Este 15 de marzo, Cruz Sánchez de Lara, editora de magasIN y vicepresidenta de EL ESPAÑOL, presentó su segunda novela, Maldito Hamor, en el Auditorio del Espacio Fundación Telefónica. Al igual que en la presentación de su primera obra, Cazar leones en Escocia, la autora y directiva lució un exclusivo diseño inspirado en la portada de su libro.
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En ambas ocasiones, Cruz apostó por una falda voluminosa, estampada con las fotografías de sus respectivas portadas. El artífice de esta apuesta estilística es el diseñador Javier de la Fuente, referente del panorama de moda española, ayudado por su equipo. Conversamos con él sobre el proceso creativo de sus faldas.
Estos diseños son el resultado de una gran colaboración y amistad: "La colaboración surgió porque Cruz siempre me lleva en sus aventuras. Para el lanzamiento de su primera novela, me llamó y me propuso que hiciéramos algo interesante: destacar su portada. El reto era que no pareciera una mujer anuncio, ni un disfraz, sino una auténtica propuesta de moda".
Con esta idea en menta, surgió la primera creación del diseñador, homenaje a la obra Cazar leones en Escocia: "Lo primero que hice fue representar la portada en la falda. Basándome en la imagen, quería equilibrar y sacar el espíritu del personaje. Completé el outfit con una camisa cruzada en negro de satén que llevaba también puños y unos gemelos que representaban un poco algo de la historia del libro".
Supuso un gran reto para el diseñador y su equipo: "la idea era que fuera un look real de noche, interesante, con el que podríamos jugar con el blanco y negro. La camisa de satén equilibraba aquella falda maravillosa y como remate, añadimos unas sandalias también en el tono de la falda. Era un look muy estudiado, aunque pareciera sencillo".
El proceso fue parecido para la falda inspirada en Maldito Hamor. El conseguir que la imagen quedara perfectamente plasmada fue uno de los grandes retos del diseñador: "cuando se planteó la idea, me surgió el dilema de cómo representar esa portada en un tejido. Tuve que hacer pruebas, ver cómo funcionaba en diferentes tipos. Fue un proceso muy laborioso hasta llegar al acertado. El sistema de 'prueba y error' es el que te lleva siempre al éxito. En esta segunda ocasión, ya teníamos el tejido. Todo el proceso se reducía un poco a encajar bien la imagen en el volumen, en el patrón de la falda, que queríamos representar".
La calidad era uno de los factores imprescindibles, según el diseñador: "el problema que se planteaba era la calidad de la imagen, saber hasta dónde podía ampliar. Porque puedes ampliar para coger un patrón que necesitas pero no puedes sacar de él de la proporción del patrón. Es importante no perder la nitidez de la imagen encajada en el tamaño del patrón que necesitamos". El estampado de la falda se realizó en Londres, aunque la confección si se quedó en España, siguiendo la filosofía del diseñador: moda de calidad y proximidad.
El diseñador destaca que los diseños, pese a seguir la misma idea, se diferencian: "las faldas no son exactamente iguales porque los libros no son iguales. Combinamos naranja y negro en la primera, amarillo y negro en esta ocasión.
Para Maldito Hamor, al basarme en la imagen de la chica de la portada, quería representar el aspecto etéreo de su vestido, con este cuello maravilloso. Se me ocurrió la idea de repetir el volumen extremo de ese volante, de ese cuello de la chica de portada, para idear el diseño de hombro que lleva Cruz. Permite estilizar y darle movimiento, que es lo que a mí me gusta hacer con la ropa".
Contó con el apoyo de una de sus amigas para finiquitar el look con un tocado de flores, en la zona del hombro: "también lleva el tejido de la falda, el de la portada del libro y el del top. Todo eso va haciendo flores y luego añadimos unas plumas negras para realzar el movimiento".
La concepción y realización de estos diseños supuso una amplia dedicación y sobre todo tiempo: "Llevó mucho tiempo. Desde el momento en el que se planteó la idea, se sacó un patrón con las medidas de Cruz, vimos hasta dónde podíamos ampliar la imagen para no romper el equilibrio, lo probamos sobre Cruz, se pasó al tejido definitivo que experimentamos anteriormente... ¿La bomba? Cuando Cruz le da la vida a esa falda maravillosa y a esa imagen que cobra movimiento sobre ella. Además, ella sabe moverla y la luce como nadie".
El proceso de selección de los tejidos llevó un par de meses: "en la segunda ocasión, al tener el tejido, tardamos 15 días menos". El tejido utilizado para estas faldas exclusiva es el neopreno: "porque ahí en la tinta resulta que es donde más resaltaba. Cuando utilizábamos tejidos de otra calidad se nos quedaba apagado, no se veía en los colores adecuados. Este tejido se adapta perfectamente a la silueta de Cruz, nos da el volumen que queremos abajo y lo fundamental es que nos refleja y que la imagen de portada queda perfectamente nítida".
Entre cinco y siete personas trabajaron en cada diseño: "desde las personas que se encargaron de hacer la impresión, la confección... yo soy el diseñador, trabajo con tres personas, que son mi ayudante es la modista, el cortador y el patronista".
Javier de la Fuente: el poder de la moda de autor
Estos diseños plasman la preocupación del diseñador por hacer moda responsable, de calidad y de proximidad. En su taller madrileño, todo su equipo trabaja en conjunto para satisfacer las necesidades estilísticas de sus seguidores.
Javier de la Fuente, originario de Antequera, Málaga, recuerda que siempre fue su aspiración: "llevo muchos años en el sector. Ya de pequeño, en clase, me dedicaba a dibujar zapatos y ropa. Escuchaba, porque era buen alumno, pero mi mente era como un mantra: el dibujar la pierna de la mujer terminada con un zapato de tacón.
Siempre me ha gustado dibujar. De hecho, ya de adolescente, algunas de mis amigas me cogían dibujos y me preguntaban: '¿Te importa? Me voy a hacer este diseño, tengo una fiesta'. Luego, me vine a Madrid, a estudiar, porque abrieron el Centro Superior de Diseño de Moda de Madrid en el año 1987. Era el primer centro de diseño universitario, allí estuve formándome durante cuatro años.
Tuve la suerte de que descubrir una asignatura titulada como la Cátedra Balenciaga. Cogí la asignatura porque me gustaba la costura, pero no sabía que aquello me iba a cambiar la vida, porque realmente nos impartían las clases las oficiales reales de Balenciaga, nos enseñaron técnicas de alta costura. Pero yo creo que lo que más nos enseñaron fue a educar el ojo.
Si el ojo no lo ve, la mano, por muy buena que sea, no lo hace. Entonces, con ese concepto empezamos a apreciar la belleza de las cosas bien hechas. La cultura japonesa a mí me gusta mucho precisamente por esto, pasan toda una vida intentando hacer una caligrafía perfecta. Valoran la técnica, la precisión, la experiencia.
Empezó mi periplo cuando salí con 21 años a la calle a buscar trabajo y tuve la suerte empezar a trabajar inmediatamente, en El Corte Inglés, luego Roberto Verino... en mi afán de búsqueda, estuve trabajando en cine, en televisión pero nada me terminaba de convencer porque tenía otro tipo de ideas y no lo encontraba ni en la industria grande, ni en los grandes diseñadores, ni en el cine, ni en la tele. Hasta que cogí un pequeño local, en uno de los barrios más punteros. Llevo 20 años allí.
Creamos un pequeño atelier donde empezamos a hacer realidad nuestro sueño de hacer ropa a medida y a mano, que era algo que estaba un poco en aquella época defenestrado. Se devaluó un poco el concepto de modista.
Hoy se va valorando muchísimo más, porque somos los que rescatamos la cultura y las técnicas tradicionales que se están perdiendo. No hay relevo generacional. Aquella petites mains, las pequeñas manos, que son las que cosen las prendas de Alta Costura en España, ya no son tan numerosas porque la gente se inclina más a estudiar diseño. Poca gente se dedica realmente a la costura.
Yo llevo 20 años poniendo en práctica todo esto. Afortunadamente, hoy se llama moda de autor. Rescatamos técnicas ancestrales, utilizamos tejidos de alta calidad, que provienen de países con industria sostenible reconocida como Italia, Japón o España. Personalizamos todo tanto que realmente al final el producto es algo tan artesano y tan bonito que son casi obras de arte.
Cada vez más, la gente sigue el concepto de comprar menos, pero comprar mejor. Y eso es un poco donde nosotros encajamos. Como nuestra ropa tiene tan buena calidad, confección y diseño... permanece en el tiempo. Con lo cual, no hay prenda más sostenible que una prenda realizada de esta manera.
Este afán de calidad y tradición se sigue plasmando en la actualidad en la manera de trabajar del diseñador. "Nos gusta plasmar una idea primero en un papel, después hacer una toile donde podemos encajar perfectamente las medidas en el cuerpo de la persona, porque nosotros personalizamos perfectamente cada traje. Una vez hecha esta primera prueba, se pasa ya al tejido definitivo para que no sufra mucho.
Pruebas la versión corregida, vuelves a modificarla, a probarla... hasta que consigues lo que necesitas. Refleja la artesanía, al hacer las cosas con las manos, aportamos a las prendas siempre un alma.
La diferencia de las cosas hechas en serie con las cosas personalizadas que nosotros hacemos es que la misma persona o el mismo equipo empieza y termina una prenda, de principio a fin. En el caso de la confección industrial, una operaria está sentada en una cadena de confección, se dedica a poner el cuello a prendas, pero no sabe qué es lo que tiene entre manos. Sólo sabe cómo poner ese cuello estupendamente, pero sólo pone ese cuello.
Sin embargo, en nuestra manera de trabajar, sabemos lo que estamos buscando y lo que queremos ver. Más que ropa, hacemos historias".