La reciente propuesta de la DGT de reducir la tasa de alcoholemia permitida de 0,5 a 0,2 gr/l en sangre y de 0,25 a 0,10 mg/l de aire espirado no ha pasado desapercibida para nadie. Ahora bien... ¿Qué implicaciones tiene esta reducción? ¿Qué colectivos se verán más afectados a la hora de tener que modificar sus hábitos de consumo antes de ponerse al volante? ¿Nos sitúa realmente esta propuesta en sintonía con lo permitido en otros países de nuestro entorno? Lo analizamos a continuación.
En primer lugar, es preciso advertir que la tasa de alcoholemia depende de múltiples factores, entre los que encuentran la existencia o no de alimentos en el estómago, pues su presencia retrasa la absorción; el tipo de bebida consumida (por ejemplo, las mezclas con bebidas gaseosas se absorben antes); el tiempo transcurrido desde la ingesta; o el grado de habituación o tolerancia.
Además, factores como el sexo, la edad y el peso de la persona están directamente relacionados con la velocidad de absorción y con la cantidad total de alcohol que pasa a la sangre.
Así, mientras que con una copa de vino un hombre de entre 70 y 90 kg de peso presentaría una tasa de alcoholemia de 0,16-0,20 gr/l y estaría aún dentro de los nuevos límites marcados por la DGT, una mujer de entre 50-70kg de peso con una copa de esta misma bebida presentaría ya una tasa de entre 0,25-0,35 gr/l, excediéndose de los nuevos parámetros permitidos.
Cabe plantearse en este punto la posibilidad de diferenciar la tasa permitida en función de parámetros como el sexo de la persona. ¿Debería permitirse una tasa de alcoholemia distinta en función de si el sujeto es hombre o mujer, teniendo en cuenta que el peso y la altura media de los hombres es notablemente superior al de las mujeres?
En mi opinión, esta posibilidad no parece del todo razonable, ya que, puestos a diferenciar, cabría también plantear tasas permitidas diferentes en función de la edad del sujeto (pues está demostrado que las personas mayores de 65 años son más sensibles a los efectos del alcohol) o del vehículo que se conduce (no cabe duda de que la atención y los reflejos exigidos a un motorista son a menudo mayores de los que precisa el conductor de un turismo), lo que generaría desigualdades y exigiría numerosos estudios para poder fijar diferentes baremos con precisión.
¿Cabe entonces plantearse la reducción de la tasa de alcoholemia de 0,5 a 0,00 gr/l como solución a este difícil problema? Veamos qué sucede en otros países de nuestro entorno.
Podemos adelantar que España se encuentra bastante alineada con sus países vecinos en cuanto a la tasa actual de alcoholemia permitida. Así, en Alemania, Francia, Bélgica, Italia o Portugal la tasa de alcoholemia permitida es también de 0,5 gr/l en sangre.
En la cúspide, destacan países como Malta, Reino Unido o Liechtenstein, donde se permite hasta 0,8 gr/l en sangre. Por el contrario, en la base de la pirámide encontramos a Noruega, Suecia, Polonia o Estonia, con una tasa de 0.2 gr/l, que coincide con la actual propuesta de la DGT.
Finalmente, es preciso mencionar algunos países en los que directamente la tasa de alcoholemia permitida es de 0,00 gr/l. Hungría, Rumanía, Eslovaquia o Bulgaria serían algunos ejemplos de esto último. Desde luego, esta última propuesta resulta muy coherente con las últimas campañas de la DGT, en las que se dice que solo una tasa 0 tiene 0 consecuencias.
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