Para muchas embarazadas es normal sentir algunas contracciones antes de ponerse de parto. Generalmente estas contracciones alarman a las primerizas, que piensan que el bebé ya está en camino antes de lo previsto. Sin embargo, puede tratarse de la irritabilidad uterina, un síndrome que provoca contracciones antes de la semana 37 de gestación y que, además de molestas, pueden ser incluso dolorosas.
La irritabilidad uterina es más frecuente de lo que pensamos y las causas más habituales son la deshidratación y la infección de orina. "En el embarazo hay más necesidad de volemia, que es la cantidad de líquido en sangre, pero ellas no lo notan, no da síntomas", explica la doctora Alicia Esparza, ginecóloga del Hospital Vithas Medimar de Alicante. "Por eso es habitual que vayan a urgencias y lo primero que hagan sea ponerles un gotero para hidratarles, porque la deshidratación es muy común".
Al igual que esta deshidratación, al infección de orina en las embarazadas tampoco manifiesta los síntomas habituales como las molestias al orinar. "Son infecciones asintomáticas y lo que producen son este tipo de contracciones".
En caso de que la mujer sienta estas contracciones, debe acudir al médico, donde le pondrán el monitor para comprobar la causa. "Lo primero es poner un gotero con suero, pero aparte también pedir una analítica de sangre y otra de orina para descartar la infección de orina y cualquier otra infección que pueda estar produciendo este tipo de contracciones".
De esta forma, el tratamiento varía en función del origen: en caso de ser por deshidratación solo hay que hidratar a la mujer, y si es por una infección de orina o vaginal, tratarla con antibióticos.
Aunque no hay unos factores de riesgo muy concretos, sí que es más probable que ocurra en embarazos múltiples o en mujeres que tengan ansiedad o mucho estrés. Por esa razón, también es importante relajar el útero, algo que se puede hacer con progesterona. En este sentido, la doctora Esparza recomienda también reposo "relativo o absoluto", en función de la situación de la mujer.
Contracciones de Braxton Hicks
La ginecóloga advierte además que las contracciones provocadas por la irritabilidad uterina no se deben confundir con las de Braxton Hicks. Las contracciones de Braxton Hicks se producen porque el útero se está preparando para el parto. Por el contrario, "la irritabilidad uterina no tienen ninguna función y no deberían aparecer".
La principal forma de diferenciarlas es por la regularidad y la intensidad de las mismas. "Las de Braxton Hicks son irregulares y con menos intensidad, como menos molestas. Se les pone la barriga dura y luego desaparecen, ocurre de forma puntual. Con las contracciones de la irritabilidad uterina las pacientes vienen con la sensación de que algo no está funcionando bien porque son regulares, dolorosas y no desaparecen en el día".
Lo que ocurre es que, a diferencia de en el parto, las contracciones de irritabilidad uterina no se vuelven más frecuentes ni más dolorosas, sino que permanecen en el tiempo. Eso sí, en caso de no tratarse podrían agravarse y provocar un parto prematuro. "La irritabilidad uterina en sí no supone un riesgo para el bebé, no provocan un sufrimiento fetal. Pero en caso de no tratarse y que desencadenen el parto hay que tener en cuenta que no hay madurez fetal. Sobre todo si ocurre antes de las 34 semanas, cuando no hay madurez pulmonar. En ese caso a lo mejor incluso necesitaríamos una UCI pediátrica o una incubadora, según las semanas en las que esté".
Evitar el parto
Antes incluso de llegar a este punto, puede ser que haya que tomar medidas más importantes de los antibióticos o la hidratación. Las contracciones pueden hacer que el cuello del útero se acorte, como ocurre cuando se va a parir y, en ese caso, hay que intentar frenarlo.
"Primero hay que confirmar cómo está el cuello y hay dos maneras de diagnosticarlo: con la monitorización, donde tú ves irritabilidad y contracciones; y también con una ecografía transvaginal, un tipo de ecografía que no se realiza en una revisión ginecológica normal. Esta 'eco' mide el cuello del útero y si ves que el cuello es corto ahí ya sabes que la cosa se está poniendo seria y hay que que actuar".
En estos casos las formas de hacerlo son a través de un cerclaje, con el que se cierra el cuello del útero, o implantando un pesario en la mujer. "El cerclaje consiste en pasar un hilo para cerrar el cuello el útero e implica una operación. Por su parte, los pesarios son como unos aparatitos redonditos que se ponen dentro de la vagina y aguantan el peso del útero", afirma la doctora Esparza.
Estos métodos no garantizan el soporte adecuado para evitar que las contracciones provoquen el parto. Por eso, la doctora Esparza recomienda acudir a urgencias en caso de sentir contracciones dolorosas. "La cosa es cogerlo a tiempo. Si hay contracciones dolorosas, hay que ir a urgencias", sentencia.