Ha pasado más de un año desde que empecé el proceso de escritura de La buena compañía y, desde entonces, no he podido dejar de imaginar el momento de recibir el libro en casa. Llegó hace unos días y aún no me lo creo.
['Una asesina en el espejo': cuando se escribe y se mata para crear arte]
Estoy muy orgullosa de todo el trabajo hecho y del resultado. Sin embargo, siento lo que mi generación llamaría el 'síndrome de la impostora'. Tengo un enorme respeto por la profesión de escribir, por los libros —creo que así debe ser—, por eso que siempre digo "he escrito un libro" en lugar de "soy escritora".
La mayoría de los capítulos están redactados en cafeterías modernas de Madrid, donde me gastaba el dinero en un desayuno carísimo —pero muy rico— fingiendo que estaba en una especie de oficina, rodeada de gente que también teletrabajaba. Somos una generación experta en intentar romantizar estas situaciones.
Otros capítulos se escribieron en bibliotecas públicas, a las que dedico parte del libro (mención especial desde aquí a la increíble biblioteca del Museo Reina Sofía, un sitio donde parece que la inspiración viene sola); y otros en mi casa, por la noche, que es cuando más creatividad suelo tener y cuando menos me costaba enfrentarme a la hoja en blanco. El libro habla de psicología social, es una mezcla de análisis psicológico del ser humano, curiosidades y referencias a mis películas favoritas, canciones y otros libros. Y, por supuesto, refleja mi manera de ver la vida y de entender las cosas: al fin y al cabo, todas las opiniones que he compartido aquí están sesgadas por mis vivencias personales y mis gustos.
En La buena compañía, reflexiono, entre otros temas, sobre la necesidad de formar parte de un grupo y sobre la maldad, sobre hacer scroll en Instagram y sobre muchas otras curiosidades (¿de dónde viene la expresión "lavado de cerebro"?). Pero también sobre lo que nos enseñan películas como Mientras dure la guerra o, ¿por qué no?, la letra de una canción de Rosalía.
Hay partes del libro donde se juntan la psicología y la filosofía, dos disciplinas para mí tan entrelazadas que es difícil separarlas. ¿Somos más tontos que hace cien años? ¿Somos libres? Intento dar respuesta a estas preguntas. O, al menos, te presento la información para que tú puedas formarte tu propia respuesta.
En este libro he intentado unir tres ideas: el yo, los demás y el mundo. Porque no somos seres independientes. Por mucho que queramos, somos interdependientes. Vivimos en la era del autocuidado, de priorizarse y de ser individualista. Y está genial que trabajes tu amor propio, pero siendo consciente de que si alguien disfruta de su soledad seguramente sea porque se trata de una soledad elegida. Además, es muy probable que cuente con una red segura de personas a la que acudir.
Justo por eso el libro empieza con esta frase de Mafalda: "¿Pensaron alguna vez que, si no fuera por todos, nadie sería nada?". Hay tantos libros de psicología —o de la famosa y tan criticada autoayuda— que ignoran el contexto y que se olvidan de muchas de las variables a tener en cuenta. Tenía claro que era algo en lo que no quería caer.
Quizá vendería más, soy consciente de lo atractivo que suena si os digo que en este libro os enseño un método novedoso e infalible para ser más feliz y qué cosas exactas tienes que modificar para que tu vida mejore. Pero la realidad es otra y primero es el sistema el que ha de cambiar en muchos aspectos.
Al final del libro encontrarás una lista relacionando cada capítulo con películas y canciones. El proceso ideal sería que, cada vez que leyeras un capítulo, escuchases la canción — atendiendo bien a la letra— y vieras la película para poder seguir reflexionando sobre el tema.
Incluir esta lista era muy importante para mí. Lo que soy, lo que pienso y lo que hago, en parte, deriva de mis referentes, de la cultura. Muchas realidades solo las he conocido a través de la pantalla. El cine me ha permitido reflexionar sobre un gran número de experiencias que, de otra forma, nunca hubiera logrado entender.
En definitiva, después de escribir La buena compañía puedo concluir que el estudio de nuestro comportamiento nos acerca a la libertad. Porque si hay alguna forma de aproximarse a la ella es sabiendo por qué hacemos lo que hacemos, por qué pensamos como pensamos o por qué nos sentimos de una determinada manera.
Unos de los objetivos del libro es que puedas entender mejor cómo funciona tu comportamiento y, en consecuencia, entender mejor a los demás. El título, La buena compañía, hace referencia a nuestras relaciones y a la importancia de que estas sean de calidad.
Ojalá tú mismo seas tu buena compañía. Y ojalá todos estemos siempre rodeados de buena compañía, para que, si lo primero no sucede, los de nuestro alrededor nos lo puedan recordar.