En primaria te enseñan que Isaac Newton descubrió la gravedad, que Charles Darwin descubrió la evolución biológica y que Albert Einstein desarrolló la teoría de la relatividad de nuestro tiempo.
Son pocas las mujeres que se estudian en la escuela, a pesar de que son muchas las que hicieron descubrimientos de la misma talla que muchos hombres. Incluso, en diferentes casos, fueron ellas las protagonistas, pero la historia terminó por determinar que no lo eran.
Así como en la escritura las mujeres tenían que escribir con seudónimos o bajo el nombre de su esposo, en la ciencia pasaba igual. El mérito ha sido, durante toda la historia, del género masculino, hasta que llegaron mujeres que lograron interponerse.
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Si hoy en día las mujeres pueden estudiar, recibir títulos universitarios y llegar a puestos de liderazgo es porque hace muchos años, había mujeres que no podían y lucharon para cambiarlo.
Cecilia Payne nació en Wendower, Inglaterra, el 10 de mayo de 1900. Desde pequeña ya mostró un gran interés por la ciencia, lo que unido a sus grandes aptitudes económicas le hicieron conseguir una beca para estudiar botánica, física y química en la Universidad de Cambridge.
A pesar de centrar sus estudios en ramas específicas, rápidamente comenzó por interesarse por la astronomía. Aun así, Payne continuó con su formación hasta lograr terminar la carrera.
En aquella época, la Universidad de Cambridge no concedía títulos universitarios a las mujeres, aunque superasen todos sus estudios. Permitía su presencia, pero como si nunca hubiese ocurrido.
Buscando desarrollar su carrera en astronomía y lograr el título que nunca le otorgaron, en 1923 consiguió una beca para ir a estudiar al Observatorio de Harvard College, donde realizó su tesis doctoral.
Stellar Atmospheres: a contribution to the observational study of high temperature in the reversing layes of the stars, fue la tesis que presentó dos años después, que para varios astrónomos fue "la mejor tesis de astronomía de la historia".
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No solo rompió los estereotipos de género, sino que se convirtió en la primera persona en conseguir un doctorado en la Radcliffe University, parte de la Harvard University.
La tesis del universo
El trabajo que había realizado Payne fue una auténtica revolución, no solo para quienes tuvieron el privilegio de leerlo por primera vez, sino para el mundo en general, que comprendió de qué estaba compuesto el universo.
La astrónoma determinó las temperaturas estelares y concentraciones químicas de las estrellas utilizando la ecuación de ionización del físico indio Megnad Saha. Con ello, Cecilia pudo resolver que las estrellas estaban compuestas de hidrógeno y helio, siendo el primero el componente más abundante del universo.
Hasta el momento, se pensaba que la composición de las estrellas era similar a la de la Tierra. Fue por ese motivo por el que no todo el mundo estuvo de acuerdo con la astrónoma, muchos se opusieron e incluso ridiculizaron su idea.
Tan radical fue esta desconfianza hacia Cecilia Payne que el astrónomo Henry Norris Russell le recomendó quitar la idea de su tesis, por la imposibilidad de que los datos fueran ciertos.
Años más tarde, en 1929, fue el propio Russell quien cambió de idea, defendió a Payne e incluso publicó trabajos donde salvaguardaba el descubrimiento que años antes había publicado la astrónoma.
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Después de aquello, Cecilia continuó trabajando en Harvard, realizando estudios sobre la luminosidad de las estrellas. En la segunda mitad de la década de los 50 se convirtió en profesora de la entidad y en la primera mujer en dirigir un departamento en Harvard. En 1966 se retiró.
Su carrera científica le aportó grandes conocimientos y galardones, como la denominación del Asteroide 2039 con el nombre de Payne-Gaposchkin. Además, de su 'brillante' tesis salió publicada un libro, Stellar Atmospheres!.
Tal y como vino sufriendo el machismo de primera mano, Cecilia Payne tampoco dudó en convertirse en una gran luchadora contra de la discriminación hacia las mujeres.
Además de ser la inspiración de miles de mujeres científicas que quisieron seguir sus pasos, se convirtió en la llave del cambio en la Universidad de Harvard.