La dieta mediterránea, rica en aceite de oliva, frutas, verduras, legumbres, nueces y semillas, es una forma recomendada de reducir el riesgo de enfermedades cardíacas, diabetes tipo 2 y otros resultados adversos para la salud. Pero no está claro exactamente cómo y por qué reduce el riesgo de diabetes tipo 2.
En un estudio realizado por investigadores del Brigham and Women's Hospital, en Estados Unidos, los investigadores examinaron los resultados de más de 25.000 participantes en el Women's Health Study, un estudio de cohorte longitudinal que siguió a las mujeres profesionales de la salud durante más de 20 años.
En un artículo publicado en JAMA Network Open, informan de que las mujeres que se adhirieron a una dieta más similar a la mediterránea tenían una tasa de diabetes tipo 2 un 30% más baja que las mujeres que no lo hicieron.
El equipo examinó varios biomarcadores para buscar explicaciones biológicas para estos resultados, encontrando mecanismos clave que incluyen resistencia a lainsulina, índice de masa corporal, metabolismo de lipoproteínas e inflamación.
"Nuestros hallazgos apoyan la idea de que al mejorar su dieta, las personas pueden mejorar su riesgo futuro de diabetes tipo 2, particularmente si tienen sobrepeso u obesidad", señala la autora correspondiente Samia Mora, de las divisiones de Medicina Preventiva de Brigham y Medicina Cardiovascular y profesora asociada en la Escuela de Medicina de Harvard.
"Gran parte del beneficio que vemos se puede explicar a través de unas pocas vías. Y es importante tener en cuenta que muchos de estos cambios no ocurren de inmediato, mientras que el metabolismo puede cambiar en un corto período de tiempo, nuestro estudio indica que se están produciendo cambios a más largo plazo que pueden brindar protección durante décadas".
El Women's Health Study (WHS) inscribió a mujeres profesionales de la salud entre 1992 y 1995 y recopiló datos hasta diciembre de 2017. Fue diseñado para evaluar los efectos de la vitamina E y la aspirina en dosis bajas sobre el riesgo de enfermedad cardíaca y cáncer.
Además, se pidió a los participantes que completaran cuestionarios de frecuencia alimentaria (FFQ) sobre la ingesta dietética cuando comenzó el estudio y que respondieran otras preguntas sobre estilo de vida, historial médico, demografía y más. Más de 28.000 mujeres proporcionaron muestras de sangre al comienzo del ensayo.
Mora y sus colegas aprovecharon los datos de las FFQ y las muestras de sangre para investigar la relación entre la dieta mediterránea, la diabetes tipo 2 y los biomarcadores que podrían explicar la conexión. Para ello, asignaron a cada participante una puntuación de ingesta de dieta MED de 0 a 9, con puntos asignados por mayor ingesta de frutas, verduras, cereales integrales, legumbres, frutos secos y pescado, ingesta moderada de alcohol y menor ingesta de carnes rojas o procesadas.
El equipo midió una variedad de biomarcadores, incluidos los tradicionales como el colesterol y otros más especializados que solo pueden detectarse mediante resonancia magnética nucleica. Estos incluyeron lipoproteínas, moléculas que empaquetan y transportan grasas y proteínas, y medidas de resistencia a la insulina, una condición en la que los músculos, el hígado y las células grasas no responden a las cantidades normales de insulina.
De las más de 25.000 participantes en WHS, 2.307 desarrollaron diabetes tipo 2. Las participantes con una mayor ingesta de dieta mediterránea al comienzo del estudio (puntuaciones mayores o iguales a 6) desarrollaron diabetes a tasas que fueron un 30% más bajas que los participantes con una menor ingesta de dieta mediterránea (puntuaciones menores o iguales a 3).
Este efecto se observó solo entre los participantes con un índice de masa corporal superior a 25 (rango de sobrepeso u obesidad) y no entre los participantes cuyo IMC era inferior a 25 (normal o bajo peso).
Los biomarcadores de resistencia a la insulina parecían ser los que más contribuían a reducir el riesgo, seguidos de los biomarcadores del índice de masa corporal, las medidas de lipoproteínas de alta densidad y la inflamación.
"La mayor parte de este riesgo reducido asociado con la dieta mediterránea y la diabetes tipo 2 se explicó a través de los biomarcadores relacionados con la resistencia a la insulina, la adiposidad, el metabolismo de las lipoproteínas y la inflamación
--explica el primer autor Shafqat Ahmad, investigador de la Unidad de Epidemiología Molecular de la Universiad de Uppsala, en Suecia, quien ayudó a realizar el estudio mientras trabajaba en Brigham--. Este conocimiento puede tener importantes consecuencias posteriores para la prevención primaria de la diabetes".
Mora enfatiza que la comprensión de la biología que explica cómo la dieta mediterránea puede ayudar a proteger contra la diabetes podría ser útil en la medicina preventiva y para los médicos que hablan con los pacientes sobre los cambios en la dieta.
"Incluso los pequeños cambios pueden acumularse con el tiempo --señala--. Y puede haber muchas vías biológicas que conduzcan a un beneficio. Una de las mejores cosas que los pacientes pueden hacer por su salud en el futuro es mejorar su dieta, y ahora estamos empezando a comprender por qué".