Un paseo por la ciudad de Amiens y por el universo femenino de Julio Verne
Amiens, la ciudad del norte de Francia dividida por el río Somme, es la villa donde vivió Julio Verne. Hacemos un repaso por este lugar y el mundo femenino del escritor.
7 abril, 2024 02:19El itinerario por la ciudad de Amiens comienza en un lugar poco turístico para la persona forastera y muy conocido para el autóctono que lo frecuenta. El camposanto de la Madeleine es un laberinto poblado de estrechos y cuidados senderos que serpentean entre árboles, flores y cruces de piedra semi derruidas.
Si se desconocen las sendas, la persona que por ellas transita puede estar paseando por las dieciocho hectáreas, leyendo nombres anónimos u observando fotografías ahumadas sin ser consciente de que, entrando a la derecha y subiendo colina arriba, se encuentra una de las tumbas más famosas del mundo.
La enigmática escultura de Albert Roze
La humedad no es peregrina en la tierra de Amiens. Cuando la viajera aterriza entre sus campos, la hierba cruje bajo sus pies como si estuviera caminando sobre cristales rotos. En el cementerio de la Madeleine, tierra y cielo se unen para redirigir a la persona hasta el lugar donde reposan los restos de un hombre sobre el que se han construidos cientos de mitos; un ser que reunía en su personalidad la aflicción con la metodología y combinaba meticulosamente la curiosidad con la soledad.
Una escultura de mármol blanco intenta escapar de la tumba cargando sobre sus hombros la lápida que lo empuja hacia el otro mundo. El hombre que lucha contra la muerte no es otro que el mismísimo Julio Verne convertido en piedra que, arropado con la última sábana, se impulsa sobre la tierra mientras intenta tocar el cielo.
Hacia la inmortalidad y la eterna juventud
Si la persona que visita semejante obra de arte se pone delante de la misma, descubrirá como escultor y escritor jugaron con el título de la obra: 'Hasta la inmortalidad y la eterna juventud' tapando la fecha de defunción del escritor con la mano derecha e insinuando la vida eterna sobre la que siempre giraría la memoria de Julio Verne. Pero, ¿era realmente el inventor de la novela científica una persona enigmática y mística?
Mucho se ha escrito sobre la pertenencia a sectas esotéricas y sociedades secretas a las que, supuestamente, tuvo acceso Julio Verne, sin valorar que, en el siglo XIX, la tendencia de tales prácticas suponía ser una persona moderna. Si la viajera voltea sobre la estatua de mármol de la necrópolis comprobará como aumenta su energía cuando vea quien acompaña al escritor en su peregrinaje a la otra vida. Julio Verne no viaja solo. Lo escoltan su hijo Michel, y su esposa, Honorine du Frayse de Viane.
Un matrimonio para toda la vida
Cincuenta minutos se tarda en llegar caminando desde el cementerio de la Madeleine hasta la rue Charles-Dubois número 2. El paseo es altamente recomendable y, además, sumamente agradable, pues es una forma de descubrir el canal que cerca la ciudad, el Jardín de las Plantas, el barrio de Saint-Leu, el antiguo casco histórico, la Catedral de Notre Damm, y la mansión donde Julio Verne vivió con su familia los últimos catorce años de su vida.
Cuando el escritor acudió a la boda de uno de sus mejores amigos en Amiens poco sospechaba que se iba a encontrar a su futura esposa entre los asistentes, haciendo del dicho un hecho. A los cuatro días, escribió una carta a su madre en la que le anunciaba su enamoramiento y le aseguraba: "Me caso para ser el más feliz de los hombres".
Honorine du Fraise de Viane se presentó como una mujer en busca de marido, viuda y con dos hijas. Aunque Verne intentó ser feliz con ella, la diferencia de personalidades fue tan abismal que el escritor continuó con su matrimonio sin participar, prácticamente, en nada que tuviera que ver con él. Sin embargo, aunque se casó a una edad tardía, el escritor se había enamorado locamente a una edad temprana.
Caroline, el primer amor
En la estación Gard du nord de Amiens, un Julio Verne desencantado y desenamorado huye de París después de que su prima Caroline Tronçon renuncie a su petición de matrimonio por segunda vez. El corazón roto del escritor (que todavía no lo era) ya se había fugado a los once años cuando, desilusionado, intentó zarpar como marinero en un barco mercantil que llegaba hasta las Indias.
Su prima fue su gran amor y también la gran decepción de su vida y, cuando el matrimonio con Honorine empezó a trastabillar (que fue más bien pronto), los biógrafos se apresuraron a acusar a Julio Verne de homosexual e incluso de misógino, algo que en el siglo XIX hubiera supuesto una gran crisis existencial para una persona de su reputación literaria.
Nelly Bly, la mujer que desafió la ley del tiempo
Uno de los elementos que desmontan la teoría de la misoginia verniana se remonta a la tarde en la que el matrimonio Verne recibió a la periodista americana Nelly Bly mientras esta se encontraba emulando el papel de Phileas Fogg en La vuelta al mundo en ochenta días. La protagonista de tal aventura relata con sus propias palabras el encuentro:
"Los brillantes ojos de Julio Verne me miraron con interés y amabilidad, y la señora Verne me saludó con la cordialidad de una amiga querida. No hubo formalidades rígidas que congelaran la amabilidad en nuestros corazones, sino una cordialidad expresada con una gracia tan encantadora que, cuando aún llevaba pocos minutos en su compañía, ya se habían ganado mi respeto y estima para siempre".
Ubicado entre la Plaza Garibaldi y la Catedral de Amiens, el Horloge Dewailly rinde tributo a la primavera con la fantástica historia de Nelly Bly. La escultura que sostiene las tres esferas fue realizada por el mismo artista que talló la tumba de Verne, su amigo Alberto Roze, y el reloj fue un regalo del alcalde Louis Dewailly en 1892. Visitarla es igual de impresionante que acudir hasta uno de los templos donde más tiempo pasó el escritor.
En la Biblioteca Louis Aragón
Otra de las leyendas que se cuelga del cuello de Julio Verne tiene que ver con el hecho de que no se movió de su despacho en toda la vida, desahogando su vena viajera a través de la literatura. Lo cierto es que Julio Verne fue asiduo a la Biblioteca Louis Aragón, donde se documentaba con tratados científicos y folletos, libros de geografía, astronomía, física y química, y también diarios donde se publicaban los últimos descubrimientos y lanzaban las ultimas patentes, pero también dedicó gran parte de su tiempo a recopilar material sobre los destinos que le gustaría visitar en el futuro.
Julio Verne viajó a Estados Unidos en 1866 a bordo del Great Eastern y, ese mismo año se compró su primer barco, el Saint Michel, con el que navegaría desde Noruega hasta Sicilia, pasando por Cádiz, las Islas Canarias o Túnez. Contrariamente a la idea de su enclaustramiento, Julio Verne viajó y mucho, y contrariamente a la idea generalizada de la falta de personajes femeninos en sus novelas, se pueden encontrar hasta 150 mujeres en los Viajes Extraordinarios publicados en los 62 tomos que componen la colección.
Las expertas opinan
"Ciencia ficción revisada, la misoginia de Julio Verne". El 16 de noviembre de 1972, la polifacética Susan Sontag, apuntó en su diario una breve nota que certificaba lo que las biografías, las cartas, la memoria colectiva y la obra habían reflejado hasta el momento: la absoluta indiferencia del autor hacia el género femenino.
Sin embargo, es en su obra donde se encuentran todas las respuestas. Ana Claver, profesora de filología francesa de la Universidad de Zaragoza contextualiza el mundo del escritor y explica como el siglo XIX no se caracterizaba por sus niveles de igualdad social en materia de género. Después de releer la colección de Viajes Extraordinarios, revisar las 850 cartas enviadas a su editor y supervisar la correspondencia familiar, Claver está en disposición de afirmar cómo la mujer es un eje principal en la obra de Julio Verne, aunque su participación fuera escasa o poco notoria.
"En sus historias, las mujeres fueron heroínas y el autor las dotó con las mismas virtudes que sus compañeros varones: leales, valientes, decididas, intrépidas y comprometidas. Cuando representaron el papel de la esposa, el escritor las definió como dignas compañeras, variando de la mujer convencional a la emprendedora aventurera, de la cruel enemiga a la angelical criatura que encarna el ideal romántico".
La escritora Almudena Grandes considera que Verne tiene un valor universal y opina como la profesora Claver: "Es un fraude trasponer la corrección política de esta época a la de Verne. Además, en el siglo XIX el espacio reservado a las mujeres era muy limitado porque el hombre actuaba en lo publico y la mujer en lo privado". Lo que no quiere decir que Verne las encasillara en este ambiente.
El Universo femenino de Julio Verne
Todo en el Universo de Julio Verne giró en torno a la figura femenina. Como acredita Ana Claver, "Julio Verne hablaba asiduamente con su madre por carta, tuvo tres hermanas para las que solicitó la misma educación académica y, también, la misma dote que para los dos hermanos, su esposa aportó al matrimonio dos hijas y su hijo Michel se casó dos veces, conviviendo en la casa familiar con sus mujeres y sus hijos".
A Julio Verne se le conocen tres amantes (quizá hubo alguna más) y con dos de ellas tuvo hijas, aunque no fueron reconocidas. "Un Universo bastante femenino para un hombre que ha sido tachado de misógino. Y lo más importante, en sus libros aparecen figuras femeninas alternativas a las proyectadas por los cuentos de hadas de la época. Minimizar el papel de la mujer o menospreciar su protagonismo, tanto en la vida personal del escritor como en todos sus escritos, sería reforzar una teoría lanzada por un grupo de hombres que ven atisbos de misoginia donde no los hay. ¿Acaso no son estas miradas las que ensucian las del resto? Bastaría con leer alguna de sus obras para comprobar como esta afirmación carece de fundamento".