Arantxa Echevarría perdió la cuenta de cuántas veces recaló en la tienda de alimentación que había justo debajo de su piso en el barrio de Lavapiés.
Solía regresar de rodajes a altas horas de la noche, y en vista de que su nevera y alacena estaban vacías, ese comercio regentado por una familia de origen chino siempre fue su única salvación para no irse a la cama con el estómago vacío.
En esa tienda-salvavidas cuenta que trabó amistad con Lucía, una pizpireta niña de nueve años a quien muchas veces ayudó a hacer los deberes, bajo la mirada de su madre, una mujer más bien seca de trato, que siempre estaba trabajando, estresada y que apenas hablaba español.
Hasta que un día ésta le extendió un papel a Arantxa para que le ayudara con algo que no terminaba de entender. Era la carta que Lucía le había escrito a los Reyes. Por aquel entonces la cineasta no imaginó que precisamente esas vivencias las volcaría en el argumento de Chinas, su más reciente película.
Comunidad desconocida
Arantxa Echevarría (Bilbao, 1968) una vez más, y tal como lo hizo con su opera prima Carmen y Lola (2018) nos acerca a una comunidad absolutamente desconocida pese a que forma parte de nuestra sociedad.
Tras un largo e intenso proceso de casting dio con sus intérpretes naturales, teniendo el cuidado de que tuvieran el mismo acento en mandarín, por lo que sus familias provienen de Qingtian y Wenzhou. Xinyi Ye, Daniela Shiman Yang, Ella Qiu y Yeju Li, así como Valeria Fernández (que interpreta a Susana), dan la talla junto a los reconocidos Leonor Watling, Carolina Yuste y Pablo Molinero.
Más que una misión artística de acercarnos ‘al otro’ y de paso derribar barreras, Arantxa se refiere a hacer uso de un altavoz. "Puedo meter a una persona en una sala a oscuras durante una hora y media, se olvida del móvil, de los problemas del trabajo, para escucharme", aseguraba ante las miradas atentas de Xinyi Ye, Daniela Shiman Yang, Ella Qiu, Valeria Fernández y Yeju Li en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián.
"Me siento en la obligación de contar cosas que creo que son importantes", proseguía la cineasta, "en España somos multirraciales, la población está envejeciendo y no tenemos niños, pero existe una nueva generación con un trasfondo de muchas culturas y que tenemos que aceptar, comprender y querer porque también son españoles".
Chinas parte pues de una familia que regenta un bazar. La hija más pequeña Lucía (Daniela Shiman Yan) ayuda a su madre Shui (Yeju Li) en la tienda, mientras que Claudia (Xinyi Ye), que pasó los primeros años de su vida en China siendo criada por sus abuelos, cada vez más le da la espaldas a las restricciones impuestas por sus padres en su afán de ser una adolescente más de su cuadrilla.
A diferencia de su personaje, Xinyi Ye nació y creció en España. Cuenta que sus hermanos llegaron al país a los 10 años, y a través de ellos es que ha presenciado las discusiones y el reproche "¿por qué me habéis traído aquí sin mi permiso si antes me habéis dejado tirado en China?", cuenta. "Por eso no se me hizo difícil entrar en mi personaje", comenta Xinyi, cuyos padres administran un bar en Madrid y con quienes también ha tenido confrontaciones. "Además de verlo de cerca, he escuchado muchas historias parecidas, que llegan directamente al corazón", afirmaba.
También Yeju Li conoce muchas historias parecidas a la que afronta su personaje Shui, la madre de Claudia y Lucía. Xinyi traduce del mandarín al español a Yeju, quien apunta que aunque duele mucho dejar a los hijos en China, entiende la necesidad de los padres, pero también la urgencia de traerlos a su lado porque "no quieren perder la relación con sus hijos".
Sacrificio real
Hasta el momento de los castings, Arantxa desconocía historias como esta. "Cuando empecé a hablar con las adolescentes y con las madres que me contaron todo eso, me propuse contarlo", apunta la directora y guionista que además de enfrascarse en una profunda investigación, se asesoró con la asociación Liwai (con sede en Madrid).
"Muchos padres chinos trabajan 15 horas para tener los recursos para brindarle una educación a sus hijos y no pueden atenderlos, quieren hacer lo mejor a pesar de sus críos, y todo eso es muy duro, es el típico ‘lo hago por tu bien, aunque ahora mismo no seas feliz, luego será mejor para ti’, y es algo con lo que los padres siempre tenemos que confrontarnos", dilucida Echevarría, "es sacrificio real, lo hacen por amor y acaba siendo dolorosísimo para todo el mundo".
La maternidad y la paternidad también la aborda Arantxa Echevarría en Chinas desde otro punto de vista, como lo es la adopción. Xiang (interpretado por Ella Qiu) y sus padres adoptivos españoles y de una clase social acomodada (Leonor Watling y Pablo Molinero), remiten de inmediato a las casi 18.000 niñas chinas que fueron adoptadas entre 1995 y 2014 aproximadamente, una masiva ola de adopciones que fue el resultado de la Ley del hijo único impuesta en China desde 1982 y que fue finalmente derogada en 2015.
Así como Daniela Shiman Yang es en realidad una niña cuyos padres tienen un bazar, Arantxa cuenta que tuvo la opción de que Xiang lo interpretara una niña adoptada, pero desechó la idea. "Me pareció que el viaje emocional que tenían que pasar la niña y los padres no iba a ser bueno", revela la cineasta, "esta peli es para lograr cosas buenas, no para dañar", concluye.
No le llames ‘china’
Para Carolina Yuste, quien interpreta a Amaya, o más bien a la Arantxa de aquellos tiempos con la nevera siempre vacía, "Chinas es una peli que suma". Cuenta que ella justo vive en Madrid entre Carabanchel y Usera, por lo que la comunidad china es prácticamente vecina suya.
"Pertenece a mi cotidianidad y sin embargo es gente de la que desconozco absolutamente todo", admitía la actriz en el Zinemaldia, valorando la acertada decisión de Arantxa Echevarría de poner otra vez la mirada en un grupo de la sociedad con la finalidad de visualizarlo. Después de protagonizar Carmen y Lola, a Carolina le emociona poder acompañar a Arantxa "todo el rato en esto", dice.
Su participación en Chinas, que además es un personaje en el que es pertinente vernos reflejados para no pecar de buenistas, afirma que le ha cambiado su percepción y ha contribuido a derrumbar una buena cantidad de prejuicios. "Ya no se me ocurre decir ‘bajo al chino’ ", pone un ejemplo, "entendí que decir eso es un micro-racismo instaurado, hay que llamarlo bazar o tienda de alimentación, y no definirlo por su procedencia", acota la actriz.
36.000 chinos en Madrid
En España viven más de 193.000 chinos, de los cuales cerca de 36.000 están asentados en Madrid, y de estos una cuarta parte conforma la nutrida comunidad que habita en Usera, la llamada Chinatown madrileña, donde se desarrolla Chinas y se encuentra la tienda de la Lucía de ficción.
"La verdad es que la historia de la película se parece a mi vida real pero un poco cambiada", cuenta la niña Daniela Shiman Yang con una sonrisa luminosa, "porque tampoco es que esté mucho tiempo en el bazar ni esas cosas, pero ayudo y pues a veces mi hermana con mi madre se pelean pero tampoco es tan fuerte como la pelea que hubo en la película". Deja caer un spoiler sin querer.
Su hermana de la ficción sí que ha tenido confrontaciones en su familia. A sus 21 años, Xinyi Ye sabe lo que es trabajar codo a codo con sus padres y hermanos, como también está consciente de lo que significa tomar una decisión que en el seno de la comunidad china es muy extraño que se produzca, como lo es el marcharse de casa. Ella lo hizo. Arantxa aprovecha para contar una anécdota de Xinyi, y es que cuando ésta faltaba a clases en el instituto ("hacer pellas", como buena madrileña acota Xinyi), no era que se fuera con sus amigos a beber cerveza, más bien se refugiaba en la biblioteca. Xinyi sonríe y asiente.
"En los castings siempre acabábamos llorando, me preguntaba ¿por qué todas las adolescentes chinas de Madrid estaban llorándome a mí?", se carcajea Echevarría ya con la distancia que da el recuerdo, y analiza, "a raíz de las confrontaciones generacionales, se la pasan mal, sufren mucho, pero de pronto encontraron en ese espacio una válvula de escape para hablar y decir cosas que no podían expresar, porque los estudios son tan importantes, como también cuidar a los padres y el respeto hacia ellos".
Tras el largo proceso que le significó la realización de la película, Arantxa aún se maravilla de los descubrimientos. "Me pareció fascinante ver que esta nueva generación mantiene lo bueno de su cultura y adquiera lo bueno de esta donde viven, por otra parte nos dan 1000 vueltas, están sobradamente preparados y van a ser el futuro de España, por lo cual yo estoy encantada".
Después de verse confrontadas con esta historia que pone el foco en una comunidad que está expuesta a la indiferencia de la población, pero también al bullying y en casos extremos a la sinofobia, queda preguntar qué sentimientos les despierta cuando las llaman chinas.
Ella Qiu que nació en EE.UU y que ha tenido una vida muy diferente a la de sus compañeras de reparto, dice que se siente orgullosa de tener una familia china. En cambio Daniela Shiman Yang, que ya ronda los 11, recuerda que cuando le llamaban ‘china’ la hacían sentirse mal y que solía reaccionar, pero "ya me da igual".
Desde muy pequeña cuenta Xinyin Ye que sobre todo los adultos eran quienes le decían ‘chinita’, cosa que no le hacía nada de gracia, pero que con el tiempo optó por normalizarlo. "Te acostumbras a que otro idiota más del montón te llame así", zanja.
"Siempre me dije que cuando cumpliera los 18 años tomaría la nacionalidad española, porque quería ser ‘más normal’ ", Xinyin le pone las comillas a su deseo de antaño que de paso hizo realidad, "pero lo que ha cambiado ahora es que me siento muy orgullosa de ser china, me parece muy bien el hecho de haber nacido aquí, y puedo decir que soy española y también que soy china, y eso me encanta".
Una de las particularidades de Chinas, que navega entre la comedia y el drama, es que está destinada al gran público, pero al mismo tiempo conserva la huella autoral de Arantxa Echevarría. "Quería transmitir un mensaje, que la gente la viera y que esté dispuesta a cambiar", comenta la directora.
"En España somos un poco racistas y clasistas, creo que películas como estas tienen que hacer que la gente se dé cuenta de que es maravilloso conocer al otro, como también hacernos entender que no somos el ombligo del mundo, que la sociedad está llena de muchos cristales de colores, y que cuantos más seamos, pues mejor", concluye.