Me encuentro con María Ressa a la entrada de un hotel en una hermosa mañana especialmente soleada en Cartagena de Indias (Colombia). Ella es una mujer de talla pequeña y ojos dulces enmarcados siempre por unas gafas bifocales de armazón metálico.
[El Nobel de la Paz premia a dos periodistas críticos con los regímenes de Rusia y Filipinas]
Esta mujer genial parece una niña fuerte y alegre, nadie imaginaría al verla que lleva treinta años enfrentando a los más poderosos de Filipinas, su país natal, y que ha sobrevivido para contarlo.
Lo más notable de María siempre que la encuentro es esa sonrisa que inunda los espacios. Nos abrazamos llenas de emoción, muy pocas personas entenderían la complicidad que se teje entre las sobrevivientes del tortura y persecución.
Pero aquí estamos y hoy se trata de celebrar que nuestra colega reportera se convirtió en 2021 en la segunda mujer periodista del mundo en ganar el Premio Nobel de la Paz.
Hace ocho años conocí a la periodista María Ressa, ambas fuimos convocadas a un evento internacional contra la impunidad. Yo seguía su trabajo como periodista de investigación en Filipinas. Era una de las expertas en ciberviolencia y en desenmascarar estrategias políticas para desinformar en redes sociales.
[Detenida en Filipinas la directora del diario digital Rappler por "difamación cibernética"]
Hacía tiempo que María había ganado gran prestigio por su entereza y valentía para enfrentar a la dictadura de su país. Pocas periodistas habían soportado tantos juicios de difamación y amenazas gubernamentales, pero María, en lugar de rendirse o volver a los Estados Unidos donde estudió la carrera, decidió crear su propio medio de comunicación para luchar contra la dictadura.
Pregunta: María, celebro la publicación de tu nuevo libro Cómo luchar contra un dictador (Península, 2023), Resulta conmovedor descubrir tu niñez y la forma en que fuiste descubriendo el camino hacia el periodismo.
Tu abuela te contó que tu madre te había abandonado en Filipinas a los 5 años y pronto descubriste que la historia era muy diferente. Apenas tenías un año cuando tu padre murió en un accidente automovilístico.
Respuesta: Sí, todo puede cambiar en un instante. Yo tenía 10 años cuando mi madre pudo volver de los Estados Unidos a Gran Manila (Filipinas), para llevarnos a mí y a mi hermana Mary Jane con ella. Mi madre fue a buscar suerte en América, nosotras vivíamos en la pobreza, en una casa a medio construir, todos los días nos preguntábamos si podríamos comer al día siguiente, nos lavábamos los dientes con sal, no podíamos pagar nada más.
En Nueva York conoció a Peter Ames Ressa, el hombre que se convirtió en mi padre y que mi madre aseguraba se parecía a Elvis Presley. Ambos trabajaban mucho, estaban obsesionados con darnos la mejor educación a mis hermanas y a mí.
P.- Pasaste de una escuela religiosa y súper conservadora, dirigida por madres benedictinas, a un instituto público en Nueva York. Esa transición debió ser dura. En el libro narras que eras la niña más baja de la clase y la única de piel morena. Claramente enfrentarte a un nuevo mundo te hizo más empática frente a las niñas desprotegidas.
R.- Cierto, aunque en realidad yo estaba enfocada en mis estudios. Me encantaba leer y tanto en Filipinas como en Nueva York utilizaban el método de lectura SRA, que era un novedoso programa de aprendizaje personalizado de lectura, escritura y comprensión. Allí descubrí que iba mucho más adelantada que el resto de la clase.
P.- Te cuesta trabajo hasta la fecha reconocer que tenías el coeficiente intelectual de una niña genia, ¿por qué crees que no eras capaz de asimilar tu inteligencia extraordinaria?
R.- Aunque no lo creas son muy tímida e introvertida y de niña lo era mucho más. Me dediqué a cultivar mi mundo interior, me fascinaba estudiar e intentar comprender el mundo. Fue tan duro el cambio que dejé de hablar durante un año, solamente leía y estudiaba. Lo único que me hacía sonreír en aquella época era tocar el piano. Cuando me sentía abrumada por la ansiedad me pasaba horas tocando el piano.
P.- Dices que en ese primer año de tu nueva vida en Estados Unidos aprendiste tres lecciones que hasta hoy rigen tu vida, ¿cuáles son?
R.- La primera es optar por aprender a abrazar los cambios y tener valor para fracasar. El éxito y el fracaso son dos caras de la misma moneda, nadie puede tener éxito si no ha fallado para aprender.
De niña descubrí que a la mayoría de la gente le gusta la comodidad, la rutina y los viejos hábitos que le impiden aprender y crecer. Yo confiaba tanto en los libros que aprendí a jugar al baloncesto leyendo las reglas y perfeccioné el piano gracias a los libros y la práctica.
Creo que en la infancia aprendí a aceptar los cambios inesperados. Cuando salí de Filipinas me llamaba María Angelita Aycardo y en cuanto llegué a Estados Unidos me adoptó mi padre y me convertí en Maria Ressa.
P.- Aprender un deporte con un libro, sola, tiene lo suyo.
R.- (Sonríe) Me iba a la cancha pública con el libro, lo abría en el piso y repetía una y otra vez hasta encestar y aprender a driblar. Hacía realidad todo lo que aprendía. Mi timidez y los fracasos me enseñaron a enfrentar mis miedos, porque solo enfrentándolos serás capaz de vencerlos.
Por ejemplo, como mis padres trabajan tanto yo pasaba mucho tiempo en la escuela. Gracias a eso y al profesor Spaulding aprendí a tocar ocho instrumentos, incluyendo el violín. Gracias al profesor Spaulding aprendí a encontrar mi lugar en el mundo. Aprender a tocar.
En una orquesta de música clásica me enseñó que nadie puede destacar en soledad, necesitamos de las otras personas para crear algo grande y significativo. Para mí la orquesta es una metáfora de la democracia, si todos nos comprometemos y hacemos lo mejor de lo que nos corresponde, vamos a llegar juntos a un mejor lugar.
P.- Hoy eres reconocida por tu gran conocimiento en tecnologías, información y programación, pero poca gente sabe que estudiaste teatro, que eras campeona ajedrecista y querías ser actriz y científica, de hecho, entraste a estudiar medicina originalmente. Además, eres fan de Star Treck.
Dices que a veces te sentías como el Capitán Kirk, el líder que escuchaba a sus emociones y a su instinto y otras veces te sentías como Spok, el vulcano lógico que deconstruía problemas sin emociones. Me parece que esa capacidad que desarrollaste desde niña para escindirte en los momentos necesarios ha sido la clave en tu trabajo periodístico e incluso para enfrentar la violencia de Estado.
R.- Sin duda. Elegí la Universidad de Princeton porque estaba cerca de casa y además había grupos reducidos para debatir con grandes pensadores. Estudiando ciencias aprendí algo que es fundamental para ser periodista; las reglas de la ciencia, de la física, son filosóficas, como las leyes de la termodinámica: todo tiende a máxima entropía o caos y hace falta mucha energía para mantener el orden.
O el Principio de Heisenberg; el hecho mismo de observar modifica lo observado, y que, cuanto más buscamos más incognoscible se vuelve lo que buscamos.
María pasó de estudiar a Shakespeare y descubrir su amor por el teatro y la literatura a hacer un trabajo especial sobre su país natal. Al intentar escribir una obra teatral sobre Filipinas investigó a fondo la dictadura de 21 años de Ferdinand Marcos, la cleptocracia y el robo de 10.000 millones de dólares, además de los miles de crímenes de Estado.
Pero fue en agosto de 1983, cuando Marcos mandó asesinar a Benigno Aquino, su contrincante político, cuando María se sumergió para entender la política. Justo el año en que se graduó en Princeton la viuda de Aquino, llamada Corazón, ganó las elecciones derrocando al dictador.
Allí fue cuando María descubrió internamente que lo personal es político y poco tiempo después viajó a Filipinas para hacer teatro político y más tarde comenzó su carrera como productora de contenidos para el noticiero de su mejor amiga hasta llegar a trabajar en la CNN. Desde entonces hasta la fecha el periodismo ha sido su compromiso vital con la democracia y se ha jugado la vida por ello.
Pregunta: Has dicho que hace veinte años la sociedad respetaba al periodismo como una herramienta esencial para la democracia y que en los últimos tiempos el periodismo, las mujeres y la democracia están bajo asedio constante.
Justamente por los ataques a la libertad de expresión y la creciente censura en Filipinas en 2012 creaste Rappler. Tú nos has demostrado que las historias locales pueden tener un impacto global si son escritas e investigadas adecuadamente, eso ha causado que sufras constantes amenazas de muerte, encarcelamiento y persecución judicial de parte del presidente Rodrigo Duterte (2016-2022).
Los líderes corruptos no quieren que el mundo se entere de sus crímenes y tú has sabido mostrarlos al mundo. En los últimos años te has dedicado a estudiar y explicar la psicología detrás de la propagación política del odio en las redes sociales.
Respuesta: Es muy fácil entender cómo funcionan los algoritmos y cómo los manipulan para fines políticos que pretenden destruir las democracias en el mundo. Las operaciones de desinformación como la que planeó el Gobierno ruso desde 2014 para invadir Crimea y después Ucrania, se pueden explicar científicamente.
Es decir, tenemos los datos, el problema es que estos dictadores y otros líderes políticos populistas antidemocráticos han entendido que lo más fácil es propagar el odio en las personas, porque es una emoción que te mantiene enganchado a darle click a las historias que producen morbo y alimentan el odio a los otros.
No se puede entender el éxito popular de Trump, el Brexit o el triunfo de Duterte en Filipinas si no se analiza cómo Facebook y otras plataformas son utilizadas para manipular elecciones e influir en los resultados.
Las mentiras masivas propagadas por granjas de bots creadas por gobiernos y partidos políticos de todo el mundo están minando al periodismo, deformando nuestra noción de lo que es real. Por eso insisto en que sin hechos no hay verdad, sin verdad no hay confianza y sin confianza no hay una realidad compartida. Por eso estoy convencida de que el buen periodismo comprometido con la sociedad implica sacrificios y compromisos personales.
P.- María, el Gobierno de tu país tiene aún causas pendientes en tu contra que podrían llevarte a prisión, a pesar de ahora ser Premio Nobel. No has querido exiliarte para librarte de esos juicios, en lugar de ello has contratado a la abogada Amal Clooney para enfrentar al dictador, ¿qué te dices frente al espejo cuando estás cansada, harta, triste por tantos años de persecución?
R.- Es claro que tenemos síndrome de estrés postraumático y eso lo trabajo en privado. Lo que me pregunto en esos momentos de flaqueza es: "María, ¿qué estás dispuesta a sacrificar por la verdad y la democracia?"
P.- ¿Y qué te respondes?
R.- Todo. Incluso la libertad y la vida.