Sergio Massa, el peronista que llevó la inflación al 150% y mira a China para relanzar la economía
Conocido por sus rencillas con el kirchnerismo, el aún ministro de Economía es la única baza para combatir la llegada al Gobierno de la ultraderecha.
19 noviembre, 2023 03:06Sería una sorpresa que el ultraliberal Javier Milei ganara las elecciones de este domingo en Argentina. Pero, por ello, la otra opción no sería menos extraordinaria. El peronista Sergio Massa lo tenía todo en contra para llegar a la segunda vuelta antes de ganarla con un 36,5% de los votos. Hace 16 meses, "agarró la papa caliente" ―la cartera de Economía― a medio mandato de Alberto Fernández, y desde entonces poco pudo hacer para salvar al país de su caída en picado. Su término como ministro acaba con la inflación interanual en el 142,7%, una pobreza del 40,1% y una brecha cambiaria superior al 200%.
Si triunfa el 'superministro' Massa, los argentinos le habrán dado una segunda oportunidad a uno de los responsables de que el país se enfrente hoy a su peor crisis económica en décadas y a una inflación cercana al 150%. Pero, aunque excepcional, una victoria del candidato no es improbable. Sea por la fidelidad del voto peronista, la desconfianza hacia su contrincante o la "campaña del miedo" de la que lo acusan, las encuestas no dejan a Massa muy por debajo de Milei, que dio indicios en la primera vuelta de ser en parte un canal para el voto protesta.
"El problema he tenido es que tengo los dos sombreros puestos, el de la campaña presidencial y el de la gestión", reconoció el propio Massa en una entrevista en una entrevista antes de los comicios de agosto. Aunque el actual ministro de Economía es la única baza para combatir la llegada de la ultraderecha a la Casa Rosada, su cartera durante el mandato impopular de Alberto Fernández le ha dado mala prensa al abogado. Además, su campaña se ha visto salpicada por la desmoralización y varios escándalos dentro de la coalición Unión por la Patria. En esta recta final, también lo han acusado de 'comprar' al votante con rebajas fiscales e intentar convertirse en un candidato atrapalotodo que negocia con todos los sectores políticos en pos de un gobierno de unidad presidido por él.
Pero, igual que ha contado con grandes obstáculos en la carrera, Massa ha tenido otra gran baza a su favor. Conocido como "el menos peronista de los peronistas", el candidato electo es un gran negociador que se ha granjeado la aprobación de los círculos financieros y los inversores de EEUU a la vez que la bendición del establishment. Su pragmatismo le ha permitido hacer malabares con las alianzas económicas y financieras para buscar una salida a la crisis. Como aseveró en un mitin a finales de septiembre: "Tengo el coraje para hacer los cambios que hagan falta, para cambiar los funcionarios y las medidas que hagan falta, para empezar un nuevo gobierno y una nueva etapa en la política argentina".
Massa es una figura conocida en la política argentina desde el cambio de siglo, cuando formó parte del breve gobierno de Eduardo Duhalde entre 2002 y 2003. Ha sido alcalde de Tigre ―su ciudad natal― e incluso candidato a la presidencia en 2015 como líder de una fuerza antikirchnerista dentro del peronismo, el Frente Renovador. De ahí a volver a integrarse en la coalición de la propia Cristina Fernández de Kirchner han pasado ocho años y muchos intentos de reconciliación política. El acercamiento ha sido gradual: antes de respaldar la candidatura de Massa, la exvicepresidenta ya apoyó en 2019 que este presidiera la Cámara de Diputados. Aun así, el candidato ha sabido marcar distancia respecto a la madrina del peronismo actual hasta el final de su campaña. En la última entrevista que ha ofrecido antes de los comicios, ha asegurado que a él no lo maneja "nadie".
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Las propuestas de Massa para su mandato son "más distribución del ingreso, más educación pública, más inversión en universidades", prometió, aunque el candidato reconoce su reto más inmediato: "Si puedo estabilizar la economía". Para ello, las soluciones del actual ministro pasan por "vender lo que hace al mundo", como dijo en un spot de campaña. "Nuestro litio, nuestro gas, nuestro petróleo, lo que produce el campo, lo que producen las industrias, que cada vez se venda más al mundo porque eso nos va a dar los dólares para ser libres, para ser soberanos", arengó.
De los clientes de la materia prima argentina, el favorito de Massa es China: "Vamos a fundar la república de Argenchina", bromeó en junio durante una visita a Pekín en la que consiguió inversiones multimillonarias. En 2022, Argentina desplazó a Brasil como principal destino de yuanes chinos en Latinoamérica, y ese mismo año se anunció la participación de Buenos Aires en la Nueva Ruta de la Seda. La vocación de Massa es, como la del Gobierno de Alberto Fernández, el aperturismo hacia potencias alternativas y el llamado mundo multipolar: en agosto, Argentina aceptó su adhesión a los BRICS.
El día del cierre de campaña de Massa, el presidente de la República se encontraba en Pekín. Allí, Fernández anunció el último logro de su legislatura en cuanto a la relación con el gigante asiático: una ampliación del swap de monedas por 6.500 millones de dólares. "A partir del día de hoy, pasamos de 5.000 a 11.500 millones de dólares de libre disponibilidad del swap con China", tuiteó Massa orgulloso simultáneamente desde Argentina. Un gobierno liderado por el ministro de Economía priorizaría el estrechamiento de lazos con Xi Jinping: el candidato, que ya aspiró a la presidencia en 2015, ha anticipado que utilizaría el swap chino para intervenir en el dólar y precancelar pagos al Fondo Monetario Internacional.