Las dos Coreas, juntas pero no revueltas un cuarto de siglo después
Con un lleno absoluto, enorme expectación y sonadas protestas, el equipo femenino de hockey hielo unificado de las dos Coreas jugó este domingo su primer partido antes de los JJ.OO., una histórica cita que busca acercar a dos países en guerra.
El estadio Seonhak de Incheon (al oeste de Seúl) acogió el único amistoso de preparación antes de los Juegos de PyeongChang, en el que la escuadra intercoreana perdió por 3-1 ante Suecia, aunque el resultado fuera lo de menos.
Su debut ha levantado enorme expectación por lo simbólico que resulta para dos países divididos desde 1945, envueltos después en una guerra fratricida que se cerró con un alto el fuego (no un tratado de paz) y enfrascados ahora en una profunda crisis a cuenta del programa nuclear norcoreano.
El único precedente, en 1991
También porque un equipo intercoreano no disputaba un partido internacional desde junio de 1991, cuando la Corea unificada cayó ante Brasil en el Mundial Sub 20 de Fútbol de Portugal.
El Estadio Das Antas de Oporto donde se jugó ya ni siquiera existe y el máximo goleador de aquel partido, un Giovane Elber por entonces casi adolescente, lleva hoy más de diez años retirado tras completar una estelar carrera en el Bayern Munich.
Ahora, casi 27 años después, las dos Coreas vuelven a jugar juntas gracias a los acuerdos alcanzados en enero entre ambos países para lograr la participación norcoreana en los Juegos de Invierno que se celebran en el condado surcoreano de PyeongChang a partir del 9 de febrero.
Frialdad norcoreana
Pero ni Pak Chol-ho, técnico que ha viajado al Sur con las 12 jugadoras norcoreanas del equipo unificado, ni Jong Su-hyon, una de las norteñas que participaron, parecieron mostraron entusiasmo alguno al respecto.
En la rueda de prensa posterior al partido no aceptaron preguntas y abandonaron la sala tras decir que el equipo unificado "puede jugar bien si se emplea a fondo", en una muestra de que el régimen norcoreano está dispuesto a limitar al máximo la exposición de sus deportistas a los medios durante los Juegos.
División de opiniones en Seúl
En cambio, el ánimo de algunos aficionados surcoreanos en el exterior del estadio antes del encuentro contrastaba con la frialdad norcoreana. "Sé que las jugadoras surcoreanas y norcoreanas no son las mejores del mundo. Pero ya que este es un día alegre, estoy segura de que jugarán bien incluso aunque pierdan", contó a Efe Kwon Soon-young, una joven que vino desde Seúl a ver el encuentro.
Por contra, unos 200 manifestantes de signo conservador se congregaron fuera del estadio para protestar por la creación del equipo.
Según las encuestas, muchos surcoreanos están descontentos con la decisión del Gobierno del presidente liberal surcoreano, Moon Jae-in, de proponer la creación del equipo, que consideran que da publicidad al régimen norcoreano.
"Han prohibido nuestra bandera y nuestro himno (antes del inició sonó el "Arirang", la canción tradicional coreana por excelencia) y somos los anfitriones. Es injusto", cuenta Youn-ju, una mujer que dice que irá también a PyeongChang para protestar durante los JJ.OO.
Sus palabras acaban ahogadas por las ruidosas consignas de sus colegas, que megáfono en mano califican de "bastardo" al líder norcoreano, Kim Jong-un.
Sin "control"
Por su parte, la propia entrenadora del equipo unificado, la norteamericana Sarah Murray, volvió a manifestar tras el partido su descontento con la abrupta decisión intergubernamental de formar el equipo apenas un mes antes de los JJOO, insistiendo en que no tiene "control sobre esto".
En todo caso, el gobierno de Seúl está convencido de que la participación norcoreana en PyeongChang 2018, donde ambos países también desfilarán juntos en la inauguración, puede ayudar a rebajar la tensión y a facilitar el acercamiento.
Especialmente tras un 2017 marcado por las pruebas de armas del régimen vecino y sus cruces de amenazas con el presidente de Estados Unidos, Donald Trump.