Eva Orúe
Esta semana todo lo que quiero contar tiene una periodista en el titular.
Me encantan las metonimias con esa simplificación del colegio de 'la parte por el todo'. Por eso, para hablar de la Feria del Libro lo hago bajo el epígrafe de Eva Orúe.
Eva Orúe es la primera mujer que dirige la Feria del Libro de Madrid. Fue nombrada para el periodo 2022-2024, por lo que esta edición supone su paso del Ecuador.
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Es periodista de formación y viajera de vocación. Fue corresponsal en Londres, París y Moscú. Ha codirigido una agencia de comunicación y es colaboradora habitual de diversos medios, aunque ahora esté volcada en cuerpo y alma en este gigante que se adueña del Retiro por unos días y que lo convierte en cita imprescindible con los libros.
Eva se merece el agradecimiento y el aplauso de quienes hemos estado firmando y de quienes han visitado la Feria. La ovación real ha sido la afluencia de los lectores en todo momento.
Se trataba de firmar, de charlar con nuestros autores favoritos, de hacernos con los libros que tenemos ganas de leer. Y así ha sido a pesar de los momentos de lluvia.
Yo tuve suerte y mi tarde de domingo en la caseta fue esplendorosa. Gracias a todas las personas que hicisteis que volaran los ejemplares de Maldito Hamor y algunos de Cazar leones en Escocia de la caseta del Grupo Planeta.
Anécdotas todas. Desde una compañera de la facultad, Azucena, a la que no veía hacía más de tres décadas, que recorrió 300 kilómetros solo para darme un beso, hasta el apuesto señor que me trajo una suculenta caja de trufas de Balbisiana. Era Íñigo, el marido de Elisa Carrillo, una cariñosa y bella mujer a quien conocí en la feria pasada.
Así empecé la semana del póquer que va de domingo a viernes y la terminé en la firma de Charo Izquierdo de su nuevo libro Fashion (R)evolution, que recomiendo que lean.
Y por fin, el brindis. El Grupo Planeta nos convocó a sus autores en un maravilloso cóctel en el que celebramos los éxitos de todos y cada uno de los invitados. Para mí, es un orgullo publicar bajo un paraguas ‘planetario’ con el sello de Espasa.
Esther Esteban
Esther Esteban no necesita presentación. Llevan viéndola y leyéndola tantos y tantos años que sería absurdo que yo recapitulara ahora los cientos de entrevistas inolvidables que hemos leído y escuchado.
Ahora, Esther es además la presidenta de El Digital de Castilla la Mancha, nuestra alianza castellanomanchega.
El lunes vivimos la celebración de Enclave Corpus que ya se ha convertido en una tradición y uno de los acontecimientos del año de la comunidad autónoma. Setecientas personas y Esther brilló como la reina de Toledo.
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Emiliano García-Page y sus consejeros, políticos y alcaldables del PP y del PSOE, periodistas, empresarios, gestores… Todos estábamos disfrutando del entorno de San Marcos y de esos techos que arañan el cielo.
Yo había llamado a Alejandro de Miguel, a quien las toledanas adoran, para que, por segundo año, interpretara para mí el Corpus. Pocas cosas más bonitas que los profetas triunfando en su tierra.
Y Esther fue la reina. Y digo la reina porque la manchega de los sueños de todos es Dulcinea. Habría sido más propio, pero tengo una reserva egoísta y pueril. Desde el año en el que, en Campo de Criptana me reconocieron con ese honor, me cuesta compartirlo con nadie. Ni siquiera con mi querida Esther. No disputaría jamás una corona. Prefiero no compartir el espacio en los locos sueños de mi ingenioso hidalgo.
Alicia González
Llegó el miércoles y con él, Y ahora Sonsoles. No saben ustedes el maravilloso equipo de maquillaje y peluquería que tenemos allí.
Cuando me dicen que doy bien en cámara y que se me ve guapa y joven, el mérito no es mío. Son profesionales de excepción que disfrutan sacando la mejor versión de cada uno de nosotros. Y además son encantadores.
Allí sentados, cuando nos ponemos en sus manos, nos retratamos. Me gusta observar la forma en la que se relacionan los invitados con ellos. Esta semana, estaban peinando a mi lado a Alicia González, la esposa de Rodrigo Rato y coautora de su libro ‘¡Hasta aquí hemos llegado!’.
No nos saludamos, pero la oí amable y jovial contándoles lo extraño que era para ella ser la entrevistada y no la entrevistadora. Me sonó a tono de disculpa o justificación… Y sentí la empatía propia de quien sabe lo que es salirse del esquema de su vida por amor.
Quienes me conocen personalmente saben que tengo una batalla personal contra la expresión 'ella sabía dónde se metía' porque me parece una falsedad intolerable. Y es que, más allá de la sentencia y el cumplimiento de la condena, ella estuvo a su lado… en la alegría y en la tristeza.
La escuché en la entrevista cómo se emocionaba con la lagrimilla preparada cuando su marido dijo que a ella habría que subirla a los cielos. Me pareció que se le quebraba la voz cuando reconoció a mi querida Sonsoles que se había sentido fatal la primera vez que visitó a Rato en Soto del Real.
Solamente lo cuento para romper una lanza por el amor y contra los prejuicios y los estereotipos.
Alicia González, que trabajaba en el equipo de información económica de El País, se enamoró. Diferencia de edad, popularidad, eso que llaman poder…
Los prejuicios sociales inclinan la balanza del beneficio hacia el lado equivocado. ¿Quién dio más? ¿Quién salió ganando?
Esta historia es un buen exponente de cuánto se equivoca el rumor fácil y prejuicioso cuando ve las cosas desde fuera.
Benedetta Poletti
Y de Sonsoles, el miércoles fui directa a los premios Elle Eco.
En la entrada, la gran anfitriona Benedetta Poletti. Desde hace más de veinte años, Poletti dirige la revista ELLE en España y desde 2016 es también la directora editorial de todo el grupo. Iba vestida por paisanos italianos con un vaporoso vestido largo de los colores del mar y el cielo.
Estaba preciosa, radiante, como siempre. Brillaba más porque estaba flanqueada por Cristina Martín-Conejero, la CEO de Hearst y por Inma Jiménez, al frente de Harper´s Bazaar y directora creativa del grupo, esa alma bonita que se mueve como Campanilla dando luz a todo. Un triunvirato que hace afición.
A quienes no conozcáis a Benedetta, os invito a seguirla. Su trabajo es pura filosofía femenina, pero su forma de estar en el mundo hace que me encante estar cerca de ella. Todo es belleza a su alrededor. No he conocido a nadie que hable mal de ella. Y conozco a mucha gente.
Yo llevé a la fiesta a Olivia Robinson, una becaria neoyorquina de EL ESPAÑOL que nada más cruzó la puerta, se cruzó con Miguel Bernardeau. Me preguntó con absoluta perplejidad dónde estaba en ese momento. Le pareció un sueño.
La Real Fábrica de Tapices se volvió un verdadero edén para la joven americana. Yo sonreía mirando cómo estaba cambiando todo. Las de mi generación teníamos en Nueva York nuestras aspiraciones. Y ahora, las neoyorquinas suspiran en Madrid, como lo hacía yo a su edad en Manhattan.
La llevé conmigo al photocall. Me pareció que completaría su noche de ensueño y le dije que Elle le había regalado su “primera vez” en algo que no todo el mundo conoce.
Y eso que ella aún no sabía que iba a toparse con Thor en la cena. El matrimonio Pataky-Hemsworth brillaba como el sol australiano en la noche pasada por agua de Madrid.
La última vez que vi en la gran pantalla a Elsa Pataky interpretaba a Penélope y repartía cartas de póquer. Como en este póquer de magas. El miércoles hablaba sobre la naturaleza y la sostenibilidad. La realidad siempre supera la ficción.
Y todo bajo la atenta mirada y la batuta de mi admirada Benedetta Poletti.