Si algo tengo claro es que la pasión de mi vida es escribir. Lo hago desde que tengo uso de razón. Después, cuando fui adolescente, era gordita y nunca tenía novio; mientras mis amigas lo dejaban con uno y empezaban con otro. Por este motivo, o bien estaba sola, o no tenía nada interesante que contar; por eso escribía mis vivencias para mí, que era a la única que le interesaban. Más tarde vinieron las historias ficticias.
A los treinta años me echaron del trabajo en cuanto se enteraron de que estaba embarazada. Sí, este país es así de conciliador. A las mujeres nos lo ponen todo muy fácil (nótese la ironía). Recuerdo que mi marido me animó a autopublicar en Amazon mi primera trilogía “Solo Tuya”, pero como soy muy insegura, me daba miedo que alguien me conociera.
Al final pensé que no tenía redes sociales y que no me conocía nadie, así que me animé. Y de la noche a la mañana, sin publicidad alguna, las novelas llegaron al número 1 en USA, México y España. Fue algo que aún no he asimilado. Creo que fue el destino que me llevaba por el camino que debía tomar justo en el momento idóneo, porque de haber estado trabajando nunca hubiera seguido escribiendo.
Después de aquello, volví a publicar en amazon y de nuevo volví a tener el mismo éxito. A partir de ahí las editoriales contactaron conmigo y he publicado con Planeta, Harper Collins y Penguin Random House, aunque también sigo autopublicando porque me gusta mucho. Son mis raíces.
No sé lo que me deparará el futuro, pero de momento tengo varios proyectos importantes y uno de ellos tiene que ver con una adaptación. Hasta ahí puedo leer.
Mi novela número 16, Odiarte y otras mentiras publicada con Montena, surgió de lo más profundo de mi corazón, motivada por el amor más grande y puro que pueda existir: el de una madre por su hijo.
En la sociedad en la que vivimos nos damos continuos golpes de pecho por ser modernos, inclusivos y avanzados, por ejemplo, por utilizar un género neutro al hablar; aunque la realidad de nuestra sociedad es mucho más dura.
A día de hoy, en los colegios e institutos todavía se sigue señalando al que es diferente y se le sigue persiguiendo por serlo. Tanto, que la tasa de suicidios cada vez es más elevada en niños.
Yo no podía quedarme de brazos cruzados ante semejante atrocidad, como hacen muchos, lamentablemente. Yo quería hacer lo que estuviera al alcance de mi mano para poner mi granito de arena.
Por desgracia, en mi casa estamos viviendo algo similar. Mi hijo tiene altas capacidades, lo que conlleva graves problemas de sociabilización, entre otras cosas, por lo que los jóvenes de su edad le discriminan, señalan con el dedo, se mofan e incluso le agreden. Esto ocurre desde que era bien pequeñito. Es muy cruel que te aparten porque no te gusten las mismas cosas que a la mayoría.
Es injusto que no se vea el gran corazón que tiene y lo buena persona que es. Él cada vez está más encerrado en sí mismo. El único sitio donde es feliz es en su pequeño mundo imaginario sumergido entre libros porque es en el único sitio donde no lo insultan y puede ser libre. De ahí surgió la idea de mi protagonista, Taylor.
A pesar del problema personal que me llevó a escribir esta historia, la novela no tiene un tono para nada dramático, se tratan los temas más duros, con delicadeza, pero los demás desde el humor y la comedia para que no sea traumático para el lector.
Taylor no tiene amigas y la única que tiene es muy tóxica, pues estas personas suelen tener alrededor gente que se aprovecha de su bondad y necesidad de ser queridas. En el libro se habla de aprender a soltar para poder ser feliz. En la adolescencia no es tan fácil distinguir estas relaciones tóxicas y espero que al leer la novela los jóvenes sepan identificarlas.
Está ambientada en Pittsburgh, en la universidad Carnegie Mellon, donde nuestra protagonista estudia ingeniería informática. Debido a un monumental malentendido de su amiga, la tóxica, Taylor se ve envuelta en un enfrentamiento por defenderla con el chico más popular del campus, el capitán del equipo de baloncesto, Ron Carter. A partir de ese momento se odian a muerte los dos, o eso hacen creer al resto, pues ella siempre ha estado enamorada de él.
Una de las veces que Taylor huye de los secuaces de Carter, aparece el tercero en discordia para defenderla, Raysu. Él es un lobo solitario, oscuro y un friki del anime y el manga, como ella. Poco a poco se irán conociendo, pero él cree que no tiene nada que ofrecerle, que es una mala influencia para ella, y trata por todos los medios de que ella lo odie.
Taylor se verá obligada a decidir entre el chico popular y lo que ello conlleva, pues es lo que siempre ha aborrecido, o el chico rarito como ella. Aprenderá a abrir de nuevo ese corazón que se ha visto obligada a proteger entre capas y capas de hormigón. Y, sobre todo, volverá a sonreír.
Esta novela no solo nos muestra un intrigante triángulo amoroso en el que dudarás con quién va a quedarse la protagonista a cada página. También nos habla, a través de personajes universitarios, de temas tan importantes como la familia, los amigos, el primer amor, los celos y, sobre todo, la salud mental. Algo fundamental a lo que no le damos la suficiente importancia.
El proceso de escritura de esta novela ha sido precioso porque al principio de cada capítulo hay una frase que mi hijo ha seleccionado de sus libros favoritos. Pasar tiempo con él ha sido un regalo y espero que algún día descubra que los demás estaban equivocados y que es un ser maravilloso.
Aprovecho para agradecer a Montena esta oportunidad y a mis lectoras por el apoyo incondicional que me brindan siempre. Espero que os guste mucho el libro.