Como cada año una larga cola de gente (por no decir infinita) se abre paso por la calle del Carmen en la ciudad de Madrid. Allí, en el número 22 se encuentra la cuna de la suerte, el punto de encuentro de los deseosos, la parada de aquellos que ven en la Navidad y en la lotería una pizca de esperanza.
[¿Por qué todo el mundo compra su décimo en Doña Manolita?]
La administración nº 67 de Madrid es ya un icono en España, un lugar en el que cada día miles de personas se reúnen para hacerse con un número. "He vendido el alma al diablo, y por eso me colma de fortuna aquí en la tierra, a cambio de hacérmelas pagar todas juntas el día que estire la pata", contaba doña Manolita a un reportero del diario Crónica en 1930.
Doña Manolita es sin duda alguno uno de los símbolos de Madrid, y ya forma parte de la cultura popular de la ciudad y del país. Han escrito sobre ella artistas como Joaquín Sabina, o Concha Piquer con su Mañana sale (1958).
Y no solo es referente en lo popular, también para otras mujeres, ya que ella triunfó en una época en que las mujeres estaban prácticamente relegadas a un segundo plano social. Doña Manolita se convirtió no solo en una próspera mujer empresaria, también en musa de escritores, pintores y artistas.
Su historia
Ella es tan icónica como la Plaza Mayor o el Oso y el Madroño, como los churros con chocolate o el bocata de calamares de El Brillante. Castiza, única y un ejemplo del emprendimiento empresarial femenino de la época.
Doña Manuela de Pablos nace en 1879, en el castizo barrio de Chamberí. Allí, se cría en una familia humilde, e hija de un maestro de obras. El primer negocio de doña Manuela fue un estanco en la Calle Hortaleza de Madrid, pero al tiempo decide junto a sus hermanas embarcarse en un proyecto nuevo.
Es en 1904, con tan solo 25 años, cuando doña Manolita decide abrir junto a sus tres hermanas la Administración nº 67, en la madrileña calle Ancha de San Bernando. Los primeros clientes de la Administración eran estudiantes que por aquel entonces acudían a la Universidad Central de Madrid, que se encontraba muy cerca del local.
Como doña Manolita veía frustrado sus intentos de convertirse en uno de los locales ganadores, decidió desplazarse a Zaragoza para visitar a la Virgen del Pilar, con el propósito de bendecir varios décimos que llevaba desde Madrid por el manto carmesí de la Virgen. Unos días después estallaba la locura: los décimos de Doña Manolita salían premiados en el sorteo de Navidad.
"Pues escuche usted ahora el verdadero secreto de mi buena mano. El año 1926, harta de que no correspondiese jamás a esta administración un premio que valiese la pena, hice cuatro viajes a Zaragoza", relata al medio Crónica la empresaria. "En los cuatro tuve la suerte de ver a la Pilarica con su manto rojo, que es signo infalible de fortuna", continuaba relatando.
Luces y sombras
Aunque son miles las personas que viajan hasta Madrid para hacerse con un número de la diosa de la fortuna, este local madrileño también ha pasado por etapas muy complicadas, donde la suerte ha brillado por su ausencia.
En julio de 1931, la administración se mudó a la calle Gran Vía 31 y, tras esta mudanza las hermanas de doña Manolita abrieron un segundo establecimiento en la Puerta del Sol que buscaba competir con otra administración que gozaba de mucha popularidad por aquel entonces: La Pajarita.
En 1937, cuando aún vivía Manuela de Pablo, el local sufrió serios daños por el bombardeo de Madrid durante la Guerra Civil. Los obuses reventaron el escaparate del establecimiento y, según publicó entonces el diario La Voz, la lotera perdió el 95 por ciento de su clientela ese año.
Un legado que continúa
Tras el fallecimiento de doña Manolita a los 72 años, la sede que estaba en la Puerta del Sol, en la esquina con la calle Arenal, y que se llamaba “Hermana de Doña Manolita” pasó a su hermana Carmen, quien a su vez la legó a su hijo siendo finalmente vendida a otra familia en el año 1987. La sede de Gran Vía se ha mantenido hasta 2011, cuando la administración anunció que se trasladaba definitivamente a su actual situación, en la calle del Carmen.
Aún así, la leyenda sigue con fuerza debido a la cantidad de premios Gordos de Navidad y del Niño repartidos a lo largo de la historia, y que año tras año siguen sumándose a la historia de este local, que un día doña Manolita comenzó.
"Vendiendo sueños desde 1904. La más afamada Lotería de España", dice el eslogan de una administración que ha repartido casi 80 'Gordos' en toda su historia, y los que quedan.