La artista Itziar Rivera nos abre las puertas de su estudio en la capital madrileña para recibirnos entre risas y contarnos, con una cercanía y amabilidad inigualables, sus comienzos en el fascinante mundo de la creatividad. Conversamos con esta apasionada del arte que, con cada pincelada, teje historias visuales que cautivan y sorprenden.
"Me llamo Itziar Rivera y soy artista plástica", sin rodeos y al grano, así se presenta la mujer detrás de la obra. Su trayectoria comienza con un giro sorprendente, y es que esta joven artista se veía encaminada hacia la veterinaria. Sin embargo, la llamada de la pintura resonaba ya en su corazón desde pequeña, siendo un hobbie siempre presente a lo largo de su vida.
Entre risas, Itziar nos cuenta que, al parecer, el don artístico "ha saltado una generación". Aunque sus padres y sus tíos no comparten esta pasión, su abuela es retratista y hasta tres de sus familiares estudiaron Bellas Artes. Si antes no nos costaba creerlo, ahora lo tenemos claro, y es que Rivera lleva el arte en el ADN.
"De pequeña era con lo que me gustaba destacar. Cuando estábamos en las cenas familiares yo me quedaba con todas mis tías a dibujar; me ponían vasos y yo dibujaba bodegones", relata Itziar. Desde su infancia, esta pasión ha sido un elemento esencial para conectar con su familia y, más adelante, un punto crucial en su carrera ya que, como ella afirma: "Mis padres me apoyaron mucho, cosa que no daba por hecho".
"Te ayudan a ser artista, que eso en España no"
Itziar Rivera comenzó sus estudios en Bellas Artes en la Universidad Complutense de Madrid, pero no se quedó ahí. Llevó sus ganas de aprender al Colegio de Bellas Artes en Alemania y a la Escuela Nacional Superior de Bellas Artes en Francia, desafiando las fronteras tradicionales.
Desde clases intensivas y prácticas en España hasta la libertad de exploración personal en el extranjero, Rivera considera esta dualidad en la formación como la clave para "tener tu discurso y tu línea, pero habiendo tocado de todo". Y, es que, aunque ella nunca se lo habría imaginado, esta joven artista ha esculpido hasta en piedra, ya que, como ella dice, "tenías que aprender".
"Tengo superclaro que voy a vivir del arte"
Itziar nunca deja de sorprendernos y resulta que, al terminar la carrera, se inició en el mundo de la animación 3D como búsqueda por un plan B, aunque ahora, insiste: "Ojalá no salgamos del plan A". Fue a raíz de un cómic que surgió en la pandemia, "para ilustrar lo que había sido con exageraciones y caricaturas", que tomó la decisión de empezar un máster.
"Veía a mis amigos muriéndose hasta las mil millones de horas haciendo unas animaciones increíbles, que es lo que yo hacía en Bellas Artes, y de repente yo no, yo le estaba dedicando el mínimo para poder irme a pintar". De esta manera, aunque con el plan B todavía como una opción, Rivera fue consciente de que su pasión se encontraba en otro lugar: "Tengo superclaro que voy a vivir del arte, porque voy a encontrar mil formas, la forma que sea y que me encaje, para que pueda vivir de ello".
"Me ha enseñado a ser artista"
Entonces, el azar desempeñó un papel crucial en su trayectoria y, gracias a un amigo, encontró la oportunidad de trabajar como asistente de taller junto al artista Manu Campa. Con orgullo, Itziar nos confiesa: "Yo he aprendido a ser autónoma con él y, poco a poco, a ver cómo funciona esto desde dentro".
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Desde aquel momento, ha tratado de equilibrar su tiempo entre esta colaboración y su desarrollo personal: "Cada vez he ido disminuyendo más el tiempo que le dedico al taller para poder centrarme en lo mío, pero es lo me permite el material, el alquiler del estudio y un montón de cosas para poder seguir evolucionando y llegar a ser artista, que es lo que quiero".
"Para mí, pintar es una necesidad de contar historias"
'Fábulas', junto a 'Lanzamiento', es la primera colección de Itziar Rivera, quien, a través de su obra, trasciende lo meramente estético para adentrarse en las profundidades de la experiencia humana: "Hay que dejar la mente volar, la parte más infantil y sensible", relata Itziar. Nos comparte cómo cada cuadro es una ventana a su vida cotidiana, donde escenas y personajes se entrelazan con sus emociones más íntimas.
Transforma momentos, aparentemente comunes, en narrativas cautivadoras. Desde la representación de un señor rodeado de pájaros, a partir de una imagen de un amigo, hasta la danza entre un abuelo y una niña en un parque, cada pincelada es un relato que invita a los espectadores a explorar sus propias conexiones emocionales: "En todas las colecciones pongo escenas que vienen de mí y la verdad para mí".
"Trato que mis cuadros provoquen una emoción y muevan a la gente", así explica Itziar su objetivo con esta colección. Donde cada cuadro, aunque arraigado en la vivencia personal del artista, se convierte en un lienzo en blanco para las interpretaciones individuales.
En Lanzamiento descubrimos un mundo de texturas y relieves que desafían la percepción convencional del arte. Rivera nos invita a vivir la experiencia de sus obras, a sumergirse en la narrativa visual y a dejarse llevar por la abstracción.
Un diálogo entre el observador y la obra en el que la artista busca capturar momentos efímeros y sugerir historias en constante movimiento: "Son composiciones en las que hay mucha fuerza, es como un movimiento pausado para conseguir que la tela parezca que sigue moviéndose, cayéndose o en tensión".
"Ser artista es venderse, es buscarse la vida, porque al final eres autónomo"
Con la oportunidad de participar en la Feria de Arte de Flecha, en el Centro Comercial de Arturo Soria Plaza, aunque todavía a la espera de ser seleccionada, Itziar nos ofrece un vistazo a sus planes de futuro: "Quiero tener tranquilidad económica, pero sin parar de trabajar, quiero estar liadísima, hasta arriba de trabajo".
Con planes para una página web, negociaciones para una nueva exposición en marzo y la consideración del concepto de open studio. Rivera busca diferentes formas de conectar con una audiencia más amplia. Todo ello, por medio de una obra muy sincera: "Aquí yo me abro y a ver si os gusta, que no pasa nada si no, porque yo vengo con toda la confianza de lo mío y nadie me ha prometido nada por esto".
Itziar nos introduce a su visión del arte como una expresión en constante evolución, donde nos invita a contemplar esta disciplina como un medio para traducir emociones, pensamientos y hasta olores en obras palpables. Desde el "haz" constante hasta la aceptación de la crítica, la joven demuestra una madurez artística más allá de los años: "Da igual si está mejor o peor, porque en el momento en el que haces, ya estás más cerca de hacerlo bien".