Apenas es conocida, y sin embargo Matilde Ucelay Maortúa (1912- 2008) hizo historia. Matilde nació en la popular calle Libertad de Madrid, y se educó en el Instituto-Escuela de la Institución Libre de Enseñanza, a la que estaban ligados su padres.
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Su padre, Enrique Ucelay fue un reconocido abogado de la época y su madre, Purificación Maortúa, fundó la compañía de teatro Anfistora y el Lyceum Club, asociación feminista donde se luchaba por los derechos de las mujeres y al mismo tiempo, se organizaban actividades culturales, con sede en la Casa de las Siete Chimeneas.
No es de extrañar que la joven Matilde se matriculara en 1931 en la universidad, en la carrera de Arquitectura, convirtiéndose en una de las primeras alumnas de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid (ETSAM). A pesar de que se matriculó junto a otras jóvenes, fue ella la única que acabaría la carrera en aquellos años. Es más, terminó antes de lo esperado, ya que hizo dos cursos en uno. Era julio de 1936 y unos días después estalló la Guerra Civil española.
Castigo ejemplarizante
A pesar de sus cualidades innatas para la profesión, su tesón y personalidad, “recibió un castigo ejemplarizante en los procesos de depuración civil impuestos por las autoridades vencedoras”, como confirma Inés Sánchez de Madariaga en su libro Matilde Ucelay Maortúa. Una vida en construcción (Ministerio de Fomento, 2012).
“Su pertenencia a la Junta de Gobierno del Colegio de Arquitectos de Madrid, constituida durante los primeros meses de la guerra, fue el motivo por el que se le hicieron tres consejos de guerra que no finalizarían hasta entrados los 50”, asegura la escritora.
Tras una primera publicación de sanciones en 1942, las autoridades del bando sublevado redujeron las penas a todos los arquitectos porque se necesitaban profesionales para comenzar la reconstrucción del país. A todos, excepto a Matilde, la única mujer, a quien no le rebajaron la pena, sino que se la incrementaron.
Matilde Ucelay fue condenada a 6 años de arresto domiciliario, a algunas sanciones económicas, le prohibieron la autoría de proyectos privados durante 5 años y la inhabilitaron de por vida para ejercer cargos públicos y directivos.
A pesar de todo ello, y gracias al apoyo de sus compañeros, Aurelio Botella y Arrillaga, continuó trabajando desarrollando proyectos privados y casas unifamiliares, ya que llegaron a un acuerdo para que fueran ellos quienes firmasen los trabajos de la arquitecta.
El detalle es lo que importa
Fue una arquitecta muy prolífica durante cuatro décadas en las que desarrolló hasta 120 proyectos.
Ha sido descrita como una arquitecta artesana, detallista y atenta al entorno del edificio.
Su obsesión por el detalle le llevaba a un cuidado extremo en el diseño de interiores. Cuidaba hasta el último pomo o el rodapié de la casa que tuviera entre manos. Siempre estaba preocupada por cumplir los deseos de sus clientes y satisfacer las necesidades cotidianas de quienes iban a vivir o a trabajar en los edificios que proyectaba.
Por las mañanas, visitaba y supervisaba las obras con su Seiscientos y por las tardes, diseñaba en la mesa de su estudio, en el ático del edificio de viviendas Castaño en la calle Alcalá de Madrid.
Casas residenciales
Entre sus obras destacar los proyectos residenciales como la Casa Oswald y las residencias de Teresa Marichalar, Ortega Spottorno y Simone Ortega o la casa Benítez de Luego en Las Palmas de Gran Canaria.
También diseñó las librerías Hispano Argentina y la antigua Turner, los laboratorios Medix y el taller de Encuadernaciones Carrascosa.
En 2004 recibió el Premio Nacional de Arquitectura por su trayectoria. En 2019, el Ayuntamiento de Madrid le puso su nombre al jardín de Chamberí de la calle Doménico Scarlatti.
También se celebran cada año en su nombre los Premios Matilde Ucelay, creados por el Ministerio de Transporte, Movilidad y Agenda Urbana, que reconocen la labor de quienes luchan por la igualdad de género en los ámbitos de infraestructuras, transportes, movilidad, vivienda y urbanismo.