Sara García Alonso (1989, León) ha entrado en los libros de Historia al convertirse en la primera mujer española en ser elegida astronauta de reserva por la Agencia Espacial Europea. La joven leonesa recibe a magasIN en las instalaciones madrileñas de la ESA: un edificio de los años setenta que aguarda una reforma inminente y cuya luz tenue contrasta con unas paredes forradas con coloridas fotografías de planetas. El suelo está cubierto de una vieja moqueta gris y cada puerta presenta uno o varios controles de acceso que piden código, tarjeta o huellas dactilares para alcanzar las salas. El espacio recuerda a los decorados de series como Star Trek o Battlestar Galactica.
En algunas salas abundan los macroescritorios con ordenadores incorporados, gráficos y pósteres. Otras son más bien minimalistas. La elegida para hacer la entrevista representa un punto medio entre lo vintage, lo futurista y lo realista: contiene placas conmemorativas de las misiones cumplidas y aquellas que están aún por realizarse.
Sara García tiene 34 años y es licenciada en Biotecnología por la Universidad de León. También es investigadora del cáncer en el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO). Además, forma parte del nuevo equipo espacial europeo de la ESA, conformado por 17 personas seleccionadas entre más de 22.000 aspirantes. 11 de ellos son suplentes y sólo cinco, entre los cuales se encuentra otro español, el también leonés Pablo Álvarez, constituyen el grupo de astronautas titulares.
Tuviste que superar 18 meses muy duros. ¿Cuáles son las pruebas más complicadas que recuerdas?
El entrenamiento ha sido muy autodidacta porque no te puedes preparar para ello: no sabes qué te van a preguntar en los exámenes ni cómo van a ser las pruebas ni los tipos de test a los que te van a someter. Entonces, como solicitante al puesto, intentas aprender todo lo que puedas de la ESA: mejorar tus conocimientos de física, de matemáticas, todas tus habilidades. Pero hay cosas sobre las que no puedes hacer nada. Tú puedes entrenar un test de inteligencia, pero al final eres lo que eres. Más que pruebas físicas eran pruebas médicas. Si tienes algún tipo de patología, por mucho que quieras, no vas a poder cambiarla. Intentas dar lo mejor de ti, pero no hay un temario, sino que vas a ciegas. Todas y cada una de las pruebas han sido una sorpresa.
¿Cuál fue la más dura?
La más dura fue en la primera etapa, con 11 horas de exámenes en Hamburgo, en la agencia del DLR (Centro Aeroespacial Alemán). La dificultad estaba en que tenías 20 minutos para responder 40 preguntas, así que hacer cálculos mentales, sin calculadora, papel y boli lo complicaba mucho. Luego eran pruebas de orientación espacial, de memoria visual, de memoria auditiva, de capacidad de concentración.
Parece abrumador...
Teníamos unos 15 exámenes y tests médicos cada día. Estuvimos cinco días en un hospital de medicina espacial. En mi caso, fue en Toulouse (Francia), donde nos hicieron análisis de sangre, de orina, de hormonas, resonancias magnéticas de todas las partes de nuestro cuerpo, exámenes de densidad ósea, pruebas de esfuerzo. La que era más crítica y más nos preocupaba a todos era la sigmoidoscopia. Es la versión light de una colonoscopia y no nos apetecía tener que enfrentarnos a ella.
La que me pareció tremendamente difícil fue un test de visión de colores. Estaba pasando mucho estrés mientras hacía la prueba porque me daban como botecitos redondeados de las sombras de ojos, esas de colores, y tenías que ordenarlos en una escala que a lo mejor iba del amarillo verdoso al verde amarillento. ¡Y eran 24 colorcitos que tenías que colocar en orden! Por detrás tenían un número. Esa prueba me pareció súper complicada, muy curiosa para ser una prueba oftalmológica. Tenías que hacerla sin cometer errores: primero sólo con un ojo tapado y luego con el otro. Claro, yo me esperaba una gama cromática, una paleta de colores un poco más amplia, no sé, como pasar del rojo al verde, pero no del azul al morado, con todos los tonos intermedios.
¿Entonces tendrás en los próximos meses un programa de entrenamiento concreto?
Sí, pero no va a ser como el entrenamiento que va a empezar Pablo el 1 de abril a tiempo completo desde Colonia (Alemania). Yo tengo un contrato de consultora externa con la ESA que implica que 20 días al año tengo que hacer lo que ellos reclamen. Por ejemplo, estos días voy a hacer un curso de medicina espacial a Colonia. Otra labor que tengo es trabajar como sujeto de pruebas en distintos experimentos relacionados con medicina humana.
Probablemente usen a los astronautas de reserva para ello, más que nada porque en una misión espacial son ellos los que sirven de sujetos de prueba. Entonces, empezar con misiones análogas en tierra es interesante. También, como embajadora de la ESA, haré labores de divulgación participando en conferencias, inauguraciones o eventos centrados en los beneficios de la exploración espacial, especialmente enfocado a niños o las generaciones más jóvenes.
¿Tienes una ligera idea de en qué pueden consistir esos experimentos a los que te van a someter?
Todavía no lo sé. Ahora, por ejemplo, se está organizando desde Toulouse un experimento con hombres de una determinada edad que tienen que estar tumbados en una cama sin moverse, no sé si son 15 días, para ver cómo los huesos y los músculos evolucionan cuando no puedes hacer ningún tipo de movimiento. Podrían ser como ese tipo de experimentos.
Con el anuncio de la ESA te convertiste en la primera candidata a astronauta española. ¿En qué momento te diste cuenta de que tu sueño se convertía en realidad?
La noticia me llegó un 11 de noviembre de 2022. Recibí la llamada del director general de la ESA mientras me dirigía al trabajo. Sí que lo comenté con Pablo Álvarez porque teníamos ese pacto interno, pero no me permití dedicarle más tiempo, pues tenía una reunión con mis estudiantes y mi supervisor. Dije: "Ahora me toca centrarme en el trabajo". Fue una alegría inmensa que no podía compartir porque era algo muy íntimo y muy privado. Sí que se lo dije a mi pareja y tiempo después a mis padres. Por un lado sentí alivio porque habían terminado 18 meses de duro trabajo. Una alegría, sí, como ver un sueño cumplido, pero al mismo tiempo parecía estar viviendo una realidad paralela.
Lo hablábamos Pablo y yo, pensando que nuestras vidas ya habían cambiado, aunque al mismo tiempo era como si todo continuase igual. Quizá me di cuenta de que era una realidad el 23 de noviembre, cuando hicieron el nombramiento en París, en la reunión ministerial de la ESA, levantaron la cortina y fueron diciendo nuestros nombres delante de todos los medios. Ahí es cuando me di cuenta.
¿Cómo se lo tomaron tu familia, tus amigos, la gente de León, ciudad de la que luego os nombraron a Pablo y a ti 'hijos predilectos'?
Mi familia lo ha recibido con un orgullo inmenso. Es algo que incluso nos sobrepasa, a mí la primera, porque nunca te imaginas que todo eso pueda llegar a hacerse realidad. En León están encantados. Yo no lo pude vivir de primera mano porque desde que salió la noticia hasta el 15 de diciembre no fui a León. Así que recibía esa información por parte de mi familia. La gente está como loca. Cuando fuimos y nos recibieron en la Universidad y en el Ayuntamiento... Ha sido de los días más bonitos de mi vida, la verdad.
Los dos apostabais para que León se convirtiera en la sede de la Agencia Espacial Española, que ha recaído finalmente en Sevilla. ¿Un mazazo para León?
Sí, ha sido ha sido un mazazo. Era una buena candidatura y es verdad que León tenía puntos muy fuertes, pero al final son decisiones políticas que tienen que contestar a una serie de requisitos para que sea idóneo. A nivel personal, por ser de allí, nos hubiera gustado que la sede hubiera sido León, también por la oportunidad que supondría de cara a generar empleo, pero eso se le puede atribuir a cualquier otra de las ciudades. Hay que atender a lo que es mejor para el país.
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Tengo que preguntarte si te has planteado ya, antes de que despeguen los astronautas titulares, invitar a Pablo a una comida en casa y quizás echarle un poco de laxante antes de salir de viaje...
[Retumba una carcajada en la sala] No voy a tener que hacerle ninguna perrería a Pablo. Me gustaría matizarlo: muchas veces hablan de los que nos hemos quedado en la reserva como suplentes, pero es que ser suplente implica que solamente entres en escena, en este caso a una misión espacial, si uno de los astronautas de carrera, por el motivo que sea, tiene que renunciar a ello. Pero la reserva [la condición de Sara García] no funciona ni está contemplada así en la ESA.
Ahora mismo sólo hay cinco astronautas de carrera porque solamente pueden garantizar cinco oportunidades de vuelo, ya que antes de 2026 no puede volar ninguno de los astronautas y, en principio, en 2030, la Estación Espacial Internacional (ISS) se va a desmantelar. Eso son cinco años, y como se hace una misión al año, son cinco astronautas de carrera. Por decirlo de alguna manera, no se han pillado los dedos metiendo más astronautas en plantilla.
Formar a un astronauta conlleva una gran inversión económica, ¿verdad?
Sí. Es muy caro, lleva mucho tiempo y no tiene sentido formar a gente a la que no le puedes garantizar una misión de vuelo. Esta es la teoría. ¿Qué ocurre? Que el sector aeroespacial está en pleno auge: ahora están entrando muchos actores privados. Todo el sector está creciendo, lo que implica que es probable que haya otras oportunidades de vuelo, ya sea promovidas a nivel privado, a nivel de la ESA o a nivel nacional. Si este tipo de opciones surge, que surgirán, iremos entrando los de la reserva, independientemente de lo que hagan los estudiantes de carrera.
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De hecho, el británico Tim Peake, de la ESA, ha anunciado su retirada y se quedará como embajador de la agencia, con labores de divulgación. Esto, imagino, abre posibilidades...
Cierto. En la promoción del 2009 se seleccionaron seis astronautas y todos, salvo Matthias Maurer, que entró en 2013, han tenido dos misiones espaciales en la Estación Espacial Internacional (ISS). En principio, creo que las misiones a la ISS están pensadas para la promoción actual, de 2022, lo cual no quita que los astronautas que siguen en activo, que son los otros seis, puedan tener alguna misión complementaria.
La meta: el planeta rojo
Hace décadas que podemos hablar de una carrera espacial que se propone llegar a Marte desde la Luna. Estados Unido puso el primer pie sobre la Luna y tiene en marcha Artemis. Rusia puso al humano en órbita. China tiene ya su propia estación espacial operativa y en 2030 pretende llevar astronautas a la Luna. Cuando en la Tierra se producen tantas guerras, ¿podría haber sido la Estación Espacial Internacional un símbolo de cooperación internacional?
Me gusta que me hagas esa pregunta. Para mí lo es. Probablemente es el mayor logro que ha conseguido el ser humano y se ha logrado a través de la cooperación internacional. Intervinieron Estados Unidos, Rusia, Japón, Canadá y toda Europa. Y se ha construido esa maravilla que lleva tantos años en órbita. A día de hoy, a pesar de todo lo que está ocurriendo en el mundo, es necesaria esa cooperación para mantenerla en activo hasta 2030.
La gente, los astronautas y los cosmonautas que están en la Estación Espacial Internacional no distinguen de nacionalidades, sino que se ayudan los unos a otros y cumplen con sus deberes para que las misiones respectivas funcionen. Entonces, para mí eso sí que es un símbolo de que, desde allí, igual que se ve la tierra sin fronteras, la mentalidad es de cooperación: aquí somos una especie, la especie humana. No somos los americanos, los rusos, los europeos. Somos la humanidad que aboga por traer estos beneficios a la Tierra, al planeta en su conjunto. Me gusta pensar que sí, que es un buen símbolo de ello.
Imagino entonces que te afecta el frenazo en la cooperación internacional espacial, precisamente a raíz de la guerra entre Rusia y Ucrania.
Sí. De hecho, la Agencia Espacial Europea, respondiendo a las demandas y peticiones de los 22 Estados miembro, ha decidido cortar las colaboraciones con Roscosmos [la agencia espacial rusa]. Es decir, que no se van a mandar nuevos proyectos en colaboración con la agencia rusa por la guerra de Ucrania.
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¿Qué pasará cuando llegue al final de su vida útil, en 2030?
En principio la Estación Espacial Internacional se destruirá y se dejará espacio para que empresas u organismos públicos puedan montar nuevas estaciones y aprovechar la baja órbita. Es interesante gestionar un buen tráfico porque cada vez hay más satélites y es necesario que esto esté muy controlado para evitar posibles micrometeoritos que puedan dañar y dejar deshabilitada la baja órbita, de la cual dependemos absolutamente para todo: comunicaciones, observación de la Tierra, navegación, etcétera. Es importante cuidarla.
¿Hay nave capaz de llevar humanos a Marte y traerlos de vuelta?
De momento, no. Primero tenemos que ser capaces de llevar y traer de vuelta robots que traigan muestras. Se está trabajando mucho en ello. En parte, en esta nueva etapa de la carrera espacial, con las misiones Artemis a la Luna y la creación de la Estación Espacial Gateway que va a estar orbitando la Luna. Ese es el primer paso. Es como una parada estratégica para poder llenar de combustible las naves y hacer ese salto en el camino para llegar a Marte. Pero se está desarrollando todavía la tecnología y aún queda. Esta generación de astronautas probablemente no llegue a verlo, pero las siguientes...
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Sobre la entrada de capitales privados a la carrera espacial. Tenemos a un Jeff Bezos de Amazon y a un Elon Musk con Space X que quieren entrar en escena. Lo más notorio es el "turismo espacial" pero, al margen de esta oferta para los más privilegiados del planeta, ¿puede esa entrada suponer un beneficio para la sociedad o todo lo contrario?
Creo que todas oportunidades que impliquen un desarrollo tecnológico son interesantes para la humanidad. Al final, lo que están haciendo estas compañías milmillonarias es mucho I+D, que nos beneficia a todos. De hecho, los lanzamientos de las misiones de Artemis van con el sistema de lanzamiento espacial (SLS), pero todos los lanzamientos de astronautas, tanto de la NASA como de la ESA, debido también a que ya no se colabora con Roscosmos, se están haciendo a través de SpaceX.
La NASA y SpaceX tienen un acuerdo para hacer este tipo de lanzamientos de misiones tripuladas, de modo que sin esa cooperación público-privada, ahora mismo no estaríamos teniendo misiones de la Estación Espacial Internacional, o muchas de ellas al menos. Es interesante, y ya no sólo el tema del turismo espacial, sino todo lo que se pueda desarrollar en baja órbita.
Estas demostraciones de tecnología, al final, generan puestos de trabajo y repercuten en un beneficio económico para los distintos países cuyas empresas están involucradas. De modo que la democratización del espacio me parece interesante. Es inevitable que, en un mundo como el que habitamos, surjan este tipo de intereses y que se intente dar cabida a la gente que puede permitírselo. Me parece que es una oportunidad interesante. Bienvenido sea todo lo que aporte en pos del desarrollo y del avance de nuestra humanidad y de la tecnología.
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Aparte de los fines investigativos que tengan las exploraciones en la Luna, se habla de una hipotética explotación de nuestro satélite: ¿cuánto tiene esto de ficción y cuánto de realidad?
Hay muchas ideas de todo tipo y muchos planteamientos, tanto públicos como privados, de cosas que hacer en la Luna. Todavía estamos un poco lejos de ese punto. Antes hay que volver a poner los pies en la Luna, tienen que funcionar bien las misiones de ida y vuelta. A partir de ahí habrá que ver si se establecen bases permanentes y cómo actores más privados pueden llegar a aportar o beneficiarse de ello... Pero, de momento, es ciencia ficción.
¿Hay leyes en el espacio?
Sí, hay tratados internacionales. Por ejemplo, sobre las normas a bordo de la Estación Espacial Internacional, que están establecidas y aceptadas por todos y cada uno de los participantes. Sobre si hay leyes acerca de la actividad humana en la Luna, sinceramente lo desconozco, pero supongo que algo de legislación se tendrá que hacer si va a ser una realidad.
Investigar el cáncer
¿Cuándo supiste que querías ser científica y astronauta?
Desde pequeña. Era, y lo sigo siendo, extremadamente curiosa. Quería respuestas. Incluso me pasaba que en el colegio, que al preguntar el 'porqué' de las cosas nunca llegaban hasta el fondo de la cuestión. No me daban la respuesta que yo esperaba, quería ir más allá. Soñé con ser astronauta, pero yo creo que era un sueño romántico de la infancia, de cuando miras a las estrellas y quieres ser un aventurero y un explorador: ir más allá. No me lo planteé como algo realista.
Lo que sí me planteé como una posibilidad, ya desde niña, era dedicarme a la investigación, y ni siquiera sabía lo que era de niña, pero sí sabía que deseaba ser científica, llevar bata blanca. Desconocía si quería ser física, química o bióloga, pero me gustaba, porque quería obtener respuestas a todo, ir a lo más profundo de las cosas. Así que opté por ello a nivel profesional.
¿Referentes que recuerdes?
No recuerdo nadie que realmente me haya llevado a decir: "Voy a seguir los pasos de esta persona y voy a imitarla". Obviamente, leí acerca de grandísimas figuras de la ciencia que me inspiraron o admiré, pero de ahí a utilizarlos como referentes... En todo caso fueron mis compañeros de carrera, gente a la que vi conseguir cosas que yo ni siquiera me habría planteado por miedo o por creerme incapaz.
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Cuando veía a compañeros de un curso superior que se agrupaban en asociaciones de estudiantes que intentaban cambiar las cosas y empezaban a trabajar en laboratorios sin tener ni idea: todo eso es lo que me inspiró. 'Si ellos pueden, yo también, voy a preguntarles cómo lo han hecho, voy a aprender de ellos y voy a seguir sus pasos': todo eso es lo que se me pasaba por la cabeza. Y no tienen grandes nombres ni apellidos, aunque para mí tienen mucho más significado.
¿Qué les dirías a esas niñas que sueñan con dedicarse a la ciencia, o a otras carreras en las que prima la brecha de género, pero que por falta de referentes o por creer que no serán los suficientemente buenas no se aventuran a dar los pasos que desean?
A esas niñas les diría que las mujeres, en general, llevamos muchos años luchando por romper este tipo de barreras que han sido una realidad. No han sido ficticias. Y que todavía queda mucha lucha por delante. Sí, las cosas están cambiando, estamos mejorando en ese sentido. pero no seamos nosotras mismas las que nos autoimpongamos límites por falta de referentes, por estereotipos, por miedo al fracaso o por un miedo anticipado cuando ni siquiera lo has intentado.
Siempre es demasiado pronto para rendirse. Y si estamos derribando barreras, no nos pongamos más. Hay que luchar por lo que nos hace felices y nos motiva, sea lo que sea. ¿Que luego en el camino descubres que no es lo que querías y decides cambiar? Somos libres de equivocarnos y de cambiar de opinión, pero no nos auto limitemos antes de tiempo.
¿Qué es para ti la enseñanza pública?
Me considero una defensora, lo cual no quiere decir que esté en contra de la privada, ni muchísimo menos. A nivel personal soy defensora de la pública porque sin eso yo no habría podido estudiar, y he sido la primera persona de mi familia en tener estudios universitarios. Y lo he hecho porque era público y porque pude estudiar con becas.
Económicamente no me lo habría podido permitir. Además, es algo que a mí me hace querer devolver a la sociedad todo eso que ha invertido en mí. Habéis apostado por mí, me habéis dado una educación de grandísima calidad, y realmente lo pienso, desde el colegio hasta la Universidad, y ahora me gustaría devolver el favor a la sociedad. Mereció la pena la apuesta.
¿Cuál es la situación de la investigación en España? La noticia de la ESA te encontró pensando en marcharte fuera.
Mi idea era marcharme al extranjero, precisamente por las dificultades que hay en España para tener una buena remuneración, para optar a proyectos y para estabilizarte en el futuro. En España la investigación está muy mal pagada. Hay unas trabas burocráticas que hacen que todo vaya tremendamente lento y que no se avance al ritmo que deberíamos.
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Como investigadora, marcharse al extranjero y pasar ciertos periodos en otros países es interesante porque obtienes nuevas perspectivas. Pero mi idea no era quedarme. Al final me quedé porque contacté con el doctor Mariano Barbacid, al que yo admiraba mucho, y que me dio la oportunidad de liderar mi proyecto antes de recibir la noticia de la ESA. Decidi aceptarla.
Tengo estudiantes de doctorado, de máster y de grado a mi cargo y no me hubiera gustado dejarlos solos o abandonarlos ni acabar con el proyecto. Esto ocurrió antes del proceso de selección, pero creo que soy una afortunada: los investigadores en España lo tienen bastante difícil. Al final es enlazar una beca con otra y pelearse por proyectos: cuando quieres tener cierta estabilidad o poder pensar en tu futuro a diez años vista, es complicado. Es una situación lamentable. Hay que incrementar la financiación en investigación, sin duda.
¿Podrías explicar el cáncer para un público general?
El cáncer, en realidad, más que una enfermedad, son un conjunto de más de 100 enfermedades, pero que tienen una causa común porque tienen un origen genético. Esto no quiere decir que sean hereditarias, aunque sí que hay ciertos tipos de cáncer que puedes heredar de tus padres, de tus abuelos. Esencialmente, son enfermedades genéticas en el sentido de que están causadas por mutaciones en nuestro ADN.
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El ADN es lo que contiene toda la información de cómo van a ser nuestras células. Pues bien, desde que nacemos, nuestras células se tienen que divivir de una manera controlada para generar y reponer todos los tejidos que se dañan. Ese proceso de división celular en el que transmitimos el material genético de una célula madre a las hijas está perfectamente controlado. ¿Qué ocurre? Que nos exponemos a carcinógenos, cuya exposición aumenta cuantos más años pasan, de ahí que el cáncer se asocie al envejecimiento. Estas células van acumulando daños en el material genético, pudiendo afectar a la manera en que las células se dividen.
Una célula que se divide sin control genera un tumor. Estas células tumorales forman lo que se conoce como cáncer y empiezan a ocupar el sitio que deberían tener nuestros órganos. Crecen y dañar las funciones que el órgano debería estar ejerciendo de manera normal. Además, pueden extravasarse, es decir, se rodean de vasos sanguíneos y se cuelan en nuestro torrente, colonizando otros órganos: es lo que se conoce como metástasis. Cuando tenemos tumores por todo nuestro cuerpo, nuestro cuerpo no puede funcionar de manera normal.
¿Está el cáncer relacionado con el estrés?
En el cáncer influyen multitud de factores, y sí, el estrés es uno de ellos, ya que genera picos de cortisol que afectan al sistema inmune. Todo influye: el estrés, la nutrición, la exposición a carcinógenos, el envejecimiento y los factores genéticos. Todas y cada una de esas cosas pueden tener un impacto que, además, va a ser diferente en función de la persona. Por eso es algo tan complejo y hay tantísimos investigadores buscando explicaciones, causas, métodos de cómo prevenirlo y de cómo tratarlo y diagnosticarlo mejor.
¿Alguna línea de investigación especialmente sugerente para pensar un tratamiento para el cáncer?
Hay miles de líneas de investigación que están intentando abordar el tratamiento del cáncer desde múltiples ángulos. Pensar en una línea de tratamiento genérico, que pudiera acabar con todos los tipos de cáncer... Hay ideas, pero es difícil porque al final cada caso es único y particular. Hay muchos frentes abiertos y algunos muy, muy prometedores.
Una de las opciones, que además es la que yo he planteado, es qué ocurriría si estuviésemos en microgravedad, qué vulnerabilidades podríamos poner de manifiesto que a lo mejor nos dan una perspectiva con la que ni siquiera habíamos contado antes. Lo desconocemos. Es una línea que me gustaría sacar adelante y ahora mismo tengo un proyecto relacionado con el cáncer de pulmón y de páncreas. Pero me gustaría diseñar una futura misión en microgravedad.