A nivel mundial, el cáncer cervical o de cuello uterino (CCU) es el cuarto cáncer más frecuente en la mujer, con una incidencia estimada de más de 600 mil nuevos casos cada año y produce cerca de 270 mil muertes.
Sin embargo, 9 de cada 10 casos podrían prevenirse. Tanto la prevención por vacuna, disponible desde hace años, como las pruebas ginecológicas de rutina favorecen la detección de este cáncer y su tratamiento precoz.
Pese a conocer estos datos, de los mil millones de mujeres de entre 30 y 49 años que viven en el mundo, 662 millones, es decir, el 64% no se han sometido nunca a un cribado de cáncer cervical, según datos del Instituto Catalán de Oncología (ICO), el Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge (IDIBELL) y el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal).
Este estudio desvela que existen importantes desigualdades en la cobertura de cribado entre países de renta alta y baja. Por su parte, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha fijado un plan para eliminar el cáncer cervical como problema de salud pública antes de que finalice este siglo.
El desarrollo del cáncer cervical es muy lento y comienza como una afección precancerosa llamada displasia que puede tardar años en convertirse en cáncer de cuello uterino. Esta afección se puede detectar por medio de una citología vaginal y es casi 100% tratable.
La mayoría de las mujeres a quienes se les diagnostica cáncer cervical en la actualidad no se han sometido a citologías vaginales regulares o no han tenido un seguimiento por resultados anormales en éstas.
Arancha Moreno Elola-Olaso, jefa de Servicio de Ginecología de Ruber Juan Bravo, nos responde a diversas cuestiones.
En pocas palabras, ¿qué es el cáncer de cuello uterino?
Es un tumor maligno, que se origina en las células del cuello del útero.
¿Cuáles son las causas o los factores de riesgo de este tipo de cáncer?
La más importante es el virus del papiloma humano (HPV). Otra muy importante es el tabaquismo.
En la actualidad se vacuna a las niñas a partir de los trece años del HPV, pues en la última década ha aumentado la tasa de enfermedades premalignas de cérvix.
¿Cómo se puede prevenir?
La mejor forma para prevenirlo consiste en no fumar, por supuesto. Y además, hacer revisiones ginecológicas con tipificación del HPV y citología doble toma. Es importante la detección de los casos de alto riesgo para personalizar el cribado con colposcopias, legrado endocervical o biopsia.
¿Cuál es su opinión acerca de este dato que nos dice que el 64% de las mujeres nunca ha sido revisada de cáncer cervical?
Las cifras de pacientes que no se hacen revisiones siempre son muy llamativas, sobre todo, porque en este caso, son pruebas no invasivas, que se hacen en la consulta y en un país en que hay métodos de cribado protocolizados en todos los hospitales.
¿En qué consiste la prueba de Papanicolaou?
Es lo que llamamos citología. En la consulta exponemos el cuello del útero con un espéculo y hacemos dos tomas de las células superficiales, una de exocérvix (zona más externa del cuello) y otra del endocérvix (canal que comunica con el resto del útero). Esta muestra se coloca en un cristal y se fija. En el laboratorio de anatomía patológica se tiñe y se estudia al microscopio. Se llama así porque fue ese doctor el que descubrió, que con esta prueba tan simple, se pueden salvar miles de vidas.
¿A qué edad afecta en mayor proporción?
Se trata de un tumor con una curva de premalignidad muy larga. Por eso, en las pacientes que se hacen revisiones se puede diagnosticar precozmente, cuando es potencialmente curable. El tumor invasor, cuando tiene el potencial de producir metástasis se suele diagnosticar después de la menopausia.
¿A qué edad es bueno hacer revisiones para detectar anomalías?
En mi opinión, las mujeres de 18-20 años, si tienen relaciones sexuales, deben hacerse citología y tipificación HPV. Los protocolos clínicos permiten empezar más tarde. No olvidemos que la curva de premalignidad es muy larga. Sin embargo, cuanto antes se detecte una anomalía, antes podremos actuar.
¿Cuál es actualmente su índice de mortalidad?
La tasa de supervivencia mundial es del 65% a los cinco años del diagnóstico, aunque en los países de nuestro entorno es un poco más alta, en torno al 71%. Sin embargo, en etapas avanzadas la supervivencia baja al 17%.
¿Y de curación?
Sólo en etapas muy precoces se puede hablar de curación. Generalmente hablamos de tiempo libre de enfermedad.
¿Qué tipos de tratamientos existen para tratarlo?
Siempre deben ir de la mano los tratamientos combinados: cirugía, radioterapia, quimioterapia e inmunoterapia.
Tras el tratamiento, ¿qué es aconsejable?
Es fundamental el seguimiento médico estricto, por un equipo multidisciplinar. Y también es muy importante mantener un plan de vida sano, evitando tóxicos como el tabaco, y aumentando el ejercicio físico.