Construye una conversación vertebrada por risas que intercala entre frases cuando habla de sus recuerdos más emocionales o divertidos de todo lo vivido en el rodaje de su primera película, nominada a seis premios Goya en su 37 edición, en las categorías de Mejor Dirección Novel, Mejor Guión y Mejor Dirección de Producción, entre otras.
Cerdita es un largometraje aclamado en los festivales de cine de San Sebastián y Sundance, premiado en Sitges y en el Festival Internacional de Cine Fantástico de Bruselas, que ha arrasado en las salas.
Carlota Pereda, madrileña de 48 años, ha estado muchos años trabajando intensamente en televisión, ha sido guionista de la serie de ficción Periodistas, realizadora en Los hombres de Paco o Águila roja, entre otras, y directora de series como El secreto de Puente Viejo o Acacias 38. Su tenacidad y talento, y la necesidad profunda de sacar a la luz su libertad creativa y su voz propia, la impulsan a escribir y dirigir su primer corto en 2016, titulado Las rubias, seleccionado en más de 140 festivales.
Posteriormente desarrolla el guión y rueda su multipremiado cortometraje, Cerdita, de su mano viaja por medio mundo, gana el premio Goya al Mejor Cortometraje de Ficción en 2019 entre otros muchos premios, y da el salto al largo, rueda la película Cerdita basada en el corto homónimo, desarrollando su historia de terror en tierras extremeñas: un cuento sangriento y brutal salpicado de ráfagas de comedia, que pone el tema del bullying en el centro, protagonizada por su actriz fetiche, Laura Galán.
La cineasta ha terminado recientemente de rodar su segunda película de terror, La ermita, protagonizada por Belén Rueda, una historia de médiums y fantasmas que profundiza en la dificultad de entenderse entre madres e hijas.
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¿Siempre ha sentido el impulso de contar historias, de expresarse de un modo personal y creativo?
Siempre he querido contar mis historias, de pequeña, antes de saber escribir, le dictaba las historias a mi padre y me enfada mucho cuando luego él me las leía y no eran exactamente lo que yo le había dicho o me parecía a mí que no estaban bien.
Al principio, trabajando en ficción en televisión, estaba feliz, porque consideraba que había conseguido trabajar en lo que quería, nunca pensé que yo llegaría a trabajar en ficción porque no tenía ningún contacto ni tampoco tenía referentes de gente, así que para mí era un milagro. Pero llegó un momento en el que fui viendo que no te dan todas las oportunidades que tú desearías, vas presentando proyectos y no salen adelante, así que pensé que, si las oportunidades no me estaban llegando tenía que crearlas yo, y ahí es cuando empecé a hacer cortometrajes.
¿Cuándo siente la necesidad profunda de enfrentarse al tema del bullying y hablar de ello a través del cine?
El bullying es un tema que siempre me ha fascinado, como todo lo que tiene que ver con las relaciones sociales, con los roles que establecemos o nos imponen desde muy pequeños, que pueden ser muy casuales y no dependen de nosotros o no reflejan quiénes somos realmente.
Cuando iba a ser madre, cuando mi pareja y yo íbamos a traer una niña al mundo, me entraron todos los miedos, las inseguridades, porque es una gran responsabilidad traer una persona al mundo sabiendo que hay muchas cosas que no son perfectas y es muy difícil que vayas a poder protegerla de todo. Fue, de alguna manera, un modo de exorcizar mis miedos.
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El guión de Cerdita se canaliza y realiza a raíz de su encuentro con la actriz protagonista, Laura Galán, tanto en el cortometraje como en el largo. ¿Qué cosas fundamentales aporta Laura al personaje de Sara y a toda la película?
Después haber escrito el guión del cortometraje Cerdita, tardé casi dos años en encontrar a la actriz, no encontraba a la persona que combinara el arrojo con el talento y con las ganas de hacer el proyecto; me encontraba con adolescentes sin experiencia en el mundo de la televisión, el cine o el teatro, que por ser adolescentes carecían de herramientas emocionales para enfrentarse al proyecto. Por una parte, yo no quería hacérselo pasar mal a una actriz muy joven por tener que hacer las cosas como yo las quería hacer, y por otro lado, no quería tener que renunciar a hacer las cosas como yo quería.
Me costó mucho tiempo combinar todo eso, lo encontré en Laura, que es una actriz maravillosa, que en su vida no ha sufrido jamás bullying, que no tiene una relación conflictiva con su cuerpo como la tiene Sara, su personaje. Laura entiende el personaje desde la empatía, desde la inteligencia emocional y desde el talento, además de esa sensibilidad maravillosa que aporta. Encontrarme con ella para el corto fue un regalo. Cuando escribí la película, sabía que cualquier cosa que yo fuera a escribir ella iba a ser capaz de hacerla, es como contar con el mejor violín del mundo interpretando, con su cuerpo sabe transmitir cualquier emoción. Fue alucinante, cómo Laura supo conocer al personaje y amarlo, hacerlo desde el cariño y darlo todo a tumba abierta.
¿Cómo evoluciona y cambia la historia de Sara y sus conflictos morales en el transcurso del viaje que ha vivido, desde el exitazo de su corto Cerdita hasta llegar al planteamiento del largo?
Cuando empecé a escribir el largometraje me di cuenta de que lo que me interesaba era el conflicto moral, cómo Sara empieza siendo Cerdita y se transforma en Sara, por eso me interesa acompañar al personaje y ser lo más honesta posible con ella. Laura Galán y yo hemos viajado mucho juntas, con el cortometraje, porque fue seleccionado en más de 300 festivales de cine, hemos visto muchas reacciones de la gente, una de las cosas que me fascinaba es que cada persona tenía una visión diferente, descubrí que lo más interesante era eso.
El corto muestra una pregunta al espectador, pero me di cuenta de que eso iba mucho más allá y que para mí era muy interesante hacer una película en la que el espectador fuera un personaje más, toda la película es un diálogo con el espectador, entre Sara y el espectador. De hecho, en el guión las acotaciones son la voz de Sara, ella apenas habla pero las acotaciones cuentan exactamente lo que está pensando y sintiendo. Cuando empezamos a ensayar con Laura y el resto de actores, partíamos de entender el texto, entenderlo bien y a partir de ahí construir las relaciones entre personajes y ver que dudas surgían.
Que la película sea un thriller moral, una película de terror rural, una mezcla de géneros y su estética, ¿es una decisión que toma desde el principio y tenía clara?
Yo hago el cine que a mí me gusta, todo el mundo me decía que tenía que hacer comedias, o una película intimista, y es verdad que el riesgo es mayor cuando haces una película que es muchas cosas, como dices, es un thriller, un slasher, un coming of age, es una comedia, es ambigua moralmente, es intensa, es una película que quizá tiene demasiada sangre para el cine de autor y es demasiado intimista para cierto público del cine de terror, pero llegó un momento en el que me di cuenta de que me daba igual, lo importante es hacer lo que te sale de las entrañas.
¿Es eso precisamente lo que ha abierto Cerdita a más espectadores, a otro tipo de público, quizá más joven, y ha visibilizado el tema principal sin evidenciarlo?
Sí, eso es lo que nosotros llamamos "las palomitas envenenadas". Hemos tenido la suerte de que la película se ha vendido en todo el mundo, en Estados Unidos y en Latinoamérica ha sido la película más vista durante un montón de semanas, en Inglaterra ha estado en salas, en Portugal, en Italia, en Japón, en Corea… Hemos tenido mucha suerte y creo que parte de ese viaje tiene que ver con que vamos de la mano del cine de género.
Por otra parte, a mí lo que me interesaba es que fuera una película muy carnal, en la que el cuerpo siempre estuviera presente, el deseo, el sudor, el sol del verano que no te deja olvidar que tienes un cuerpo; en ese sentido hemos intentado que la película fuera lo más orgánica posible, tanto en texturas como en ambientes sonoros y con la música, que está hecha con sonidos reales como por ejemplo la cuchilla de la carnicería. Que estuviera todo muy ligado al personaje de Sara, para transmitir cómo percibe ella el mundo y cómo va creciendo.
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¿Qué cree que está suponiendo la presencia y luminosidad del grupo de directoras y guionistas al que pertenece, que especialmente este año destacan en estrenos, salas, festivales, premios nacionales e internacionales, que forman parte de una misma generación, la suya? ¿Por qué ahora?
Creo que formamos parte de una especie de heist colectivo que está pasando en todo el mundo. Por otra parte, creo que somos el resultado de unas políticas de cuotas. También creo que somos un cambio de paradigma, han surgido productores nuevos que han querido apostar por otras voces, y productoras que apuestan desde la perspectiva de género, desde una perspectiva consciente, como yo misma o como María Zamora o Merry Colomer, entre otras, que hemos decidido trabajar con mujeres.
Pertenecemos a una generación que no ha nacido en la época de Franco sino después y tenemos otros referentes, quizá cinematográficos no tantos pero sí en la literatura y en el rock, somos gente que hemos compartido muchas cosas, eso ha ido creando una especie de red, de apoyo mutuo muy bonito.
¿Qué afinidades o diferencias destacaría entre usted y sus coetáneas?
Temáticamente yo me encuentro un poco más alejada, pero creo que en todo lo que tiene que ver con la búsqueda de la verdad y la búsqueda de una forma propia, personal, de hacer las cosas, y también con la búsqueda de cierto realismo, estamos todas muy conectadas.
Todas tenemos una clara visión de que ya no pasa una cosa que sí pasaba en las generaciones anteriores, algo que yo he vivido en el mundo de la tele: daba la sensación de que solo podía haber una, entonces las mujeres competían entre sí, o una mujer directora o una guionista, no había más. Nosotras, en cambio, tenemos muy claro que no competimos entre nosotras, si le va bien a una quiere decir que nos va bien a todas, creo que es una gran diferencia.
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Emoción, nervios, expectativas, ¿cómo ha recibido y siente este año las seis nominaciones a los premios Goya por Cerdita?
Tengo un gran agradecimiento a todos mis compañeros y a los compañeros de la prensa a los que les ha gustado esta película y han decidido celebrarlo con las nominaciones. Me puede más la alegría de compartir este momento que los nervios por pensar si voy a ganar o no, porque, y lo digo de corazón, toda la gente que está nominada me parece que es tan buena que no creo que sea una pérdida que yo no gane, han hecho peliculones. Lo que más me gustaría es que se llevara el Goya, Laura Galán, eso sí, y también me haría especial ilusión el Goya a la Mejor Dirección de Producción, generalmente las películas grandes son las que suelen estar nominadas en este apartado y nuestra película, de todas las que están ahí, es la que tiene el presupuesto más pequeño.
Por otra parte, han apostado por un rodaje comprometido con la conciliación, la sostenibilidad y la paridad…
Es una película que ha hecho el esfuerzo por hacer las cosas de otra manera. Yo he elegido al mejor equipo y resulta que ese equipo era femenino. La ludoteca ha sido una apuesta de la productora por intentar que la gente que queríamos tener en el equipo pudiera hacer la película, como por ejemplo Rita Noriega como directora de foto, porque eran seis semanas de rodaje en Extremadura y claro, eso te plantea qué haces con el niño, u otros muchos casos de profesionales mujeres, de otro modo hubiera sido casi imposible contar con ellas, es una ayuda muy importante para intentar la conciliación y ayuda a que haya mayor paridad.
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¿Recuerda algún momento mítico, especial, ocurrido durante el rodaje de Cerdita, que guarde para siempre?
Son tantos… El momento de rodar la secuencia final, fue muy emotiva, cuando los actores me pidieron por favor que, justo antes de dar “¡Acción!”, les cogiera de la mano. Rodar la secuencia con Carmen Machi de la lavadora, en los ensayos: yo no podía decir nada, solo podía reírme. El día en que llegamos a los 51 grados de temperatura y además nos quedamos sin parte del equipo de luces porque tenían covid-19 y rodamos con los actores especialistas colgados de cables y llenos de efectos de sangre, con el equipo a mínimos. Y otros muy divertidos, como terminar de rodar en medio de la nada, cubiertos de sangre, e irnos así a tomar un chocolate con churros. Un montón de momentos que voy a guardar para toda la vida.