La salud del exespía ruso Sergei Skripal y de su hija Yulia, envenenados con un potente agente nervioso el pasado 4 de marzo en la localidad británica de Salisbury, mejora "rápidamente". Ambos han salido del estado crítico en el que se encontraban y se espera que puedan abandonar pronto el centro médico en el que llevan más de un mes hospitalizados.
Tras la buena respuesta al tratamiento, la protección de los Skripal se ha convertido en prioridad. Según ha publicado este domingo el diario británico The Sunday Times, el Gobierno de Estados Unidos ofrecerá una nueva identidad y una "nueva vida" tanto al exespía ruso como a su hija para tratar de evitar otro intento de asesinato.
Una fuente sin identificar del Ejecutivo británico aseguró al mencionado periódico que el servicio de inteligencia exterior del Reino Unido, el MI6, mantiene contactos con la CIA estadounidense para que ambos se trasladen a Estados Unidos. "El lugar obvio para resguardarlos es EEUU porque allí tienen menos probabilidades de ser asesinados y es más fácil protegerlos bajo una nueva identidad", han reconocido fuentes de inteligencia.
Yulia Skripal, que fue encontrada inconsciente en el banco de un parque junto a su padre tras haber sido expuestos ambos a un agente tóxico de uso militar de fabricación rusa, el Novichok, ha rechazado la ayuda consular ofrecida por Rusia. Las mismas fuentes señalaron que ambos empezarán a colaborar con los investigadores pronto, cuando se encuentren mejor, aunque también reconocieron que es probable que "su vida nunca volverá a ser igual" y que los síntomas necesitarán continuo tratamiento médico.
El Ejecutivo británico ha señalado a Moscú desde el primer momento como responsable del ataque al antiguo espía ruso, que fue captado por la contrainteligencia británica en los años 90, si bien el Kremlin niega cualquier implicación. El suceso a provocado un terremoto político a nivel diplomático entre Rusia y Occidente.
Desde Downing Street ya hay voces que están tratando de persuadir al consejero de Seguridad Nacional, Mark Sedwill, y a los jefes del entramado de espionaje de Reino Unido para que revelen más información que convenza a los aliados de Reino Unido que el gas Novichok utilizado en el ataque procedía de Rusia.
Tensiones internas en Reino Unido
El caso Skripal también ha generado rencillas en la política británica. Boris Johnson, el ministro de Exteriores, ha criticado con dureza al líder de la oposición, el laborista Jeremy Corbyn, por dar credibilidad a la "propaganda" rusa y rechazar su respaldo de forma "inequívoca" al Gobierno presidido por Theresa May.
"Solo hay algo que ayuda al Kremlin y le otorga credibilidad a su avalancha de propaganda, y eso es cuando los políticos del país que es su objetivo se unen en el esfuerzo", ha expresado Johnson en un artículo. "He llegado a la conclusión de que Jeremy Corbyn se ha unido a ese esfuerzo", ha lamentado el ministro británico tachando al laborista de ser "el idiota útil del Kremlin".
Un portavoz del Partido Laborista respondió que el ministro "hizo el ridículo" al asegurar que la toxina que envenenó a los Skripal procede de Rusia, cuando el laboratorio militar que la identificó ha dicho que no puede verificar "la fuente precisa" de donde procede.
Esta semana, Corbyn acusó a Johnson de exagerar al señalar directamente a Rusia del envenenamiento en Salisbury y de "excederse por completo" en sus acusaciones, en base a la información de la que dispone.