“Con Ava Gardner me estalló la cabeza”, explica Anna R. Costa a magasIN. “Primero de todo, porque se comportaba como un hombre [de esa época], eso para empezar. Luego me dejó muy impactada el hecho de que hubiera vivido quince años en Madrid, descubrir eso fue una fantasía”, cuenta con ironía la guionista, que logró un éxito enorme con su serie titulada Arde Madrid, en la que describía cómo había sido la época dorada en la que la conocida actriz vivió en Madrid.
La leyenda cuenta que Ava Gardner dejó plantado a Frank Sinatra en el lobby del hotel Intercontinental, después de que la Voz americana cruzara el Atlántico solo para verla, y acto seguido se subió a la suite que aún lleva su nombre, la 716, para organizar una fiesta esa misma noche. Quería ser libre.
Arde Madrid describe cómo era capaz de pasar varios días sin dormir para divertirse. Que no tenía límites en su capacidad de seducción. “Hasta llegué al punto de preguntarme, ¿en serio que en esa época te podías encontrar a Ava Gardner por la calle, en la chocolatería San Ginés o en la Mallorquina o en Museo Chicote? ¿Que vivía en el Intercontinental? ¿En la Castellana? Alucinante, ¿no?”.
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Arde Madrid describe cómo Ava Gardner (Grabtown, Carolina del Norte, EEUU, 1922), llegó justo a nuestro país al empezar la segunda mitad del siglo XX, para el rodaje de la película Pandora y el holandés errante en 1952, en Tossa de Mar. Tuvo un crush con lo que conoció y decidió vivir en Madrid durante catorce años, primero en su hotel, después en un chalet de La Moraleja y finalmente en el piso de la calle Doctor Arce 11, en el barrio del Viso, hasta que dejó España a finales de los años 60.
“La idea que yo tuve”, explica Anna R. Costa, respecto a su proceso creativo, “fue la de escribir sobre el contraste entre ella y cualquier mujer de la época, entre una mujer de la Sección Femenina de Franco, imagínate, y una estrella de Hollywood que vivía en Madrid y a todo tren, con todas las libertades, conquistadas por ella misma, ese choque cultural y femenino me voló la cabeza”.
“Antes decía que me encantaría que Ava Gardner viese la serie Arde Madrid, y ahora todavía más me encantaría que viese mi nueva serie Fácil, porque siendo una mujer libre como era, entendería muy bien a estas cuatro mujeres libres”, añade la guionista y directora. “Quizás Ava diría: ‘Yo era así en Hollywood en los años 50’, Ava lo entendería todo ahora perfectamente”.
Para Anna R. Costa, “como creadora, me gusta mucho no sentirme resabiada, eso me ayuda a colocarme a cero en casilla de salida cada vez, es una gran satisfacción. Hay montones de anécdotas relacionadas con la vida sexual de Ava que me contaron durante el tiempo de la investigación, millones, pero al final han sido, fíjate, las que más igual me han dado. Lo que más me ha gustado de Ava Gardner es que era libre, pero también era capaz de hacer de canguro”.
Y se refiere también a la historia de la ayudante de la artista, “se llama Carmen, yo hablé con su hijo, ella vive todavía. La que representa a Ana Mari en Arde Madrid todavía vive, pero padece de alzheimer, así no pude hablar con ella, pero su hijo me trajo un montón de vestidos que le había regalado Ava Gardner y hablamos mucho, de verdad que me resultó muy emocionante. Me gustaba que se pasease por Madrid con Carmen, que fuera la primera señora de la alta sociedad que paseaba con su asistenta como una amiga, era una mujer avanzada a su tiempo en todos los sentidos, le daba igual lo que pensaran los demás”.
Antes de realizar el guión de Arde Madrid Anna R. Costa relata que trabajó también en una obra de teatro que se titulaba El manual de la buena esposa, cuyo argumento giraba alrededor de "la sección femenina, ese fue otro universo que me dejó choqueada, por eso me inspiré para indagar y ver más, y me encontré con Ava. ¿En serio esto era así?".
Continúa: "Luego cuando investigué más comprobé que era una cuestión de clases sociales, cuando conectas con un universo enorme, notas que vas tirando del hilo y te va dando una información que no tienes y que poco a poco vas ampliando antes ando hasta que empiezas a ver un superuniverso, eso es una buena historia".
En relación a la maternidad, explica cómo “una cosa que me gustaba muchísimo de Ava es que decía ‘yo no he querido ser madre porque hubiese sido menos mujer siendo madre’, porque la maternidad le hubiese restado liberta para poder ser la mujer que quería”, explica.
“En mi caso”, añade cómo "he sido madre casi adolescente, con 23 años, y luego he sido madre como muchas mujeres de mi generación, con más de 40 años. Así que he vivido la maternidad desde los dos sitios más opuestos que puede vivir una mujer, he sido madre demasiado pronto y demasiado tarde y los dos son igual de difíciles".
"Soy muy feliz de haberlo sido, porque como madre tienes la experiencia más completa a nivel emocional, eso lo tengo clarísimo, pasas por todos los recovecos de lo racional y lo irracional, la paciencia, la pérdida de paciencia, el amor, el cansancio, la comprensión y incomprensión… pasas por todo el arco emocional, hablo de la maternidad implicada y con buenas circunstancias, pero claro que muchas maternidades pueden ser realmente difíciles”.
“Eso es lo que me encantaba de Ava”, añade, “que era una mujer muy coherente, cuántas de ellas se vieron atrapadas en una maternidad múltiple en esa época, sin saber lo que les esperaba. Ella puso todos los medios para no ser madre porque quería elegir la vida que quería, vivir como quisiera. Era una mujer muy fuerte, aún sin tener información, por la época. Ava me enamoró, me parecía una mujer que tenía dos ovarios y cuatro cojones”.