo es", ha dicho tajante después de que una periodista le preguntase si aún consideraba a Xi un dictador como afirmó el pasado junio en una recaudación de fondos para su campaña de reelección para las elecciones de 2024.
Asimismo, Xi Jinping declaró antes de la reunión que "para dos grandes países como China y Estados Unidos, darse la espalda no es una opción". "El mundo ha salido de la pandemia de la Covid, pero sigue bajo sus tremendos impactos. La economía mundial se está recuperando, pero su impulso sigue siendo lento. No es realista que una parte remodele a la otra y el conflicto y la confrontación tienen consecuencias insoportables para ambas partes", afirmó.
Cambio climático, fuera de la mesa
Antes de la reunión bilateral, Estados Unidos y China se comprometieron a incrementar la cooperación en la lucha contra el cambio climático y en la reducción de los gases de efecto invernadero.
En un comunicado conjunto, las dos potencias reconocieron que desempeñan un "papel importante" en la respuesta global a la crisis climática y se comprometen a colaborar para "enfrentar uno de los mayores desafíos de nuestro tiempo para las generaciones presentes y futuras de la humanidad". Además, anunciaron la creación de un grupo de trabajo para llegar a compromisos concretos en lo que llaman la "década crítica" de los 2000.
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Finalmente, ese tema ha quedado fuera de los puntos abordados por Biden a la salida del encuentro.