"Soy María, pero aquí todos me llaman Werty". Así comienza el relato de María Villa, luchadora de Muay Thai que, a la edad de 21 años, ya cuenta con 16 peleas y varios galardones en diferentes campeonatos amateur a nivel nacional y europeo. Una de las mujeres con mayor potencial en este mundo, según cuenta su entrenador, Óscar Gudiña.
Esperamos en la oficina del gimnasio Madrid Box a que Villa y sus compañeras de pelea nos reciban. Cuando abrimos las puertas de aquel lugar, asombra ver un gran número de mujeres pegando a un saco y entrenando a la par con sus compañeros hombres. Y es que, según explican a MagasIN, esta es una de las filosofías del centro: aquí, todos se "zurran" por igual. No hay distinción.
Villa señala que cuando pelea con alguno de sus compañeros, obviamente, no lo hacen de la misma manera que lo harían con un contrincante: "Van a intentar cuidarme, al igual que también voy a intentar no pasarme con mi fuerza, porque aunque no pueda hacerles el mismo daño, sigo sabiendo pegar".
Desde los 14 años, esta madrileña entrena con Gudiña para seguir progresando en su deporte favorito. "El Thai para mí es pasión, es una religión, es parte de mi vida y creo que el día que lo deje será porque -literalmente- no pueda con él", describe.
Es un sentimiento que comparte con el resto de sus compañeras. Marimar Corregidor, entrenadora y luchadora de esta arte marcial, tiene casi 50 años y lo practica desde hace 8, aunque siempre mantuvo cierta preferencia por los deportes de contacto. Descubrió esta pasión a los 41, cuando empezó a buscar un deporte que le enganchara de verdad: "Comencé haciendo los típicos deportes que solemos hacer las mujeres, como ciclo, pesas en gimnasio y me moría, me daban ganas de llorar, me tiraba 3 o 4 días y no aguantaba más. Lo intentaba y no podía".
Cuando Corregidor comenzó a tener contacto con las artes marciales mixtas (MMA) se dio cuenta de que le encantaba. Así, poco a poco, se enamoró del Thai bajo el entrenamiento de Gudiña, ahora su actual socio. Confiesa que el Muay Thai fue su fuente de desconexión cuando pasaba por una depresión y necesitaba desconectar: "Cuando te encuentras así, tu cabeza no para y el único momento en el que mi cabeza descansaba era cuando entrenaba".
Esta entrenadora sólo ha competido en interclubes, ya que era complicado encontrar a alguien con el mismo peso en sus inicios. "Que hayamos empezado tan mayores a hacer estos deportes, por lo menos, este en particular, somos menos", cuenta.
Subirse al ring
"Me tiré dándole la chapa a mi padre un mes: 'Bájame, bájame, bájame, quiero, quiero, quiero'. Y finalmente me bajó", detalla Villa. Todo comenzó cuando a la salida del instituto se topó con un panfleto que anunciaba las clases de Muay Thai. A día de hoy, la joven confiesa que es lo que más le importa. "Empecé siendo una de las más pequeñas, por lo que las personas con las que peleaba siempre eran mayores".
Cuando llevaba un año y medio entrenando, Villa participó en su primera competición. Tenía 15 años y quería, sin duda, probar lo que se sentía ahí arriba: "Ya no me acuerdo mucho de lo que hice encima del ring porque fue un momento de adrenalina pura. Sólo quería seguir peleando, peleando y peleando".
Los inicios de Marta García, también peladora en Madrid Box, fueron diferentes. Tras la pandemia sintió que llevaba tiempo sin hacer deporte y siempre había tenido ganas de probarlo: "Tenía vergüenza por si no lo hacía bien, prejuicios quizás". Lleva un año peleando en el ring de su gimnasio, aunque le encantaría competir, pero "no hay prisa". Ese reparo que sentía ella todavía lo sienten muchas chicas antes de empezar un deporte de contacto.
Corregidor, después de 8 de experiencia, explica que el máximo problema que se encuentra en este tipo de deportes, sobre todo en mujeres de su edad, viene de la educación que se les ha proporcionado: "La mujer tiene que hacer sala, aerobic y a los hombres le tienen que gustar los deportes de combate". Y ahora, dice, "pretendemos que las mujeres, de repente, aprendan a defenderse". Debido al elevado número de agresiones machistas, muchas familias obligan a sus hijas a apuntarse. Por eso, en ocasiones, llegan jóvenes al gimnasio sin ni siquiera haberse planteado si les gusta o no.
¿Respetuoso con la mujer?
Aunque cada vez Gudiña siente que hay más participación femenina en el Thai, es cierto que antes "era un coto vetado para ellas, se pensaba que las 'emborriquecía'". Pero el experto reconoce que ahora no es lo mismo, hay un nivel asombroso: "No sé si es porque no tienen esa carga de ego todavía, pero aquí en Europa las mujeres están haciendo un Thai muy bonito, sin muchos complejos, son muy naturales".
El interés por las mujeres en este deporte ha sido evolutivo y este entrenador lo ha ido notando desde hace 5 años. Su gimnasio está lleno de peleadoras y es que mientras antes tenía problemas para juntar 2 o 3 en una clase, ahora llegan cada vez más, "con ganas de aprender y con calidad". Cada vez están mejor vistas en España y son más valoradas. Se les trata con mucho respeto.
Esto es lo contrario a lo que ocurre en Taliandia, a pesar de ser un deporte puramente tailandés, que posee un trasfondo cultural, espiritual y tradicional muy fuerte, en este país las mujeres no han podido practicarlo, al menos competir, hasta hace relativamente poco. Lo practicaban a un nivel muy amateur. De hecho, Gudiña cree que "con el contacto con Europa, Estados Unidos y el resto de países las luchadoras tailandesas tienen más oportunidades".
Y es que en Tailandia no podían tocar el ring, ni pasar por encima de las cuerdas, sólo por debajo. Corregidor explica que "si lo tocan, tienen que llamar a un monje para que vaya a purificarlo". E ironiza: "Porque somos impuras y sangramos, por supuesto". Pero aunque aquí todo funcione mejor y no haya distinción de género, en las competiciones "siempre se apuesta más por los hombres, porque pega más fuerte en la cara", asegura Villa.
En el gimnasio donde entrenan siguen una clara filosofía y Gudiña afirma: "Aquí no hacemos distinciones". No importa si eres chico o chica, el entrenamiento es igual para todos, siempre teniendo en cuenta las capacidades y el peso de cada persona individualmente. No importa edad ni sexo, el Thai es un arte marcial que te envuelve y que, dice, no te hace más agresivo: "Practicarlo no significa que te tengas que pegar o que seas un macarra".
Estos comentarios son los que aguantan, en ocasiones, algunas de las chicas, pero Villa es contundente: "No me hace falta practicar Muay Thai para ser peligrosa. Es decir, actualmente, qué niño puede resultar peligroso practicando este deporte si cualquiera lleva un picho. No tiene nada que ver". De hecho, se considera una persona más sensible que "tiene más probabilidades de no caer en ningún tipo de conflicto".
No obstante, su compañera García explica que todavía hay gente que puede pensar que son agresivas, pero no es la realidad: "Qué pasa, ¿por ser mujer me toca apuntarme a baile?", exclama.
Más que un deporte
Para las 3 peleadoras esta arte marcial es un estilo de vida en el que no sólo influye la técnica, también el compañerismo. "Se está vendiendo muy bien porque se está dejando atrás la parte agresiva, se muestra más la parte cultural y física, la que realmente beneficia", destaca el entrenador. De hecho, en su gimnasio, de todos los peleadores y peleadoras de Thai, una ínfima parte compite. No es necesario practicarlo con el único objetivo de profesionalizarlo. Al final, lo que interesa es "formar a los chavales y las chavalas, que evolucionen y lo hagan una parte suya", explica.
Y, sobre todo, mentalizar a las nuevas generaciones de que no importa el género, puedes practicar este deporte. Por eso, García aconseja probarlo y no ir a las clases con miedo: "Yo iba con una mentalidad basada en prejuicios porque pensaba que por ser chica me iban a tratar diferente". Este deporte es más que eso, una vez se abren las puertas del gimnasio, hay que dejar atrás las inseguridades.
Por este motivo, Villa, la más joven, sigue viniendo a los entrenamientos, a pesar de cada vez es más complicado combinarlo con el trabajo y el estudio. Pero tiene claro que nunca va a dejarlo, porque le encantaría cumplir su sueño: "La verdad, quiero viajar a Tailandia para hacer un par de entrenos y, si Dios quisiera, alguna que otra competición". Y concluye: "Tengo 21 años, hay tiempo de sobra". Tiempo que también tendrán sus compañeras y todas las mujeres que se animen a participar en este deporte que ya cuenta con el golpe femenino.