La violencia en Ecuador ha dado un paso más. A la guerra de bandas y la inseguridad que impera en el país, donde los ciudadanos viven atemorizados y los periodistas silenciados o amenazados, se le ha sumado un capítulo funesto. Fernando Villavicencio, candidato a la presidencia, fue asesinado este miércoles tras recibir varios disparos a la salida de un mitin en Quito.
Como se ha podido ver en las grabaciones del momento, Villavicencio recibía dos tandas de hasta 40 tiros al introducirse en su coche oficial. Según ha informado el ministro de interior, Juan Zapata, el ataque lo perpetraron sicarios y terminó con al menos nueve heridos. Tras este suceso, seis personas han sido detenidas y un sospechoso del asesinato podría haber muerto por heridas en la comisaría, tal y como ha publicado la oficina del fiscal general.
El asesinato, además, ha sacudido la realidad del país latinoamericano. El presidente, Guillermo Lasso, ha decretado el estado de excepción durante 60 días. Las elecciones, según ha ratificado, se celebrarán el próximo 20 de agosto, pero con un amplio despliegue militar. Además, el resto de aspirantes ha cancelado sus campañas y expresidentes de otras naciones, como el colombiano Iván Duque, han mostrado su solidaridad y condolencias.
Quién era Fernando Villavicencio
También lo ha hecho Rafael Correa, dirigente del país entre 2007 y 2017, añadiendo que Ecuador era "un estado fallido". Fue precisamente este mandatario uno de los mayores enemigos de Villavicencio. El candidato a las elecciones presidenciales, de 59 años, era periodista de profesión y exasambleísta. Sus investigaciones de corrupción se habían enfocado en el antiguo líder, en jueces y contra "la mafia" que había secuestrado su lugar de nacimiento con el chantaje a la población.
Villavicencio se definía públicamente como de centro, aunque en sus inicios políticos se acercaba a la izquierda moderada. Antes de ser trasladado a un centro médico y certificar su muerte, el candidato planteaba una lucha frontal contra las "mafias" del crimen organizado. Lo hacía sin tapujos, frente a las cámaras y delante de una multitud, como la que abarrotó su último mitin en el centro de la capital.
Su país, Ecuador, atraviesa una enorme crisis de seguridad. En 2022 cerró con una tasa de 25,32 muertes violentas por cada 100.000 habitantes, la más alta desde que se tienen registros. Y Villavicencio, originario de la población andina de Alausí, en la provincia de Chimborazo, ya había denunciado en semanas anteriores amenazas de muerte en su contra. No era el único: existe una preocupación generalizada por la seguridad de los candidatos tras otros atentados acontecidos.
Recientemente, por ejemplo, fue asesinado de manera similar el alcalde de Manta, Agustín Intriago, uno de los más populares del país. Ocurrió lo mismo con un candidato a asambleísta por la norteña provincia de Esmeraldas, fronteriza con Colombia. Y a diario se suceden en el país las noticias de asesinatos y matanzas que, según el Gobierno, están vinculados principalmente con las bandas del crimen organizado y el narcotráfico. En los últimos años, estas se han hecho fuerte en la zona costera del país y han convertido sus puertos grandes trampolines para la cocaína que llega a Europa y Norteamérica.
Villavicencio contaba con resguardo policial, conforme el Gobierno le había facilitado también al resto de candidatos. Su hermana Alexandra, sin embargo, responsabilizó al Ejecutivo del asesinato por no brindar la suficiente protección. Este candidato fue en su juventud sindicalista y asesoró a la federación de trabajadores de la empresa estatal petrolera, de la que salió despedido como político afín a las izquierdas.
Su familia se mudó a Quito cuando él tenía 13 años y se graduó como periodista en una polémica universidad ya disuelta y que fue denunciada por entregar títulos por dinero, pero su prestigio como profesional especializado en la investigación se lo labró con las sospechas de corrupción que lanzó contra los integrantes de la administración del expresidente Rafael Correa (2007-2017).
Durante sus años en el oficio encarnó al anticorreísmo. Culpó al expresidente de casi todos los males que padece el país. Amigo de la Embajada de Estados Unidos, Villavicencio sacó muchos datos y análisis que sirvieron en su momento para armar los juicios por los que el exmandatario y varios de sus colaboradores fueron condenados por corrupción. Correa, condenado y exiliado actualmente en Bélgica, tildaba la sentencia de persecución política.
Con esta trayectoria se presentaba a las elecciones del 20 de agosto. Su afán era evitar que el correísmo volviera al poder, a pesar de que su candidata, Lucía González, era la favorita de la población, según las encuestas. Antes de lanzarse a la Presidencia, dirigió la Comisión de Fiscalización de la Asamblea Nacional (Parlamento) entre mayo de 2021 y mayo de 2023, hasta que el actual presidente del país, el conservador Guillermo Lasso, invocó el recurso constitucional de "muerte cruzada" para disolver el Parlamento y llamar a elecciones extraordinarias.
Villavicencio, que en muchos casos criticó a Lasso, también lo defendió y algunos de sus rivales lo consideraban como el candidato encubierto del oficialismo, algo de lo que él renegó. El candidato también trabajó en medios de información como la antigua revista Vanguardia y fue asesor político, entre 2009 y 2017, del exlegislador del movimiento indigenista Pachakutik Cléver Jiménez.
En esa época, ambos fueron condenados a 18 meses de prisión por supuestas injurias contra Correa, pero evitó la cárcel tras estar prófugo hasta que logró la prescripción. Meses después y tras refugiarse en Estados Unidos, Villavicencio impulsó nuevas denuncias contra Correa por presuntas irregularidades en contratos petroleros con China. Su nervio anticorreísta le llevó a la Asamblea Nacional en 2021 y en junio pasado, tras aplicarse la "muerte cruzada", anunció su candidatura presidencial para sustituir a Lasso, pero bajo la consigna de no regalar nada al correísmo.
Lucha contra "las mafias"
Tras anunciar su aspiración presidencial, Villavicencio aseguró que quería alcanzar la presidencia para "enfrentar y derrotar a las mafias que han cooptado el Estado y tienen de rodillas a la sociedad". El candidato ponía el foco en "las mafias políticas que están vinculadas al narcotráfico y a estructuras delictivas de minería ilegal, y también estructuras corruptas en el sector público".
Afirmaba Villavicencio que Ecuador necesita un "Gobierno valiente" y ofrecía desmantelar a las mafias "con la ley y con las armas". "Ecuador está caminando muy rápidamente a la contaminación generalizada de la economía. Tenemos una economía criminal financiada por el narcotráfico, por la minería ilegal y por los recursos de los sobreprecios y los sobornos de la corrupción en el sector público", lamentaba en una entrevista con la agencia Efe quien portaba un lema de campaña que ahora suena a epitafio: "Es tiempo de valientes".