Entre los estampados más icónicos, el tartán, que corresponde al cruce perfecto entre líneas horizontales y verticales con apariencia de cuadros, es, sin duda, uno de los más deseados. Su historia no es reciente: print tradicional escocés, su uso se popularizó en el siglo XVII. Los colores y la disposición de los cuadros permitían entonces determinar la pertenencia familiar de quien lo lucía.
No fue solo un marcador social en aquella época: en los años 70, se apoderaron de él los movimientos punk y grunge, como señal de rebelión. Fascinó a varios diseñadores, quienes decidieron incluirlo de forma recurrente en sus colecciones. Entre ellos, los fallecidos Vivivenne Westwood o Alexander McQueen, de estilo atrevido y rockero por excelencia.
Buenas noticias para sus seguidores: este otoño-invierno, vuelve a ser un valor seguro. Así nos lo confirmaron las pasarelas. Desde magasIN, analizamos el regreso de este estampado atemporal que, al igual que el de pata de gallo, nunca deja indiferente.