La escritora Dolores Payás trae a magasIn su última novela Ultimate Love (Círculo de Tiza, 2023), con la que se convirtió en una de las diez finalistas del Premio Azorín de Novela 2023. Ella misma nos cuenta los secretos de una historia sobre dos valientes o quizás dos descerebrados que, pasados los sesenta, se apuntan a una web de citas. La fortuna y el azar hacen que el algoritmo los empareje, contra todo pronóstico porque no tienen nada que ver. Pero así es la vida. Y así es el amor.
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Soy Dolores Payás, autora de obra propia y traductora de obra ajena. Amo las palabras, las lenguas, los libros, la música y las artes. Me defino como cosmopolita y apátrida, me siento cómoda en Babel y no me gusta estar demasiado tiempo anclada en un lugar fijo. Soy lectora omnívora, escritora vocacional, jardinera entregada y buena cocinera.
Ah, y nadadora en mar abierto. Y además de todo esto, también soy abuela. Una abuela activa y productiva, independiente, cargada de proyectos, feliz. Y, en suma, muy poco dispuesta a retirarme de la vida. Entre otras muchas razones, porque me considero obligada a dar buen ejemplo a mi nieta.
Los años traen consigo el derrumbe hormonal, cierto. Momento idóneo para que haga entrada en escena un órgano tan o más importante que la batería de hormonas que suelen acompañar a Eros. Nada menos que el cerebro, nuestro cerebro. Una mente imaginativa y despierta es capaz de crear construcciones magníficas.
Palacios refulgentes en los que habita el deseo, ese no sé qué alimentado de sutilezas inasibles: una sonrisa, un gesto, una broma susurrada, un modo de mirar, un guiño esbozado con gracia. Atrás quedan los imperativos biológicos (reproducirnos, construir un nido para la camada, proveer, cuidar…). Hemos llegado a esa etapa de la vida en la que el amor no sirve para ningún propósito práctico, es solo una finalidad en sí mismo.
Disfrutar, disfrutarse, nada más (y no es poco). Bendiciones del cielo. La voluptuosidad, el regodeo y el tempo lento son patrimonio de los amantes que han llegado a la tercera edad. Una victoria más sobre el tiempo.
Eso, y algunas cosas más, todas ellas fascinantes, descubren los protagonistas de Ultimate Love cuando deciden lanzarse a la temeraria aventura del fuego y la pasión en una época de la vida en la que los protocolos al uso dictan compañerismo, tibieza, serenidad. Y por si su edad no fuera suficiente extravagancia, también les separa un abismo social y económico, además de dos mil kilómetros de distancia.
Él es Lord Peregrine Fox, un aristócrata rural, señor de un palacete destartalado en el norte de Inglaterra. Hermético y cargado de inhibiciones heredadas, más británico, imposible. Ella es Rocío Medina, traductora literaria gaditana, muy plebeya, desparpajada, vivaz y latina a más no poder.
Imposible dar con una pareja más dispareja y un encuentro más improbable (fruto de algún algoritmo ciego en una página de citas). No es que ellos no lo sepan, ambos son listos, tienen experiencia y ya han sufrido los arañazos de la vida. Pero toda cautela y sensatez se desvanecen frente a la intensidad del deseo que sienten. Su amor es colosal, podrá con todo. O eso creen.
Ultimate Love es una novela romántica, sin duda, pero lo es de manera peculiar. Cuestión de matices. Vivir un amor pasional en la senectud implica enfrentarse a realidades que sería absurdo ignorar o enmascarar con excesos de sentimentalismo. Emociones, sí, y muchas; cursiladas, ninguna.
La voz narrativa de Ultimate Love es descarnada y, por encima de todo, humorística, porque en la historia de amor de Peregrine (Pip, para sus amigos) y Rocío se dan tantas situaciones cómicas como románticas. Las derivadas del sexo, por poner un ejemplo inmediato. A ciertas edades todos estamos abocados a tener problemas hidráulicos, las mujeres batallamos con los fluidos, los hombres con la ingeniera mecánica.
Nuestros dos amantes son voluntariosos y casi siempre consiguen navegar por estas aguas turbulentas con una habilidad encomiable. Otras veces, en cambio, les resulta más que difícil llevar sus aspiraciones a buen puerto. ¿Cómo armonizar dos biografías largas y distantes que poseen muy pocos elementos en común? Se diría una ecuación imposible, fatal.
En cualquier caso, y pese a sus socavones, chaladuras y disfunciones eréctiles, la crónica de estos amores es redentora y, a su manera excéntrica, sublime. Redentora porque quienes la protagonizan consiguen imponer sus sueños sobre cualquier realidad, por espinosa que sea. Y sublime, porque la pasión, dondequiera que aparezca, siempre tiene un punto épico.
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Al igual que ciertas flores exquisitas consiguen brotar en el desierto y entre los escombros, también nacen emociones arrebatadoras de algunas semillas que duermen bajo nuestras ruinas y fracasos. En tanto nos quede un aliento de vida, el amor seguirá siendo el motor que empuja y da sentido a nuestra existencia.