A través de su trabajo, Malena Alterio (1974, Buenos Aires, Argentina) ha reivindicado el talento interpretativo que recorre sus venas. Hija del gran Héctor Alterio, y hermana del también actor Ernesto Alterio, Malena sabe lo que supone la responsabilidad de llevar el arte en las entrañas y dedicarse a un oficio, el de actriz, que parecía escrito cuando, a los ocho meses de edad, se vio obligada a exiliarse en España.

Lo hizo debido a las amenazas de muerte que sufrió su padre por parte de la Triple A, un grupo paramilitar de extrema derecha en Argentina. Un país, el de sus orígenes, que observa desde la lejanía con cierta tristeza por los últimos acontecimientos políticos acaecidos.

A lo largo de su carrera, Alterio ha demostrado una versatilidad excepcional, haciendo alarde, sobre todo, de su vis cómica, como demostró interpretando a la inolvidable Bélen en la mítica serie Aquí no hay quien viva. Sin embargo, su deseo de explorar nuevos horizontes profesionales la ha llevado a encarnar personajes más serios, como el que ahora nos ofrece en Que nadie duerma, su última película, basada en la novela homónima de Juan José Millás y dirigida por Antonio Méndez Esparza.

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Un drama profundo y reflexivo, con toques de comedia, que confirma, una vez más, el talento de esta actriz que a punto está de sobrepasar la barrera de los cincuenta, una edad injusta para las actrices, quienes se enfrentan a la escasez de personajes protagonistas femeninos, a "mujeres de verdad".

Fotografía de la actriz. Cedida

Antes de que eso pueda suceder, Alterio nos presenta a Lucía, una mujer con una vida aparentemente normal que, tras ser despedida, comienza a trabajar como taxista nocturna en el madrileño barrio de Usera. Un personaje de los "más complejos y ricos" que le ha tocado encarnar, revela, y del que ha aprendido que "no hay que hundirse, que hay que pelear, que hay que reinventarse". 

Su interpretación le ha reportado una nominación a mejor actriz protagonista en la próxima edición de los Premios Goya; una candidatura que le ilusiona, "por el reconocimiento que supone", pero que espera que sirva para que la gente vaya al cine a ver su trabajo: "la mayor de las recompensas".

En Que nadie duerma interpretas a Lucía, una mujer valiente, resiliente, que tiene que luchar y adaptarse a las circunstancias, ¿qué destacarías de este personaje?

Lucía es uno de los personajes más complejos y ricos de los que me ha tocado encarnar. Es un personaje muy humano, con todas sus contradicciones. Es una mujer que tiene mucha vida interior. Es muy valiente y, lejos de hundirse y deprimirse, siempre tira para adelante con bastante optimismo.

En la película, Lucía toma las riendas de su propia vida cuando decide comprar un taxi después de ser despedida de su empresa. ¿Qué decisión clave has tomado tú a lo largo de tu vida que te haya hecho llegar donde has llegado?

Pues a veces tomas decisiones en la vida que luego no sabes la dimensión que van a tomar después. Pero siempre estamos eligiendo. Y supongo que haber elegido el camino de la interpretación ha cambiado mi vida. O tomar decisiones de haber elegido un proyecto u otro también te modifica la vida. Pero la verdad es que estoy muy contenta de haber elegido siempre todos los caminos que he elegido, porque me han llevado hasta aquí.

Estás en un momento de tu carrera donde afrontas proyectos como este tan interesantes, más serios, más autorales, sin embargo, cuando echas la vista atrás, ¿sientes nostalgia de, sobre todo, el éxito que supuso Aquí no hay quien viva? ¿Cómo recuerdas esa etapa?

Yo creo que todo va sumando y quizá, si yo no hubiera pasado por aquella maravillosa serie como fue Aquí no hay quien viva, ahora no estaría encarnando a Lucía. Hace 20 años ya y la recuerdo con mucha nostalgia y muy positiva. Es una serie que, a día de hoy, sigue funcionando y ha sido un fenómeno de masas. Pero Belén (así se llamaba su personaje) forma parte de una época pasada a la que le tengo mucho cariño, y ahora, afortunadamente, estoy haciendo trabajos que me gustan mucho, tanto en cine, en tele o en teatro.

La mayor recompensa para un actor es que la gente vaya a al cine

Acabas de ser nominada por este personaje a mejor interpretación femenina en los Goya. Ya fuiste nominada una vez, en tu primera película, “El palo”, ¿cuánto te ilusiona esta nueva nominación?

Los premios son una consecuencia de que tu trabajo ha llegado de una manera poderosa y rotunda, y eso no es fácil. Llevo ya muchos años en esto y para que se den estas circunstancias hay que tener suerte también, hay mucho de azar, aunque siempre acompañado de mucho trabajo. Es lo típico de estar en el momento indicado, que tú encajes perfectamente con un personaje, que a nivel vital te encuentres en consonancia con el proyecto.

Y si mi trabajo gusta y es premiado pues lo agradezco mucho, aunque también me gustaría que eso fuera consecuencia de que la gente fuera al cine. Esa creo que es la mayor recompensa que puede recibir un actor o una actriz: que la gente vaya a ver su trabajo por el que ha sido premiado o nominado.

Decía Aitana Sánchez-Gijón, compañera tuya de reparto en esta película, que las actrices, a diferencia de los hombres, cuando atraviesan la barrera de los cincuenta dejan de llamarlas para proyectos, o si las llaman es para papeles secundarios, para ser objetos decorativos… ¿Tienes miedo de que eso pueda suceder?

No es un miedo, es una realidad. En proporción, siempre salimos perdiendo. Pero tengo la sensación de que algo está cambiando en los últimos años. Cada vez aparecen más directoras con una mirada muy certera acerca de la figura de la mujer, y no de una mujer joven y bella sino mujeres maduras y con arrugas.

Es muy importante que haya directoras como Isabel Coixet o Pilar Palomero... Y ojalá sigamos por este camino y que se igualen las posibilidades entre hombres y mujeres, y que sigamos viendo cada vez más propuestas de mujeres tan interesantes. Y, sobre todo, mujeres que pasamos la barrera de los cincuenta.

Es muy importante que se cuenten historias de mujeres de verdad

Tu personaje en “Que nadie duerma” vive su sexualidad con total libertad. También encarnaste a una madre con una envidiable vida sexual en “Mamá no enredes”. Sin embargo, no es tan frecuente ver en pantalla a personajes femeninos maduros que reivindican su deseo sexual, ¿hay como una especie de tabú todavía o no lo crees así?

Es mucho más frecuente ver el deseo sexual de los hombres que desean a las mujeres y hablan abiertamente de ello. Sin embargo, al revés no tanto. Y si se hace es casi siempre desde un punto de vista más grotesco o exagerado. Por eso, como digo, es muy importante que se cuenten historias de mujeres de verdad que hablen del deseo de forma realista y donde nos podamos sentir identificadas.

La película también refleja una soledad que duele. Una necesidad de sentirnos queridos, y eso tiene unas consecuencias. Lucía utiliza ese taxi como manera de entablar relaciones, de sentirse menos sola, ¿es muy peligrosa la soledad, no?

Totalmente. Yo creo que lo conmovedor de Lucía es que, a pesar de los palos, no se hunde, no expresa de forma trágica todo lo que le sucede. Y se intenta apoyar en su amiga, en los clientes del taxi con quienes quiere conversar, y sentirse deseada y valorada. Y esa soledad viene a consecuencia de un padre enfermo que se muere, y ella se queda sola. Y busca una especie de validación. Es muy triste... La verdad que está muy bien contado. Antonio Méndez Esparza es un gran director.

¿Qué has aprendido tú de Lucía?

Me ha enseñado que no hay que hundirse, que hay que pelear, que hay que reinventarse, que no hay que vivir regodeándote en el fracaso. Hay que salir de los reveses que tiene la vida como hace ella, que se queda sin trabajo y se compra un taxi, con toda la ilusión del mundo, y se siente poderosa... Todo eso me lo ha enseñado a mí, a nivel personal. 

¿Y a ti como actriz?

Como actriz me ha enseñado que, a pesar de haber sido este un trabajo difícil, de confeccionar con Antonio un personaje tan profundo, también ha sido muy revelador. Y me ha enseñado la importancia de reivindicar la creación en el cine.

A veces, los actores, estamos demasiado estructurados y hacemos las cosas más desde la técnica actoral, pero también hay que pararse a reflexionar sobre tu personaje, sobre lo que siente, y eso le da mucha verdad...

Y el cine de Antonio Méndez Esparza es característico por su realismo, desprende mucha verdad…

Sí, y no es frecuente estar en un set de rodaje y crear desde la improvisación y confiar en que las cosas van a suceder. Como actriz, al trabajar con Antonio, sientes mucha incertidumbre pero confías en él y sabes que al final todo va a salir de forma orgánica. Esto me lo ha enseñado él con su forma de trabajar.

El pueblo argentino se ha inmolado

Aunque hayas hecho toda tu carrera en España, tanto tú como tu familia procedeis de Argentina; tuvisteis que emigrar a España debido a las amenazas que tu padre, Héctor Alterio, recibió por parte de la extrema derecha, en el año 1974, cuando tú tenías ocho meses. ¿Qué ocurrió?

En 1974, antes del golpe de estado militar, existía un grupo paramilitar que se llamaba la Triple A y que generaban el horror en la población. Y a mi padre, como actor y figura pública en el país, lo amenazaron de muerte.

Él se encontraba en el Festival de cine de San Sebastián presentando una película. En Argentina, ya habían habido secuestros y desaparecidos, entonces mi padre optó por la decisión de quedarse en España, y ya después nos venimos aquí todos. 

¿Qué recuerdos tienes de esos momentos de incertidumbre?

Yo era muy pequeña, y lo tengo todo muy difuso, pero mi familia lo vivió de manera muy angustiosa porque no sabían lo que iba a pasar. Pasaron los años, nos quedamos en España, estudiamos aquí, trabajamos aquí, y el vínculo que me une a Argentina siempre es muy cercano, y me duele lo que está pasando en estos momentos, con la vuelta de la extrema derecha.

¿Cómo lo estás viviendo?

Pues estamos toda la familia un poco asustados, tristes, decepcionados y llenos de incredulidad ante la decisión del pueblo argentino al elegir a Milei. A veces no sabes si las cosas que pasan son reales o no. Y tampoco sabemos lo que va a pasar. Es realmente preocupante...

¿Qué crees que han visto los argentinos en Milei para darle su apoyo?

Esa es la pregunta. No sé qué han visto. No sé si el gobierno anterior ha sido tan horrible, que no lo creo, como para elegir a este tipo como opción para el cambio. El pueblo argentino se ha inmolado.

Milei ha llegado a cuestionar los crímenes de la dictadura argentina.

Totalmente, es terrorífico. Ha cuestionado a los 30.000 desaparecidos durante la dictadura, lo cual está perfectamente documentado con testimonios y juicios. Y que alguien venga a cuestionar eso cuando tantos hemos tenido que huir de ese horror, y otros muchos han perdido a su familia... Yo soy testigo de eso. A mi padre lo amenazaron de muerte.

Tanto tu hermano como tú habéis seguido la senda de tu padre, ¿qué es lo que te ha enseñado?

A contar historias, pero sobre todo, a escucharlas… Yo siempre he sido más de escuchar que de hablar, y cuando era pequeña escuchaba a mi padre contarme historias maravillosas que me dejaban fascinada. Y ahora soy actriz porque lo llevo en la sangre y por su legado como gran contador de historias que es.

Tu padre acaba de cumplir 94 años y no se baja de los escenarios. Hace años dijo que continúa trabajando porque no se puede permitir jubilarse, que tenía que seguir pagando facturas. ¿Cómo se encuentra él? 

Él ya tiene sus facturas pagadas, podría jubilarse si quisiera pero trabaja porque la interpretación es el motor de su vida, lo mantiene con el cuerpo y el alma activos. Este mundo ha sido y es su forma de vivir. Y hasta que algo se lo impida, seguirá contando historias.