Rusia lanzó este domingo un ultimátum a Ucrania: antes del amanecer de este lunes debía entregar la ciudad de Mariúpol (sureste) y entregar las armas de su ejército o atenerse a las consecuencias. Kiev se ha negado y seguirá luchando.
La viceprimera ministra y jefa del Ministerio de Transportes y Comunicaciones de Ucrania, Iryna Vereshchuk, ya avanzó de madrugada al diario Ukrayinska Pravda que la petición de Moscú, que llegó en una carta de ocho páginas, era "un delirio".
"Enviaron la misma carta a la ONU, al Comité Internacional de la Cruz Roja y esperaban que las organizaciones internacionales reaccionaran y comenzaran a presionar a Ucrania. Esto no sucederá. (...) Es una manipulación de Rusia", afirma Vereshchuk al medio.
"No podemos hablar sobre la entrega de armas -añade la viceministra-. Ya hemos informado a la parte rusa al respecto". Ucrania se ha limitado a responder al enemigo que "abra el corredor humanitario" para que los civiles puedan abandonar Mariúpol.
Unas 400.000 personas han estado atrapadas en Mariúpol durante más de dos semanas en medio de intensos bombardeos que han cortado los suministros fundamentales.
"Muchos crímenes de guerra"
El presidente del país, Volodimir Zelenski, ha calificado en las últimas horas el sitio de Mariúpol como "un acto de terror que será recordado en los siglos venideros". Su viceministra ha acusado además a Vladimir Putin de intentar enviar a 350 niños "a la fuerza a Rusia", algo que califica como "terrorismo".
Rusia trató de ser muy específica en su amenaza a Ucrania, marcando el horario para una "salida organizada" de "todas las unidades armadas de Ucrania y los mercenarios extranjeros sin armas y municiones". Aseguraba Moscú que las fuerzas ucranianas que depongan las armas podrán abandonar Mariúpol "sin que su vida corra peligro".
El alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores, Josep Borrell, se ha referido este lunes a la situación de Mariúpol y ha señalado a Rusia por "crímenes de guerra": "Rusia está verdaderamente cometiendo muchos crímenes de guerra, esa es la palabra, tenemos que decirlo. Está destruyendo todo, bombardeando y matando a todo el mundo de forma indiscriminada".
Pero Mariúpol no se rinde. Sin luz, sin calefacción, sin agua, sin comida o sin medicamentos, peleará hasta el último aliento.