Maribel Martín, la extremeña que dejó la ingeniería para vestir novias en la España rural: "No renuncio a vivir aquí"
Con 28 años está al frente de uno de los pocos atelieres de la comarca extremeña especializados en moda nupcial. Hablamos con ella.
30 septiembre, 2024 08:09Maribel Martín Gómez (1998) es originaria de un remoto pueblo de Extremadura, graduada como ingeniera agrónoma, su verdadera pasión siempre había sido la moda, solo que dedicarse a ello "no lo había visto como una forma de vida". Ahora, con 28 años de edad y una trayectoria de apenas cuatro años, cuenta con su propio atelier en el centro de Badajoz, lidera un equipo de mujeres y planea expandirse a la capital del país.
La primera vez que escuché hablar de Maribel fue por su primo, un gran amigo mío de la infancia quien, conocedor de mi gusto por la moda, me invitó a descubrir el trabajo detrás de la primera colección que estrenaba.
Su carta de presentación era sencilla, un perfil de Instagram cuidado al detalle donde los diseños creados a medida cobraban vida e invitaban a saber más sobre aquella firma bautizada como Cafarela. Sin evitarlo, contacté con ella y guardé en la recamara su contacto. Sabía que, en algún momento, surgiría la oportunidad de entrevistarla y despojarme de todos mis interrogantes.
Maribel, ¿cómo te lanzas al diseño siendo ingeniera agrónoma?
Nunca lo había visto como una forma de vida como para dedicarme a ello. Era un hobbie que tenía junto a mi madre, que era diseñadora, y mi abuela, que era modista.
El verano de primero de carrera me apunté a unas clases de diseño y confección y ahí empezó la aventura.
¿Recuerdas tu primer diseño?
He diseñado desde pequeña, pero lo primero que confeccioné y lucí fue un vestido de invitada para mí, con el que fui a la boda de una de mis primas. Se casaba dos meses después de yo haber empezado las clases de confección, pero había avanzado tanto que me atreví.
¿No pensaste en dejar la Ingeniería y pasarte a la moda?
Con mi primer diseño hecho realidad supe que quería hacer eso sí o sí, pero también me encantaba mi carrera. A mí me apasiona el campo y los animales. Decidí terminarla porque en Extremadura es algo que tiene muchas salidas profesionales, lo de los diseños no lo veía muy seguro y quería tener una segunda opción.
Durante la carrera hice muchos cursos prácticos aplicados al patronaje y la costura para poder llevar todo lo que había en mi imaginación a la realidad. Todos los veranos los pasaba dedicada a eso.
¿Y cuándo se crea Cafarela?
¡Al día siguiente de entregar mi TFG!
Quiero saber más...
Para entonces había ido cosiendo para mi círculo más cercano. Mis primas, mi hermana, mi madre, amigas de amigas... Necesitaba un sitio donde compartir todo esto y me creé una cuenta de Instagram.
No quería poner mi nombre y apellido, quería que fuera algo especial. Mi madre estudió diseño y cuando mi hermana y yo éramos pequeñas, jugábamos con sus apuntes e imaginábamos que teníamos una tienda. En uno de los proyectos de la carrera tuvo que crear una boutique y le dio el nombre de Cafarela, el apellido de un actor italiano que por entonces le encantaba. Así que cuando tuve que abrir este perfil de Instagram, lo tuve claro: Cafarela.
La moda va en tu ADN, creciste entre costuras, ¿también te viene de serie el gen emprendedor?
Para nada. Mi madre estudió diseño e hizo una primera colección que vendió, pero luego se dedicó a otra cosa.
Novias rurales
Con la democratización de la moda y la globalización, parece que todo está a nuestro alcance cuando vivimos en una gran ciudad. Sin embargo, quienes venimos de aquello que se conoce como la España vaciada sabemos las carencias que existen en ciertos sectores. Y la confección a medida es uno de ellos.
Lo que antes era tradición, ahora parece relegado a un oficio de valientes como Maribel Martínez, que con su atelier nupcial rescata ese savoir faire de la artesanía y el detalle en diseños únicos.
"El mensaje que me mandó fue '¿Te atreves?' ¡Y claro que me atreví!"
¿En qué momento decides que lo tuyo son los trajes de novia?
He sabido que quería hacer novias desde el principio. Hoy en día, las bodas son la ocasión en la que la gente invierte en hacerse un diseño a medida y exclusivo. Pero no podía llegar a las novias de primeras sin que nadie supiera de mí.
Empecé por las invitadas para que la gente me conociese y tuvieran referencias antes de confiar algo tan importante como el vestido de novia.
¿Cómo recuerdas la primera novia que hiciste?
La primera novia vino a mí. No había hecho ni la colección, fue una amiga de mi cuñada que había visto la colección de invitadas que hice y me dijo 'Maribel, me encanta y me apetece que me hagas mi vestido de novia'. De hecho, el mensaje que me mandó fue '¿te atreves?'. ¡Y claro que me atreví! Su vestido, mi primer vestido de novia, salió un mes antes que la colección oficial.
¿Qué dirías que hace especial una novia diseñada y confeccionada por ti?
La hace especial que es 100% ella misma. Es un diseño totalmente exclusivo y adaptado a las necesidades tanto de ese día como a su personalidad y gustos. Buscamos potenciar aquello que más le guste de su fisionomía y que se pueda sentir cómoda.
Soy la primera interesada en que las novias se sientan guapísimas, seguras y cómodas, como si fueran una modelo.
Siempre va a haber una huella muy grande por parte de la novia en el vestido, porque al final es su día y es ella quien lo luce, está claro, ¿pero qué dirías que tienen en común todos tus diseños nupciales?
Creo que todos son diseños sencillos, no son nada recargados. Quizás sean un poco más minimalistas y creo que la mayoría, muy comedidos.
Cafarela se ubica ahora mismo en Badajoz.
Sí, en la avenida Santa Marina, número 17. En el centro de la ciudad.
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Es ciudad, pero en Extremadura podemos decir que somos rurales... ¿Cómo fue ese salto de fe?
Estaba muy segura de lo que estaba haciendo y me lancé de lleno. Cuando Cafarela empezó era aún más rural que ahora, porque monté el atelier en un local que tenían mis abuelos en Sagrajas.
Para quien no lo conozca, es un pueblecito muy pequeño que pertenece a Badajoz donde no va nadie, a nada. Pero allí recibí a mis primeras clientas cuando aún estaba estudiando la carrera y allí pasé casi dos años. Hasta 2022 que abrimos el local en la ciudad, Instagram era mi escaparate.
Vaya comienzos...
Me vino muy bien tener redes sociales, y también la pandemia. Cafarela abrió en 2019 y ese año fue muy poco a poco, todo era el boca-oreja e Instagram, pero tenía muy pocos seguidores. Entonces, llegó la pandemia.
No había mascarillas, ni nada, y decidí que con la tela que tenía iba a hacer mascarillas. Mucha gente me conoció así y luego les he terminado haciendo vestidos de invitada.
Aquel dinero que conseguí me sirvió para hacer toda una colección que presenté en la Semana de la Moda de Andalucía. Todo es muy poco a poco, pero el trabajo bien hecho te trae mucha gente.
¿Qué retos presenta emprender en el mundo rural?
A lo mejor, en Madrid es más difícil jugar con el boca-oreja, y en Badajoz, como es tan pequeño, tú siempre conoces a alguien que conoce a la persona que está en Instagram llevando X vestido. Puedes preguntar a tu amiga qué tal la experiencia y eso es una rueda de gente contenta con el trabajo que va creciendo.
Mudarnos de Sagrajas a Badajoz fue un paso muy importante a nivel trabajo. Hasta ese momento era yo sola, con Almudena, la chica de redes sociales, e Isabel que entró cuando comenzamos con las novias. Ahora somos cinco en el atelier.
Has hecho de los retos, tu fortaleza.
Comparándolo con Madrid, no hay gente en Extremadura que haga lo mismo que yo y si la hay, es muy poca. Hay muchas tiendas que se denominan atelier, pero que en realidad solo te ajustan el vestido ya diseñado. Hay poco oferta de novias y nosotras damos algo diferente.
Éxito y futuro
Las cifras de Cafarela en redes sociales no son exorbitadas, pero su popularidad en la comarca es suficiente como para definir a Maribel como una mujer líder y de éxito.
"Soy feliz vistiendo a las mujeres que vienen a mí y que se ven guapísimas con sus vestidos"
¿Qué es para ti el éxito?
¡Qué complicado! Te diría que para mí el éxito es ahora mismo. No se trata de estar en grandes pasarelas ni nada por el estilo, es que una persona te escoja para un momento muy especial de su vida porque sabe que vas a reflejar su personalidad y potenciar su belleza con tus diseños. Eso es éxito.
Soy feliz vistiendo a las mujeres que vienen a mí y que se ven guapísimas con sus vestidos. También estoy orgullosa de tener un equipo, son muy importantes a la hora de llevar a cabo las ideas. Conozco gente maravillosa todos los días y me encanta mi trabajo.
¿Cuál es tu parte favorita de tu trabajo?
Dar forma a una idea, el investigar para ver cómo hacemos una manga determinada o cómo montamos una cola, para que se pueda desmontar y que quede como nos gustaría...
¿Dónde ves a Cafarela en el futuro?
No quiero quedarme solo en Extremadura, aunque la gente también puede venir hasta aquí. Me gustaría desplazar en ocasiones puntuales el equipo a Madrid para probar y tener allí más gente, más proyección y volumen de trabajo.
Ya hemos hecho novias de fuera de Extremadura que vienen con referencia de alguien de aquí. De ahí que pensemos en dar este paso.
¿Has sentido que el entorno rural te limita?
Hoy en día estamos comunicados con el resto del mundo. Ahora mismo estoy en Badajoz y para mí no es una limitación, porque si se me plantea que tengo que desplazarme porque hay más público en Madrid, puedo ir de manera puntual y seguir teniendo mi taller aquí. Puedo seguir trabajando desde aquí y viviendo aquí.
¿Qué dirías que te da Extremadura para que no te quieras irte?
Me encanta la gente de aquí y la calidad de vida que hay. Vives tranquila, yo me voy a mi trabajo andando; los fines de semana voy al campo porque me encanta y disfruto también de eso. En Madrid no lo tendría.
La vida lenta, qué placer, ¿se aprecia más lo artesanal en un lugar así?
Creo que pasa al contrario. Aquí lo damos por hecho. En la ciudad, con el ritmo de vida acelerado se valora mucho más que una cosa lleve tanto tiempo, cuidado y calma. También se valora lo exclusivo cada vez más, y la artesanía. Es un negocio que se ha ido perdiendo, pero hoy día comienza a recuperarse o yo lo quiero creer así.
Modesta líder
Si algo caracteriza a Maribel Martín es su modestia. Habla de sus triunfos con dulzura y orgullo, pero sin aspavientos y sin fanfarronear. "Sé que no son grandes cifras" dice, pero lo cierto es que se encuentra, a sus 28 años, al frente de un atelier con un equipo de cinco mujeres que tienen la agenda llena. La gente confía en su trabajo artesano y eso es la prueba de que hay algo que está haciendo muy bien.
Eres una mujer emprendedora, tienes un equipo de cinco personas, ¿te habías imaginado llegar hasta aquí cuando empezaste?
Desde el principio he pensado que tendría buena proyección. Si no, no me habría lanzado y hubiese buscado trabajo de mi carrera y me hubiera seguido dedicando a esto como un hobbie cosiendo para mí, para mi círculo más cercano.
Cuando estaba sola siempre soñaba con tener un equipo, con cómo sería cuando estuviéramos más y pudiéramos hacer más cosas. Tenía muchas expectativas.
¿Cómo crees que eres como líder de equipo?
En el equipo soy una más. La parte de diseño sí que la hago sola, pero en la parte de confección y patronaje estamos todas. Los vestidos se van haciendo entre todas, Cafarela es como casa y mi equipo es como mi familia. Entre todas, hacemos una.