El mundo del deporte es mucho más que fútbol. Los mares y océanos están llenos de atletas entregados a algo que, para ellos, es más un estilo de vida que una competición en la que llegar a conseguir un primer puesto. Y entre todos esos nombres que ocupan tablas de surf, windsurf y barcos, destaca el de Nicole van der Veden, a bordo de un catamarán volador.
Su historia es tan curiosa como su apellido. Su simpatía y aura risueña podrían ser el secreto de esta joven para conquistar el mundo de la vela, donde la presencia femenina es minoritaria. Nos colamos en el pasado familiar, conversamos del presente de élite en el que vive y adelantamos el futuro de la arubeña con nacionalidad española, afincada en Santander y ganadora de la cuarta temporada de SailGP.
Nicole van der Velden (Madrid, 1994) tiene una vida ligada al mar. Del windsurf pasó a la vela, y de ella a los catamaranes voladores. En julio de 2024 se disputó la final de la cuarta temporada de SailGp en San Francisco, la competición de velocidad mixta en la que todos los equipos cuentan con una mujer en sus filas. La deportista ejerce como estratega dentro del grupo español y, juntos, alcanzaron la victoria de la temporada.
En estos momentos, Nicole es la nueva incorporación del Sail Team Bcn y con él liderará la competición de la primera Copa América femenina que da comienzo el 29 de septiembre y que se disputará hasta el 13 de octubre. Es un sueño cumplido para ella.
He leído sobre ti desde que surgió la oportunidad de entrevistarte y son muchos los interrogantes que surgen. El primero, tu apellido. Nacida en España y criada en una isla paradisíaca de Brasil. ¿Qué historia hay detrás?
Mi madre es venezolana y mi padre es holandés, de ahí mi apellido. Por eso tengo un mix entre la parte nórdica-europea y la parte latina-sudamericana. Me representa mucho más esa última, aunque depende de para qué, porque vas cogiendo de ambas cosas.
De pequeña nos mudamos varias veces por el trabajo de mi padre. Vivieron tres años en Madrid y ahí fue donde nací. Luego nos mudamos a Surinam, por encima de Brasil; viví seis años en medio de la selva y de allí nos fuimos a Isla Margarita (Venezuela) y luego a Aruba (Brasil). Siempre he tenido una vida más tropical y tranquila, sin mucho estrés. He vivido con calor y buen tiempo y creo que ese estilo de vida hace la diferencia con los países que están más al norte. En España se nota la diferencia de mentalidad con Holanda o Dinamarca.
Y en los deportes siempre seguía a los equipos españoles, nunca he sido de seguir a los holandeses. Tenía ese link por mi padre y su familia, pero mi conexión más fuerte es con la otra parte.
Ciudadana del mundo desde que naciste, ¿te cansas de viajar en algún momento?
Sí, sin duda alguna. La gente ve la parte más bonita, pero viajar mucho y vivir con una maleta, yendo de un lado a otro, también es duro. Por lo general, las diferencias horarias son lo más complicado, pero lo que lo hace mucho más fácil es que, al final, tengo un buen estilo de vida y estoy haciendo lo que realmente me apasiona.
Me encanta navegar y siento que tengo una suerte enorme de ser deportista de vela profesional. Eso, al final, crea un equilibrio.
¿A dónde vas cuando quieres parar y sentirte en casa?
Cuando tienes muchos viajes encadenados, no hay nada mejor que llegar a tu casa y dormir en tu cama. Para mí ese momento de desconexión viene cuando llego a Santander, mi casa, donde de verdad consigo hacer cosas diferentes.
¿Qué es eso que te hace desconectar en Santander, Nicole?
¡El deporte también! [Se ríe]. Pero es diferente. Me encanta jugar al golf, estar en la naturaleza, surfear... Realmente es más bien salir del mundo de la competición y de esa presión de querer hacer todo perfecto. Es no estar pensando en la rutina y las cosas que tienes que mejorar cada día, vivir ese disfrute que a veces dejas un poco a un lado cuando estás a full.
¿Has llegado a perder la motivación en algún momento por la presión de conseguir una posición o ganar un reto?
Es difícil estar motivada cada día, especialmente el gimnasio es lo que más cuesta. En el agua, cuando está lloviendo y hace frío, lo último que quieres es salir a navegar. Esos suelen ser los días duros. Cuando hace sol, hace calor y condiciones perfectas, lo disfrutas aunque estés cansada.
Habrá muchas de nuestras lectoras que no conozcan la modalidad en la que compites: 'Catamaranes voladores'. ¿Qué es esto y cómo llegaste a competir en algo así?
Comencé con el windsurf a los once años y luego me metí en campaña olímpica. He ido cambiando bastante de clases, navegué en Nacra, que es un catamarán que aún no era volador (ahora sí) y para la campaña de París volví al windsurf.
Mi trayectoria fue realmente en la vela olímpica en diferentes clases y la vela profesional. Aquí era más difícil abrirte puertas, especialmente siendo mujer. SailGP fue uno de los primeros circuitos en dar posibilidades en 2021 y como a mí siempre me ha gustado la velocidad, me llamó mucho la atención.
Cuando se abrió esa puerta pensé qué hacer para poder estar involucrada y cómo podía llegar a estar ahí. La verdad que es un barco increíble, una sensación inigualable. Es como ir en un coche a 90 km/h sin techo ni ventanas, imagínate. Es una locura, una pasada. Esa sensación de velocidad y las fuerzas que conlleva la sincronización entre todos los miembros del equipo...
Para ti, ¿qué es lo más difícil durante una competición?
Creo que la vela es un deporte en el que cuenta mucho la experiencia, por eso vemos que tiene mucha longevidad en el tiempo. No es como la gimnasia que igual tienes tu pico a los 18-20 años. Aquí el pico llega más tarde porque tiene que ver con la experiencia. Creo que, de tanto cambiar de clases, he aprendido muchísimo.
Lo más difícil es comenzar desde cero cada vez, aunque tengas mucha más experiencia en otros ámbitos que te ayudan, pero, a la vez, falta lo específico de cada clase. Eso, junto con la parte mental, que es lo que marca la diferencia en momentos de presión.
"Lo que me ha dado la meditación es la manera de identificar más rápido el tipo de pensamientos que estoy teniendo y cómo está reaccionando mi cuerpo ante ellos para poder trabajarlos desde ese punto"
¿Cuál es tu secreto para mantener la calma y vencer esa presión?
Uso mucho la meditación en el día a día. Creo que es algo que me ha hecho aprender y mejorar mucho. Sé usarla como herramienta en la competición, junto a la respiración.
Lo más difícil es saber identificar qué te está pasando, cómo te está afectando y cómo cambia tu cuerpo por esas emociones y pensamientos. Lo que me ha dado la meditación es la manera de identificar más rápido el tipo de pensamientos que estoy teniendo y cómo está reaccionando mi cuerpo ante ellos para poder trabajarlos desde ese punto. Es una herramienta muy buena.
Sabiendo que la experiencia cuenta tanto en estas categorías, ¿tienes pensado mantenerte o piensas seguir probando, cambiando, divirtiéndote?
Me gustaría tener continuidad. Todo depende mucho también de las oportunidades que se presentan, pero no creo que haga una clase nueva.
Creo que lo vemos también en Sail GP es que en el equipo hemos estado algo más de un año trabajando juntos y hemos ido mejorando cada día, en individual y en conjunto. Y sí, intentaré ir por un camino lineal [ríe ilusionada].
Por último, ¿qué le dirías a la Nicole de 11 años que empezó a practicar windsurf?
Es algo que le diría a todos los niños de esa edad: que encuentren algo que les motive y llene por dentro, sea lo que sea, y sin tener miedo a desarrollarse en aquello que les apasiona. Me lo habría dicho más veces de pequeña.