Eran poco más de las 12 de la noche en Ciudad de Guatemala cuando aparecieron los primeros resultados electorales. Nadie esperaba lo que iba a suceder. Ni analistas ni encuestas lograron vaticinar el devenir de los acontecimientos. Bernardo Arévalo de León, candidato de centro-izquierda del Movimiento Semilla, dio la sorpresa en unas elecciones marcadas por el auge del voto de rechazo al sistema político. Obtuvo el 11,8% de los sufragios, suficiente para pasar a una segunda vuelta en la que deberá enfrentarse a Sandra Torres, representante del status quo, que logró el 15,8% de los votos.
La contienda, que tuvo lugar el pasado 25 de junio, se dio en un contexto de deterioro del Estado de derecho y de falta de independencia del Poder Judicial. En los últimos años, decenas de fiscales, jueces, periodistas y defensores de derechos humanos han sido detenidos o han tenido que exiliarse señalando una persecución política en su contra. Según el analista político y fundador de la ONG Acción Ciudadana, Manfredo Marroquin, "los resultados de estas elecciones pueden cambiar esta deriva autoritaria que hace años afecta/vive al país".
Una muestra de esta deriva se vio en el inicio de la campaña, que arrancó con el foco puesto en las acusaciones de supuesto fraude electoral. Analistas locales y organismos internacionales denunciaron irregularidades por la exclusión de manera arbitraria de tres candidatos críticos con el sistema: la líder indígena Thelma Cabrera, el candidato de Podemos Roberto Arzú García-Granados, y el empresario Carlos Pineda, que era líder de las encuestas.
Un candidato crítico que rompe con la política tradicional
Solo tres días antes de la contienda, ProDatos y el medio nacional Prensa Libre publicaban la última encuesta electoral en la que otorgaban el octavo lugar, y el 2,5% de intención de voto, al Movimiento Semilla. El partido, que surge de la ola de protestas contra la corrupción del Gobierno de Otto Pérez y Roxana Baldetti conocida como 'primavera de 2015', era la primera vez que podía presentar su candidatura a la presidencia. En 2019 la justicia bloqueó su inscripción mediante una denuncia por malversación y fraude fiscal contra su candidata, la ex fiscal anticorrupción Thelma Aldana, que se encuentra exiliada en Washington.
La ausencia de candidatura presidencial no evitó, sin embargo, que en las anteriores elecciones el partido obtuviera cinco diputados en el Congreso de la República. Entre ellos, el actual cabeza de lista Bernardo Arévalo, un sociólogo procedente de la academia y crítico con el sistema. Con una larga trayectoria diplomática, "Arévalo estuvo influenciado por su padre José Arévalo Bermejo, primer presidente democrático elegido tras la Revolución de 1944", sostiene Marroquín.
La candidatura, conformada en su mayoría por intelectuales académicos, era vista por parte del electorado como una opción viable contra las "mafias" o al "pacto de corruptos", dos términos con los que los analistas guatemaltecos se refieren a los partidos y sectores de poder que, desde su perspectiva, han cooptado a las instituciones del Estado para que actúen a su favor.
En este contexto, la percepción del electorado del país centroamericano está marcado por la desafección. Según datos del último 'Latinobarómetro' de 2020, Guatemala presenta uno de los índices de confianza y apoyo a la democracia más bajos de la región: tan solo el 37% de los ciudadanos considera que la democracia es preferible a cualquier otra forma de gobierno y el 65% no está satisfecho con el funcionamiento de la misma.
Contra todo pronóstico, este descontento con el status quo y el sistema tradicional de partidos fue capitalizado por Arévalo, quien supo movilizar a parte del electorado que aspiraba a un cambio de rumbo del país. El Movimiento Semilla obtuvo más de 654.000 votos, y logró superar a los candidatos que las encuestas postulaban en segundo y tercer lugar: el ex diplomático de Naciones Unidas Edmond Mulet, que obtuvo el 6,7% de los votos, y la candidata conservadora Zury Ríos Sosa (6,5% de los votos), hija del dictador acusado de genocidio, Efraín Ríos Montt.
El voto de protesta, ganador de las elecciones
El gran triunfador de la noche fue el voto de rechazo al sistema político. Canalizado, en primer lugar, a través del voto nulo, que superó el 17% y fue la opción mayoritaria escogida por la ciudadanía por encima de cualquier candidatura política. Este se quintuplicó con respecto a 2019, y fue la opción que más electores eligieron en la mayoría de departamentos del país.
Aunque este fenómeno fue generalizado en todo el territorio, si se disgregan los votos por municipios se observa una tendencia mayor en las poblaciones medianas y pequeñas o con un alto porcentaje de población rural. De la misma forma, el voto nulo fue más común en el norte y el oriente del país, donde muchos electores optaron por este tipo de voto protesta antes que dar su apoyo al candidato crítico con el sistema. Sin embargo, en el área metropolitana de la capital la tendencia fue la contraria.
Según el analista político y miembro de la asociación de Analistas Independientes de Guatemala (AIG) Luis Fernando Mack, el voto nulo "implica un cuestionamiento muy serio al sistema electoral". Mack sostiene que se trata de un voto de castigo: "si habiendo 22 candidatos de izquierda y de derecha, la gente ha votado nulo, implica que votaron por el candidato ausente, por el candidato que no apareció en la papeleta", en referencia a las candidaturas bloqueadas por la justicia. En este sentido, el recién elegido diputado del Movimiento Semilla, Samuel Pérez Alvarez, sostiene que un factor determinante que explica este fenómeno es la petición explícita de las candidaturas bloqueadas a votar de esta forma, como muestra de rechazo al sistema.
Otra gran parte del electorado canalizó el voto de protesta hacia la candidatura de un crítico como Arévalo. "El voto al Movimiento Semilla se explica por un lado como expresión de rechazo a las prácticas políticas tradicionales y a la corrupción, pero también como un voto de esperanza, una ruta de salida" asegura el diputado.
Esta opción política fue elegida, en su gran mayoría, por un perfil muy determinado de votante. Según el analista Luis Fernando Mack se trata de un voto urbano, joven, de clase media, con cierto nivel educativo.
Su principal nicho electoral se encuentra en las grandes zonas urbanas. Recibieron un apoyo masivo en la capital, Ciudad de Guatemala, en municipios del área metropolitana y en Quetzaltenango, la segunda ciudad más poblada del país. Según los analistas, uno de los puntos débiles de la candidatura es que no cuenta con vasos comunicantes con organizaciones sociales campesinas, ni implementación entre las comunidades indígenas, que representan el 42% de los guatemaltecos.
Para Manfredo Marroquín, el triunfo del partido de Arévalo se debe a dos factores clave. En primer lugar, "la expulsión de la contienda de tres candidatos con un discurso antisistema, que prácticamente le dejó todo el espacio de la izquierda anti statu quo al Movimiento Semilla". En segundo lugar, la candidatura socialdemócrata "era la única opción no contaminada por la corrupción que ha logrado captar el voto de la esperanza, el de la posibilidad de un cambio real".
El voto de protesta también afectó a la candidata más votada, Sandra Torres, vista como una representante de la política tradicional y del statu quo, que en estos comicios obtuvo el peor resultado de sus tres participaciones. La candidata obtuvo los mayores apoyos en municipios rurales muy poblados del país, donde continúa teniendo una fuerte estructura y arraigo territorial.
"Un voto de esperanza frente a la deriva autoritaria"
En la segunda vuelta, prevista para el próximo 20 de agosto, el electorado deberá escoger "entre una candidata continuista que consolide definitivamente la deriva autoritaria de los últimos años, o un partido con opciones de cambio real que promueva una recuperación democrática", asegura Marroquín.
En este sentido, el diputado del bloque Semilla asegura que la primera medida que tomarán si logran la presidencia es "rescatar las instituciones públicas hasta ahora cooptadas por la corrupción y, terminar con la persecución política que se vive en el país".
Para ello, deberán lograr capitalizar el voto de tres espacios principales: los jóvenes, que fueron el gran motor del actual resultado electoral; conquistar el voto nulo en favor de su candidatura crítica y canalizarlo como voto útil contra el sistema, y, finalmente movilizar al abstencionismo en favor de un proyecto de esperanza.