Soy experto en microbiología y esto es lo que pasa si comes un producto envasado caducado: "Pocas personas lo saben"
En una reciente charla en Instagram entre el experto en nutrición Miodrag Borges y José Antonio Barroso, se abordó esta preocupación.
25 agosto, 2024 10:50Una duda muy frecuente entre los consumidores es saber qué sucede si se consume un producto envasado ya caducado. Esta inquietud es abordada por José Antonio Barroso, experto en microbiología y seguridad alimentaria, en una conversación con el nutricionista Miodrag Borges, conocido en Instagram como @microbiotadesdecero. Durante su charla, Barroso aclara muchos mitos y proporciona una visión científica sobre este tema.
En la charla, Borges le preguntó a Barroso si consumir un kéfir fuera de fecha podría causar enfermedad. Barroso respondió enfáticamente que "de ninguna de las maneras", extendiendo esta afirmación a otros productos como quesos y embutidos. El experto explicó que ningún producto envasado que contenga bacterias patógenas vivas puede salir al mercado. Si un producto tuviese estas bacterias, no se esperaría a la fecha de caducidad para detectar el problema; se emitiría una alerta alimentaria inmediata.
Además, Barroso subrayó que la seguridad alimentaria está diseñada para prevenir que productos contaminados lleguen a los consumidores. Si un fabricante lanzara leche al mercado ya contaminada, la enfermedad aparecería casi inmediatamente después de su consumo, sin necesidad de esperar a que el producto caduque. Esto demuestra que la fecha de caducidad no es el único factor determinante para la seguridad de los alimentos.
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Barroso considera absurdo pensar que un producto envasado va a provocar una enfermedad simplemente por haber alcanzado su fecha de caducidad. Esta fecha es una indicación de calidad más que de seguridad. Según él, mientras el producto se conserve adecuadamente y no presente signos evidentes de deterioro, es improbable que cause daño a la salud.
El consejo de José Antonio Barroso para los consumidores es que no se obsesionen con las fechas de caducidad. En su lugar, deberían confiar en sus sentidos para evaluar la calidad de los alimentos. Observar, oler y, en algunos casos, probar los alimentos puede ser una guía más fiable que la fecha impresa en el envase. Esta perspectiva puede ayudar a reducir el desperdicio de alimentos y ahorrar dinero, sin comprometer la seguridad alimentaria.
Cómo saber si un producto es apto para comer
José Antonio Barroso, uno de los mayores expertos de España en microbiología y seguridad alimentaria, considera que los consumidores pueden ahorrar mucho dinero solo con no hacer un caso exacto a las fechas que marcan muchos fabricantes en algunos productos como los yogures.
El autor del libro "SOS probióticos, la importancia de la alimentación viva", ha querido explicar cómo los consumidores deben tener en cuenta las fechas de caducidad y de consumo preferente de los productos que se compran en los supermercados y tiendas, pero no confiar todo a ellas, ya que esto lleva a desperdiciar alimentos que están bien, lo que supone tirar el dinero.
Barroso defiende su teoría y tiene claro que no es posible enfermar por consumir un alimento pasada su fecha de caducidad. El fundador de los Laboratorios Microal en 1985, pioneros en el análisis y asesoramiento agroalimentario, se basa en su propia experiencia para asegurar que las fechas de caducidad y de consumo preferente "es una división absurda", además de indicar que, en su opinión, se debería establecer un tipo de fecha para productos frescos y otra de consumo preferente para productos envasados o tratados con calor, que sí tienen una fecha de caducidad lógica.
Por su parte, el creador de contenido Miodrag Borges, ha indicado que la fecha de caducidad da a entender al consumidor que el producto se debe tirar porque está pasado, mientras que la de consumo preferente quiere decir que debe tomarse antes de esa fecha para que no pierda sus propiedades y no afecte a su sabor. A ello, Barroso responde asegurando que consumir un producto pasado de fecha no afecta a la salud, pero sí puede afectar a su olor y sabor.
Profundizando en algunos tipos de alimentos, el experto matiza que en el caso de los embutidos "no hay una fecha de caducidad lógica" y que no habría que ponerles fecha de caducidad, mientras que en el caso de las conservas sí que tiene sentido ponerla. En el caso de la leche fresca del día, no la pondría, ya que considera que es suficiente con especificar un consumo preferente e ir viendo si no pierde sus propiedades.
"La norma oficial dice que ningún alimento envasado y cerrado puede tener nunca bacterias patógenas, legalmente no puede haber en la calle una pechuga de pollo con salmonella y ningún contaminante. Cuando se mata el pollo y se envasa dentro de un paquete encerrado, no lleva bacterias patógenas, lleve la fecha que lleve" continuó José Antonio Barroso, que, no obstante, reconoce que, llegado un momento, el alimento envasado puede oler y tener peor sabor.
Esto se debe a que las carnes cercanas a la fecha de caducidad, en ocasiones se abomban o cambian su color, lo que indica que ha comenzado a fermentar, acercándose a la putrefacción, lo que provoca que se hinche el envase, aunque esto "no significa que tenga patógenos".
La clave está en el olor
En este sentido, el experto en seguridad alimentaria, deja claro que nunca se fija en las fechas que marcan los envases, y que lo único que hace (y que recomienda a los consumidores) es clavar el dedo y oler.
Si un producto huele mal y lo entrega en la caja del supermercado, diciéndoles que tengan cuidado, mientras que, si huele bien, se lo lleva a casa. Un envase de carne que haya mantenido su línea de frío no va a dar problemas, pero si lo ha estado, Barroso indica que sí los dará, independientemente de que aún resten 20 días para caducar. A través del olor, se puede conocer si está perdiendo sus propiedades organolépticas, si bien insiste en que "aunque así fuera, no se enfermaría".
De hecho, indica que la putrefacción se ha buscado en la gastronomía en ocasiones sin que ello haya supuesto un riesgo para la salud, como sucedía en Francia, cuando las piezas de caza eran colgadas a temperatura ambiente hasta que se pudrían y luego eran cocinadas. Por último, ha querido advertir que un buen aspecto en el alimento no significa que, automáticamente, se encuentre en buenas condiciones, ya que podría tener bacterias que no alteran el mismo.