Cinco supervivientes de cáncer en el Reto Pelayo Vida

Cinco supervivientes de cáncer en el Reto Pelayo Vida Cedida

Estilo de vida

Me detectaron cáncer de mama a los 50 años sin tener ni un solo síntoma: esta fue la decisión drástica que tomé

Gabriela González
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Cruz Álvaro recuerda perfectamente el 28 de diciembre de 2021. Estaba esquiando cuando recibió una llamada de su ginecólogo que le cambiaría la vida. Lo que parecía una consulta rutinaria se convirtió en un diagnóstico de cáncer de mama, una experiencia que implicó múltiples cirugías y meses de recuperación física y emocional.

Antes de su diagnóstico de cáncer de mama, Cruz Álvaro tenía clara su decisión: si la enfermedad llegaba, optaría por una mastectomía bilateral para reducir las posibilidades de recaída. Aunque algunos la consideraron radical, su convicción fue respaldada por el equipo médico y, en febrero de 2022, se sometió a la cirugía con reconstrucción mediante expansores. A pesar de las advertencias sobre el dolor y las limitaciones del postoperatorio, Cruz afrontó el proceso con fortaleza física y mental, recuperándose rápidamente y saliendo a pasear diariamente, su terapia favorita. Semana a semana, acudió a consultas para ajustar los expansores hasta completar el proceso de reconstrucción con prótesis definitivas.

Desde entonces, ha adoptado una frase que ahora lleva tatuada en su muñeca para que no se le olvide: "La vida es ahora". Esta convicción la ha llevado a aprovechar cada oportunidad, y el Reto Pelayo Vida ha sido una de ellas. "Esta experiencia me reafirma en lo que siempre he pensado: somos capaces de mucho más de lo que creemos. La enfermedad te enseña a priorizar, a saber lo que realmente importa", confiesa.

Cruz está al otro lado del mundo, en la Antártida, enfrentándose a un gran desafío: atravesar el Paso Drake para llegar al continente blanco.

Antes del Drake

Antes de iniciar la travesía, hablé con Cruz mientras la goleta El Doblón navegaba por el Canal de Beagle. La emoción era palpable: "Estamos todas súper emocionadas y muy ilusionadas. Ya no hay vuelta atrás, estamos rumbo a la Antártida". Cruz describió un paisaje sobrecogedor, con cadenas montañosas cubiertas de nieve a ambos lados y un día soleado que contrastaba con el frío de 12 grados. Era el tipo de belleza que hace que cada paso previo, cada entrenamiento y cada sacrificio valieran la pena.

Sin embargo, no todo era contemplación. La expedición sabía que les esperaba una prueba desafiante al cruzar el Paso de Drake, famoso por ser una de las rutas marítimas más impredecibles y peligrosas del mundo. A pesar de los riesgos, Cruz se mantenía optimista. "No tenemos miedo. Lo que viene ahora es parte del reto y estamos listas", afirmó con seguridad.

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Sorpresas previas

"Ayer bajamos a ver los pingüinos y parte del equipo argentino nos hizo un asado en un refugio que había en la isla. La verdad que nos vino fenomenal porque era el último día que estábamos cerca de tierra y nos daba para estirar las piernas. De aquí en adelante hasta la vuelta, vamos a estar un poco limitadas en ese sentido", cuenta.

La gran prueba

La travesía por el Drake fue tan dura como se esperaba. De los 16 tripulantes, solo cuatro se salvaron de mareos y vómitos. Cruz explica que "es un peaje que tienes que pagar" pero que "merece la pena". Ahora, desde la calma tras superar el estrecho, explica que, aunque estuvo indispuesta durante dos de los cinco días de navegación, agradeció el cuidado del equipo médico y el apoyo de sus compañeras. "Nada grave, solo un mal del mar. En momentos así, todas estuvimos a una, cubriendo lo que otra no podía. Como nos explicó el equipo del barco, el mareo es un envenenamiento del cuerpo que no entiende muy bien qué está pasando. Tiene los pies puestos en un sitio que es firme, pero se está moviendo. Entonces, cuando te quitas el veneno y vomitas, ya está. Es fundamental tener paciencia y el consuelo de que eventualmente pasará. "Cuando estaba en horizontal me aliviaba un poco, pero sabía que no me iba a quedar con el mareo para siempre. Es algo que atraviesas y superas".

Destino: La Antártida

Tras superar el Drake, el equipo llegó a la Base Gabriel de Castilla, una estación polar española ubicada en Isla Decepción. Allí, las expedicionarias dejaron una bandera con un mensaje: "Cinco expedicionarias del Reto Pelayo Vida que están luchando contra el cáncer, mandan un mensaje de fuerza y esperanza".

La llegada a la base marcó un hito para todas. Cruz, quien había descrito previamente este viaje como un privilegio, reafirmó su gratitud por la oportunidad. "Estar aquí es un regalo y una experiencia inolvidable".

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Energía de equipo

Más allá de los retos físicos, Cruz destacó la conexión entre las expedicionarias y el resto del equipo. "La energía del grupo es increíble, y no solo hablo de nosotras cinco. La tripulación, los médicos, los periodistas, todos hemos formado un equipo sólido en un espacio tan pequeño. Es admirable cómo hemos construido esta complicidad", afirmó.

"La navegación es un reto. Ten en cuenta que hemos atravesado el punto de navegación donde más naufragios ha habido en la historia". La dinámica de grupo fue clave durante los momentos más difíciles. "Sabíamos que vendrían momentos duros, pero también sabíamos que pasarían. La clave ha sido apoyarnos mutuamente". "Cruzar el Drake ha sido una heroicidad", afirma.

Reflexión blanca

La Antártida no es solo un destino físico, sino un lugar que invita a la introspección. Cruz lo ve como una oportunidad para conectar consigo misma y replantear su camino. "Este viaje no es solo un reto físico; es una forma de decidir qué quiero hacer con mi vida. Estar aquí, lejos de la rutina, me permite reflexionar sobre lo que realmente importa".

Legado de valentía

El Reto Pelayo Vida 2024 no solo simboliza la superación personal. Por ello, Pelayo Seguros lleva 10 años transmitiendo un mensaje de superación personal a todas las mujeres que ya se han curado de cáncer y a aquellas que lo padecen.

La bandera dejada en la Base Gabriel de Castilla es un recordatorio de que cada travesía, por difícil que sea, deja una huella. Para Cruz Álvaro, esta expedición es un homenaje a quienes han padecido cáncer y a las vidas que inspira con su historia. Mientras El Doblón navega hacia su próximo destino en el continente blanco, las palabras de Cruz resuenan como algo que debemos recordar: la vida es ahora.