Este es mi tercer libro publicado y, sin lugar a duda, el más personal de los tres. Tiene mucho que ver con mi historia de vida, con mi desarrollo profesional y también personal. Te cuento.
Estuve treinta años en el mundo corporativo, al frente de diversas responsabilidades ejecutivas. Fui la primera mujer presidenta en una cámara de comercio de más de cien años de antigüedad y he sido miembro en varios consejos.
He dirigido equipos de distinta índole y tamaño, hecho que me ha llevado a profundizar en qué significa liderar o, visto desde otro ángulo, qué significa ser líder. Y puesta a bajar al detalle, qué significa liderar en femenino y su aceptación o rechazo en el entorno empresarial.
Dedicada a la internacionalización financiera de las empresas, tuve la oportunidad de viajar a un buen número de países. Ocasiones de oro para experimentar de primera mano el valor de la diversidad.
Y todo ello con una particularidad que, si eres lectora (distinto a que seas lector), muy probablemente compartamos: desplegar mi talento en un entorno masculinizado.
Con el transcurrir de los años me di cuenta de que existían un sinfín de sutiles diferencias entre mis compañeros, hombres y yo. Detalles que, a modo de una piedrecita en el zapato, representaban una desventaja competitiva en el desarrollo de mi carrera.
Como cuando te piden en una reunión si puedes servir los cafés, cuando percibes que tu opinión tiene menos valor que la opinión de un compañero, cuando solo te preguntan a ti cómo te organizas con tus hijos…
Como cuando te sobreviene esa incómoda sensación de 'impostora' porque subestimas tus capacidades, cuando te sientes mala madre por dejar cada dos por tres a tus hijos, porque tienes que irte de viaje, cuando llegas a casa agotada y aún te queda otra jornada por cumplir…
Salí del mundo corporativo, con mucho aprendizaje acumulado y un profundo agradecimiento, y me focalicé en el estudio e investigación de algo que ya llevaba tiempo intuyendo: que nuestra historia como humanidad impacta, y mucho, en el desarrollo profesional de la mujer.
Que las mujeres nos hemos pasado miles de años en la esfera privada, encargadas del cuidado y que ahí tuvimos que potenciar habilidades tan indispensables como la capacidad de colaborar, de llegar a consenso, la escucha, la empatía, la generosidad o la intuición.
Que durante ese mismo periodo de tiempo los hombres estaban en la esfera pública donde se conjugaban otros verbos distintos como el combatir, legislar, competir o negociar.
Que en ese entorno las habilidades requeridas eran otras: pragmatismo, valentía, osadía, capacidad de asumir riesgos o de poner límites.
Que las mujeres nos hemos incorporado al mundo laboral de forma masiva hace tan solo unas décadas y que esas capacidades desarrolladas con tanto ahínco durante tanto tiempo aquí son poco valoradas.
Que las habilidades diferenciales mencionadas de unas y otros son patrimonio de toda la humanidad y que no son exclusivas de un sexo o de otro. Que son, más bien, aptitudes adaptadas a una circunstancia.
Lo que te he descrito, es el contexto donde desarrollo La millonésima mujer. Reconociendo, claro está, que hemos avanzado y mucho en términos de equidad, pero que todavía persisten barreras que parecen inamovibles.
Sesgos inconscientes, estereotipos, creencias limitantes, el síndrome de la impostora, de la carga metal, obstáculos como el peldaño roto y el techo de cristal o algo tan trascendente como la maternidad, se erigen como barreras en ocasiones insalvables.
En el libro también invito a las lectoras a que no sucumban a patrones impuestos, a que se cuestionen las reglas del juego, a que pongan su talento a disposición de su propio desarrollo profesional, pero también al servicio de la cocreación de una nueva realidad. Una realidad más equitativa, sostenible y humanizada.
La parte final del libro es un compendio de guías, herramientas para que aquellas mujeres decididas a impulsar su desarrollo profesional y a transformar el mundo encuentren inspiración para llevar a cabo este cometido.
Para finalizar, quiero contarte que este libro ha sido de larga cocción. Me ha llevado un par de años el acopio de información y estudio hasta que, finalmente, cuando sentí que ya era suficiente, me fui tres semanas a una casita en un pequeño pueblo. Me levantaba cada día a las cinco de la mañana y me acostaba bien entrada la noche.
No te niego que ha sido un proceso exigente… pero ¿sabes lo que más disfruté? Cada día, al amanecer, lanzaba una reflexión o una pregunta a mi comunidad de Instagram y sus comentarios me enriquecieron y me acompañaron día tras día. De alguna manera, formaron parte de la creación. Sin duda, fueron inspiración.
['La tierra yerma': la historia del romance de unas 'Julieta y Julieta' vestidas de charras]
Ahora, el libro ya no me pertenece. Si lo lees, ya será más tuyo que mío. Si te apetece trastear algo más sobre mí, me encuentras en redes. Y si te mueven las mismas inquietudes que a mí, te invito a que visites mi Escuela Online, un espacio formativo para mujeres inquietas. escuelamercebrey.com