La base de la dieta mediterránea, con un gran consumo de fruta, verdura y legumbres y moderado de alimentos de origen animal, junto a la eliminación de alimentos precocinados y de comida rápida, es clave para afrontar el confinamiento como consecuencia del COVID-19.
La presencia del aceite de oliva, a poder ser virgen extra, también debe es fundamental, por lo que conviene utilizarlo para cocinar, aliñar o cualquier otra técnica culinaria.
Así se indica en una serie de recomendaciones propuestas desde el departamento de Medicina Preventiva de la Universitat de València, que interviene en el programa de investigación sobre nutrición PredimedPlus, que cuenta con 6.874 participantes de 23 centros y hospitales de toda España, y que trabaja desde hace años sobre la dieta mediterránea como forma saludable de alimentarse.
Sus recomendaciones van dirigidas tanto a los ciudadanos que permanecen en casa obligados a realizar una vida más sedentaria como a aquellos que se han visto afectados por el coronavirus.
En la lista de propuestas también se insiste en el mantenimiento de un buen estado de hidratación, mientras respecto a la fruta se propone el consumo de tres raciones diarias junto a dos de verduras, con una variedad de cinco vegetales por día.
Los productos lácteos deben ser bajos en grasa o semidesnatados, la carne blanca es más aconsejable que la roja y los quesos deben ser también bajos en grasa más que curados.
La propuesta incluye el consumo de pescado entre dos y tres veces por semana y el de huevos entre tres y cuatro veces. Los frutos secos, almendras o nueces, así como las semillas, de girasol o calabaza, se deben consumir crudos o tostados en lugar de fritos, endulzados o salados.
También se aportan consejos para hacer la compra, en la que deben estar presentes los alimentos no perecederos, aunque la garantía del suministro de productos frescos permite su adquisición en función de la capacidad de almacenamiento de cada casa.
Por ello, se recomienda adquirir legumbres, frutos secos, pan tostado, arroz, fideos, cuscús, quinoa, copos de avena. Todo aquello que se pueda es mejor comprarlo en versiones integrales.
Junto al gazpacho o el salmorejo, también se pueden adquirir congelados, pero que únicamente contengan verdura, pescado o carne, por lo que hay que descartar las varitas de pescado, los filetes empanados o las croquetas.
Todo ello en cantidades ajustadas para planificar menús semanales. "No se debe realizar una compra exagerada, pues no es sostenible, solidario, ni ético", se afirma en el listado de recomendaciones.
A pesar de que el consumo moderado de alcohol (vino y cerveza) se reconozca como parte del patrón alimentario, se debe restringir durante este periodo, ya que además de suponer una adición de calorías extra difícil de consumir sin la suficiente actividad, "los efectos beneficiosos no están tan claros aún en estudio".
Respecto al grupo de personas específicamente afectadas por el COVID-19, los especialistas recuerdan que los síntomas van acompañados de falta de apetito, ingesta inadecuada de alimentos y un aumento de la deshidratación no sensible causada por fiebre, que puede conducir a hipotensión.
Por ello, monitorizar el adecuado consumo de comida y agua es de vital importancia. Hay que buscar una alimentación saludable, es decir, "suficiente, completa, equilibrada, satisfactoria, segura, adaptada al comensal y al entorno, sostenible y asequible", se indica entre las recomendaciones.
Finalmente, se indica que la clave pasa por seguir el patrón alimentario mediterráneo, que es el más común entre la población española y que se basa en todas las recomendaciones propuestas.
Por Alfonso Gil (EFE).