El exprimer ministro italiano Silvio Berlusconi ha muerto este lunes a los 86 años. El empresario llevaba varios días ingresado en el hospital San Raffaele de Milán para someterse a una serie de controles por su leucemia.
Berlusconi fue ingresado el pasado viernes 9 de junio, tres semanas después de recibir el alta, después de pasar 44 días ingresado por una pulmonía agravada por una leucemia que, según reveló entonces su equipo médico, padece desde hace tiempo.
Berlusconi tenía una leucemia mieloide crónica, una forma de cáncer de la sangre que puede aparecer sobre todo en personas mayores de 60 años. El empresario se sometió a un "tratamiento citorreductor especializado" y a quimioterapia.
Silvio Berlusconi nació en Milán el 29 de septiembre de 1936 y murió en el hospital San Raffaele de Milán a los 86 años de edad. Estuvo casado dos veces (1965-1985 y 1990-2010). Deja pareja (Francesa Pascale), tres hijas (Marinna, Barbra y Eleonora) y dos hijos (Pier Silvio y Luigi).
Con la desaparición de Berlusconi se cierra una etapa muy particular, una página muy concreta de la historia política italiana, dominada por el carácter descarado pero resolutivo de este emprendedor hecho a sí mismo.
Su dilatada biografía llena de luces y sombras devino en fenómeno sociopolítico y de ahí surgió el término ‘berlusconismo’, un neologismo que se ha hecho un hueco en la sociología italiana como sinónimo de muchas cosas: “alternativa a la vieja política”, “empresario al servicio de la política”, “emprendedor optimista, capaz de sortear los más complicados obstáculos”.
Él mismo se considerada un moderado, liberal y anticomunista. Su estilo de comunicación se basaba en un diálogo directo con la gente, reforzado a través de consignas sencillas e incisivas como las de “un presidente trabajador”, “un millón de puestos de trabajo” o “el amor siempre gana a la envidia y el odio”. Pero su eslogan más popular fue, probablemente, el Contrato con los Italianos, un compromiso firmado en directo por televisión en el programa Porta a Porta, que fue retransmitido poco antes de las elecciones generales de 2001.
La forma de gobierno que propugnaba Berlusconi se basaba en el Estado corporativo, es decir, gobernado con los métodos y las técnicas propias de la gestión de las empresas. De ahí se derivó su intolerancia hacia los límites que el sistema institucional pone al poder del presidente del Consejo de Ministros y hacia la política basada en largas negociaciones y mediaciones; él prefería la acción rápida y la toma de decisiones por parte del líder.
En coherencia con esas ideas, Berlusconi había propuesto una reforma constitucional que fue aprobada durante su segundo gobierno, pero que nunca entró en vigor porque terminó siendo rechazada en el referéndum de 2006. Nuestro hombre buscaba aumentar considerablemente los poderes de quien en el texto era el primer ministro y ya no presidente del Consejo de Ministros. Fracasó.
Cuando actuaba en su papel de funcionario público, Berlusconi trataba que coincidiera la colaboración política con la amistad personal, especialmente en materia de política exterior, ámbito en el que a menudo actuó personalmente, incluso pasando por alto a la diplomacia italiana. De ahí su abierta amistad con el presidente de la Federación Rusa, Vladimir Putin.
Populista de derechas
Para sus no pocos detractores, il Cavaliere representaba una forma de populismo de derechas. Muchos, incluso sus partidarios, le veían un equivalente italiano del gaullismo francés o del peronismo argentino. Le faltaba obviamente el componente militar, pero no el personalismo y la energía de aquellos.
Nacido como primogénito en el seno de una familia burguesa milanesa, el joven Berlusconi estudió Derecho y se buscó la vida como cantante ocasional en cruceros de placer y como vendedor de escobas eléctricas puerta a puerta hasta que empezó a trabajar como agente inmobiliario y posteriormente como promotor, comprando terrenos gracias a los avales bancarios del jefe de su padre. Corrían los años 60 en Italia y se respiraba un fuerte desarrollismo.
Amasó una enorme fortuna. Diversificó el negocio. En 1975 creó la empresa financiera Fininvest. Dos años después, fue nombrado “caballero del trabajo” por el presidente de la República. De ahí le venía el apodo.
En 1993 constituyó la productora multimedia Mediaset –propietaria de la Tele 5 española-, en la que convergieron otras empresas como el grupo editorial Mondadori Editore o la productora cinematográfica Silvio Berlusconi Communications. También poseía el control accionarial del diario Il Giornale y durante 30 años fue el propietario del club de fútbol AC Milan.
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En octubre de 1993 entró en el mundo de la política con el lanzamiento del partido político de centro-derecha Forza Italia!, una formación que se fusionó en 2008 con la coalición El Pueblo de la Libertad y luego se volvió a fundar en 2013. Su forma de ser marcó la vida política italiana desde mediados de los noventa en adelante con una actitud típica que entró con fuerza en la cultura de masas y en el imaginario colectivo italiano y extranjero.
Berlusconi llegó tras el vacío de poder que se había formado a consecuencia del escándalo de Tangentopoli o Manos Limpias que terminó con la carrera del primer ministro socialista Bettino Craxi, a quien le había unido cierta amistad; la Democracia Cristiana se había fragmentado y el exitoso empresario multimillonario se implicó para salvar a la derecha de una victoria de los postcomunistas después de la caída del Muro de Berlín.
Formó el Polo de la Libertad y el Polo del Buen Gobierno, dos coaliciones variopintas -ahora las llamaríamos Frankenstein-, que incluían a su Forza Italia!, todo el catolicismo conservador, los separatistas de la Liga Norte y los neofascistas de la Alianza Nacional. Sólo él era capaz de unir el agua y el aceite e incluso hacer que esa extraña fusión funcionara.
Elegido representante de la Cámara de Diputados en marzo de 1994, fue confirmado en las cuatro siguientes legislaturas; y en 2013 fue senador por vez primera. Consiguió ser presidente del Consejo de Ministros en cuatro ocasiones: la primera entre 1994-1995; las dos siguiente fueron consecutivas (2001-2005 y 2005-2006) y, finalmente, entre 2008 y 2011. Sumados todos esos periodos estuvo en el cargo algo más de nueve años, todo un récord para Italia, tan acostumbrada a cambios de gobierno.
Su vida estuvo trufada de escándalos y puntos oscuros. Uno de ellos fue el origen de sus prósperas finanzas. Para iniciar su actividad empresarial en 1961 en el sector de la construcción, obtuvo un crédito de la Banca Rasini, una entidad bancaria señalada en algunos documentos del poder judicial como la principal utilizada por la mafia en el norte de Italia para el blanqueo de dinero y entre cuyos clientes podrían estar los capos Totò Riina o Bernardo Provenzano. Otro aspecto muy controvertido fue su inscripción en la logia masónica Propaganda 2, una auténtica organización secreta, criminal y subversiva. Él negó su participación en ella, pero sí admitió ante los tribunales que estaba registrado, porque había documentos que lo demostraban.
Su doble faceta hizo que el conflicto de intereses fuera continuo. Según el semanario británico The Economist, Berlusconi, en su condición de propietario de Mediaset y primer ministro, en 2001 controlaba alrededor del 90% de la escena televisiva italiana, circunstancia casi monopólica que abría la posibilidad a limitar la libertad de expresión entre los medios de comunicación audiovisuales.
El propio Berlusconi, en respuesta a las críticas por esta peliaguda cuestión anunció poco antes de las elecciones de 2001 y en una entrevista con el Sunday Times, que se había puesto en contacto con tres expertos extranjeros ("un estadounidense, un británico y un alemán"), aunque no mencionó sus nombres, a quienes había pedido que le ayudaran a buscar una solución.
Unos días después reiteró su decisión en televisión y precisó lo siguiente: "En 100 días haré lo que la izquierda no ha hecho en seis años y medio: aprobaré un proyecto de ley que regulará las relaciones entre el primer ministro y el grupo que fundó como empresario”. Ganados los comicios, cumplió su palabra pues terminó aprobándose en el Parlamento una ley que resolvía el conflicto de intereses a través de un fideicomiso ciego.
Otro hecho estrechamente vinculado a su figura apunta a la promulgación de leyes ad personam, es decir, aquellas creadas expresamente para él. Según dos investigaciones realizadas por el diario La Repubblica, hasta 2009 eran 19 las leyes "que han producido efectos beneficiosos para Berlusconi y sus empresas". Algunas de estas normas legales proporcionaron a Il Cavaliere beneficios inmediatos en los procesos penales que pesaban en su contra, y otros le garantizaron ventajas económicas.
De hecho, fue objeto de numerosos juicios, más de 30, pero solo uno de ellos terminó con una sentencia que se convirtió en firme el 1 de agosto de 2013. Fue condenado a cuatro años de cárcel por fraude fiscal dentro del caso Mediaset; hasta entonces ninguno de los sumarios que le perseguía había concluido con una condena definitiva, bien fuera por absolución, por prescripción o por despenalización de los presuntos delitos. Le acusaron de contabilidad falsa, corrupción, falso testimonio, malversación, difamación, sobornos, abuso de poder, tráfico de drogas… La lista se hizo bien larga, pero él siempre apeló hasta la última instancia fiel a su papel de fajador.
Quizás uno de los juicios más sonados fue el caso Ruby, llamado así por la modelo de origen marroquí Karima El Marough, alias ‘Ruby robacorazones’, con quien mantuvo una relación sentimental cuando ella tenía 17 años. Berlusconi fue acusado de extorsión y prostitución infantil. Aunque fue condenado en 2013 en primera instancia a 7 años de prisión e inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos, fue absuelto en apelación en 2014 y la absolución terminó confirmada en 2015 por el Tribunal de Casación.
Escándalos sexuales
Su vida familiar tampoco estuvo exenta de alborotos. A finales de abril de 2009, la esposa de Berlusconi, Veronica Lario, de quien se divorciaría varios años después, escribió una carta abierta expresando su enojo por la elección de su esposo de candidatas jóvenes y atractivas, algunas con poca o ninguna experiencia política, para representar al partido en los comicios. Él exigió una disculpa pública, alegando que por tercera vez su esposa le había "hecho esto en medio de una campaña electoral", y afirmó que había pocas perspectivas de que su matrimonio continuara funcionando.
El divorcio terminó, también, en los tribunales para dilucidar la cuantía de la pensión millonaria que él debía pasar a su ex mujer. Entretanto, los medios aireaban sus escarceos con prostitutas, como la escolta Patrizia D’Addario, y otros comportamientos sexuales considerados “inapropiados” por los círculos católicos y el Vaticano.
Finalmente, el escándalo de las orgías con jóvenes modelos en su mansión de Villa Certosa en Cerdeña le puso en ridículo, aunque la puntilla había venido un poco antes con la fuerte crisis financiera de 2008. Entonces se resistió a aplicar las medidas de austeridad que le exigía el Banco Central Europeo y amagó incluso con una campaña antialemana en Italia. Se había hecho tan amigo de Vladímir Putin que ya resultaba incómodo.
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En 2019, con problemas de salud, decidió postularse al Parlamento Europeo. En las elecciones de entonces, Forza Italia! recibió solo el 8,8% de los votos, el peor resultado de toda su historia. Berlusconi fue elegido y se convirtió en el miembro de mayor edad de la asamblea comunitaria, pero su época ya había concluido.