Isabel Moreno Rivas es una mente prodigiosa, lo que la ha llevado a cumplir un sueño que, para la mayoría de jóvenes, es prácticamente inalcanzable. Y es que esta joven española de 18 años, originaria de Jódar, un pequeño municipio de la provincia de Jaén, ha sido seleccionada para estudiar en la prestigiosa Universidad de Harvard en Massachusetts, Estados Unidos. Su objetivo: estudiar Neurociencia para encontrar una cura para el Alzheimer o, al menos, mejorar la calidad de vida de las personas que lo padecen.
Una motivación que nace a raíz de su experiencia personal, después de que en su familia haya habido varios casos de esta enfermedad. “Buscaba universidades en las que pudiera estudiar algo relacionado con enfermedades neurodegenerativas, como es el Alzheimer, y Harvard es una universidad pionera en el estudio de esta enfermedad”, explica Isabel a MAGASIN, cuyo deseo de estudiar esta carrera la llevó a buscar información y leer numerosos libros sobre neurociencia, donde la Universidad de Harvard era mencionada como una referencia en la materia.
Aunque la posibilidad de estudiar en Harvard parecía imposible, Isabel decidió solicitar la plaza impulsada por su determinación y el apoyo de su familia, amigos y profesores. “Pensé que tenía que intentarlo y, si lo conseguía, también sería un ejemplo para todas aquellas personas que sueñen con hacer lo mismo”, cuenta la joven, cuyo arduo trabajo y dedicación durante sus años de educación secundaria fueron reconocidos en el año 2021, cuando recibió el premio extraordinario de Secundaria en Andalucía.
Para poder ser admitida en una de las facultades más prestigiosas del mundo, la joven ha demostrado un expediente académico impecable (tiene un 10 en todas las asignaturas), un nivel avanzado de inglés y actividades extraescolares complementarias.
“La tasa de aceptación en Harvard es muy baja, hay que presentar muchos trabajos y es un proceso muy duro que se hace completamente en inglés”, revela Isabel, quien en unos meses estará sentada en las aulas de una universidad de la que, desde su fundación en 1636, han salido 161 premios Nobel.
Por ello, Isabel nunca podrá olvidar el momento en el que recibió la gran noticia. Ocurrió la madrugada del pasado 31 de marzo: “Me llegó un correo que decía que había sido admitida. Salí gritando y llorando de alegría a despertar y a abrazar a mis padres y a mi hermano. No me lo podía creer, no sabía si estaba soñando”, cuenta.
Antes de comenzar a planificar su viaje a la ciudad de Cambridge para finales de agosto —el curso comienza el 1 de septiembre—, la estudiante sigue adelante con el último curso de Bachillerato y piensa presentarse a selectividad —aunque ya esté admitida en la que será su nueva universidad—. “Es en lo que me quiero centrar ahora, ya que es un curso complicado y estresante”, comenta.
“Es una gran responsabilidad”
Para estudiar en Harvard —donde ha estudiado, por ejemplo, Mark Zuckerberg, el creador de Facebook—, hay que pagar alrededor de 73.400 dólares (64.200 euros) anuales. Sin embargo, la universidad ofrece numerosos recursos y becas adaptadas a la situación de cada familia, lo que brinda a Isabel la oportunidad de estudiar sin preocupaciones económicas.
“Es una universidad muy cara, pero ellos se comprometen a que si hay algún alumno que provenga de una familia humilde como la mía, que son obreros y aceituneros, te dan la beca completa”, cuenta. Por ello, aparte de una gran ilusión, supone una gran responsabilidad. “Quiero llevar el nombre de mi pueblo, de mi familia y de mi instituto a lo más alto”, añade.
Aunque siente cierto vértigo por la distancia que la separará de su familia y su tierra natal. “Mis padres están muy contentos y también con mucho miedo porque hay que cruzar un océano para llegar hasta allí, y les preocupa que me pueda pasar algo”, explica Isabel, cuya pasión, sacrificio y humildad han sido las claves de su éxito hasta ahora. “Estoy convencida de que los esfuerzos valdrán la pena y que con constancia y dedicación se puede llegar lejos”, afirma.
Su futuro está por resolver, pero lo que está claro es que su enorme determinación la llevará a formar parte de un equipo de investigadores que marquen la diferencia en la vida de las personas afectadas por Alzheimer. Las paredes de Harvard aguardan su talento. El camino es largo, pero sin duda prometedor. “Mi sueño sería poder decir en un futuro que he ayudado y he contribuido a curar, o por lo menos mejorar, la calidad de vida de las personas víctimas del Alzheimer. Pensar que puedes cambiar las cosas es lo que te motiva a luchar”, concluye.