"Cuando descubrí a María y empecé a leer su historia, me enamoré perdidamente de ella. Es imposible no quedar fascinado, porque tenía un talento increíble y una personalidad magnética". Para la directora Laura Hojman, la historia de España ha quedado evaporada en algunos de sus tramos. No porque haya habido, precisamente, un vacío histórico en los libros o en los relatos de los historiadores, sino porque la trayectoria de muchas mujeres pioneras ha sido borrada.
La de María Lejárraga (1874 -1974) es una de ellas. Su carrera como escritora y dramaturga se tejió a través de una relación -además de sentimental, laboral y económica- con su marido, Gregorio Martínez Sierra, nombre bajo el que encumbró todas sus obras. Él se encargó de vender los relatos en los círculos de la España culta y literaria; ella de crear obras que sorprendían por su carisma y brillantez.
Todo a lo que la marca Martínez Sierra daba forma era un éxito asegurado. María y Gregorio eran el binomio perfecto, principalmente porque en la España de inicios del siglo XX no todas las mujeres tenían la fortuna de plasmar su talento en papel, incluso si se trataba de hacerlo tras un seudónimo masculino.
En A Las Mujeres de España. María Lejárraga, Hojman desengrana la figura de una mujer cuyo talento vivió bajo la sombra de un hombre, pero que supuso una figura importante del feminismo en España. "Esa es la gran contradicción, pero después la puedes entender", afirma la realizadora a MagasIN con motivo del estreno del documental en salas. "No es una rareza que las mujeres que querían dar salida a su obra sin la mirada prejuiciosa y desde un lugar de igualdad adoptaran un seudónimo masculino", añade.
A pesar de que resulta diametralmente opuesto pensar en una feminista que aceptó no firmar sus propias obras, Hojman explica que "María era consciente y tenía al lado a un relaciones públicas fantástico". "Crean una marca en la que él es la parte comercial y ella la que escribe", un acuerdo "que les funciona muy bien durante mucho tiempo". Hasta que el amor y las complicaciones vitales irrumpieron en su rutina.
“No es una rareza que las mujeres que querían dar salida a su obra adoptaran un seudónimo masculino"
Invisibilización de los referentes
Laura Hojman no sólo habla en su documental acerca de la figura de una dramaturga desconocida, también busca en el público una reflexión que va más allá del personaje: los referentes culturales que España ha perdido entre revoluciones. La falta de información sobre Lejárraga provocó en la realizadora una sensación de "rabia". "Cómo era posible que fuera una desconocida, prácticamente", declara. El punto de inspiración para dar forma a A Las Mujeres de España. María Lejárraga nace, precisamente, de su desconocimiento en la cultura general española. "Me lo tomé, no tanto como un proyecto cinematográfico, sino como un deber, un acto de justicia", apostilla. "Sabía que era arriesgado porque parto de un personaje desconocido", aclara Hojman.
A María Lejárraga no le agradaba demasiado toda la farándula que acompañaba a los círculos cultos y literarios de la época. Ella, siempre iluminando a aquellos que tenían la fortuna de cruzarse por su vida, prefería pasar los días en su máquina de escribir, dando forma a relatos con originales enfoques que más tarde recibían el aplauso de todo el teatro. La marca, y firma, Gregorio Martínez Sierra consiguió estrenar en el Teatro Lara, ganó un premio nacional de dramaturgia en la época y, por si fuera poco, adaptó una de sus obras, Canción de cuna, al luminoso glamour de Broadway en los años 30. Tú eres la paz o el libreto de El amor brujo también fueron algunas de sus obras más destacadas.
Según la dramaturga Vanessa Monfort, que interviene en el documental de Hojman, se trata del "mayor fraude de la historia de la literatura española". Casi 90 obras quedaron empañadas por una figura, la del propio Gregorio, que nunca llegó a escribir ni una línea. "Ella al final se da cuenta del error porque se quedó sin nombre como autora", explica Hojman. "Esto las ha invisibilizado y ha hecho que no conozcamos a muchas mujeres que nos han llegado bajo seudónimos masculinos", indica la directora.
A la hora de documentar la historia de Lejárraga, Hojman no sólo cuenta con la presencia de Rosa Montero, Manuela Carmena, Remedios Zafra o la ya mencionada Monfort, sino que también tuvo la oportunidad de poner cara a otros referentes como Antonina Rodrigo. "Fue una de las primeras que empezó a documentar la memoria histórica de las mujeres", relata Hojman.
Legado político
La vida de María Lejárraga cuenta con dos partes bien pronunciadas: la proliferación de sus obras bajo el seudónimo de su marido, y su involucración política con el PSOE y los círculos feministas de los años 20 y 30.
La escritora fue una de aquellas mujeres de la España modernista adelantadas a su tiempo que pedían paridad de oportunidades e igualdad salarial. Eran un grupo de feministas que buscaban una vida fuera de los fogones y las máquinas de coser Singer; que vivían preocupadas por las políticas que coartaban sus vidas, que deseaban un cambio.
En 1933, año que marca la primera votación de la mujer en España, Lejárraga es elegida como diputada en Granada con el PSOE, convirtiéndose en la número dos de Fernando de los Ríos. Trabajó en las Cortes por las reivindicaciones de los jornaleros andaluces y formando parte de la Comisión de Instrucción Pública del partido. Con el estallido de la Guerra Civil, la dramaturga abandona España y se exilia en Francia.
En 1947, Gregorio Martínez Sierra muere. Con él, sus obras. O más bien las de María, que en aquel momento se percató del error que había cometido durante todos esos años. Con su marido ya fallecido, no podía continuar escribiendo bajo seudónimo. Quizá había llegado el momento de darle voz a sus escritos. De comenzar de cero. Sin embargo, el rechazo que la escritora recibió al intentar reclamar sus obras responde al machismo latente de la época. Nadie podía, o quería imaginar, que un hombre como Gregorio hubiese necesitado de su mujer para escribir.
"No sólo como directora, sino también como persona, noto la falta de no haber estudiado a figuras como María Lejárraga", discute la realizadora. "Hay un legado cultural de una calidad extraordinaria que hemos perdido todos", añade.
Con Gregorio y yo. Medio siglo de colaboración -publicada en México en 1953-, Lejárraga desvela la colaboración detrás de la firma Gregorio Martínez Sierra. La obra, junto con las correspondencias que ambos mantuvieron -ya separados-, permitieron trazar la cronología del engaño. Murió exiliada en 1974, casi centenaria, en Buenos Aires.
"Hay un legado cultural de una calidad extraordinaria que hemos perdido todos"
"Me gustaría que el documental sirviera para hacer una reflexión sobre la necesidad de revisar la historia", dice Hojman. "Me gustaría que salieran con más conocimiento de un país que nos han hecho desconocer, esa España de los años 20 y 30 que siempre hemos tenido la impresión de que estaba atrasada, pero que tuvo un movimiento feminista muy importante", continúa."Que sintieran, de alguna manera, que este camino que estamos empezando ahora no es de cero, sino que hay un precedente, una semilla".
Hay cosas que nunca cambian
Laura Hojman no siempre quiso dedicarse al mundo del cine. Estudió Historia del Arte y terminó trabajando para un festival, momento en el que pensó que, quizá, su camino se encontraba entre cámaras y claquetas. Ahora puede nombrar a Kathryn Bigelow, a Chloé Zhao o a Jane Campion. Las únicas tres mujeres que se han alzado con la estatuilla dorada de Hollywood bajo la categoría de Mejor director. Sigue siendo un número estrecho que pone de relieve la escasa lista de referentes femeninos.
"Tengo un síndrome de la impostora terrible", balbucea Hojman. “Muchas veces me dicen, 'eres mujer y eres directora, te va bien, el machismo no existe'", narra la directora. "No funciona así, nadie viene y te dice que no puedes ser directora por ser mujer. Funciona con las bromas, con los comentarios aparentemente bienintencionados como que te digan que has ganado algo porque está de moda que ganen las mujeres", explica. "¿Nadie se ha preguntado por qué hasta ahora todos los premios iban para los hombres?".
Comentario tras comentario, Hojman explica cómo las dudas comienzan a nublar su mente. "Te hace insegura, te lo vas creyendo, lo llevo como una losa". Sin embargo, la irrupción de las historias contadas por mujeres ha brindado una bocanada de aire fresco a las salas. Tras años de personajes masculinos y femeninos contados bajo el sesgo de los hombres, ahora son ellas las que aportan su visión.
"Es tan importante que por fin se esté dando espacio y visibilidad a historias, a cine, escrito y dirigido por mujeres. Que encontremos nuevas miradas con las que sentirnos identificadas", añade. "Para ellos también tiene que ser liberador no ser todo el rato héroes y salvadores", concluye.
Sobre la directora
Laura Hojman es guionista y directora de cine. Desde 2016 es socia de Summer Films, donde se encarga del desarrollo de proyectos documentales. Ha recibido, entre otros galardones, el Premio RTVA a la Mejor Cineasta de Andalucía en el Festival de Huelva y el Premio ASFAAN a la trayectoria cinematográfica. En 2020 estrenó Antonio Machado. Los días azules centrado, que obtuvo un gran reconocimiento en festivales.