Exfoliar la piel es uno de los básicos en cualquier rutina de belleza. Pocos productos consiguen renovar la piel tan rápido como los exoliantes. Al incluirlos entre nuestros cuidados faciales, eliminamos las células muertas devolviéndole a la dermis la suavidad y la luminosidad de una piel nueva y lisa.
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La piel se renueva de forma natural cada 28 días y es necesario eliminar las células muertas para mejorar su calidad y permitir que se pueda oxigenar, ayudando así a prevenir el envejecimiento prematuro. Al incluir la exfoliación en nuestra rutina lo que hacemos es retirar estas células muertas a la vez que limpiamos profundamente la piel de impurezas.
Además, al renovar la piel mediante la exfoliación dejamos la superficie facial en un estado óptimo para que los tratamientos penetren mejor, la base de maquillaje quede más uniforme y, en general, conseguimos que la piel se vea más bonita.
Cómo elegir el exfoliante adecuado
Al elegir un exfoliante es determinante saber cuál es nuestro tipo de piel y la clave está en elegir el producto y la concentración de activos adecuada según nuestro tipo de piel. De no ser así, puede provocar irritación, acné, sequedad, sensibilidad e, incluso, desequilibrar la piel al eliminar los aceites esenciales que la protegen y nutren.
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No hay marca de belleza que no cuente con varias opciones de exfoliantes de diferentes tipos: jabones, tónicos, mascarillas o, lo que está más de moda, ácidos.
Una evaluación del estado actual del rostro nos permitirá saber qué tipo de exfoliación es la más adecuada según el biotipo cutáneo, y teniendo en cuenta si existen sensibilidades o alergias.
Tipos de exfoliantes
Los exfoliantes granulados, también conocidos como físicos o mecánicos, son los que incluyen partículas irregulares o esféricas y que actúan en las capas superficiales de la piel mediante la fricción de estas micropartículas.
Este tipo de exfoliante se recomienda para cuerpo, principalmente para zonas como los glúteos, brazos o piernas. En rostro y cuello, que tienen una piel más fina y sensible, puede causar procesos inflamatorios.
Los exfoliantes con ácidos son los más recomendados para el rostro ya que son menos agresivos al trabajar penetrando en las diferentes capas de piel, de manera que las van renovando. Sus fórmulas activas rompen los enlaces que unen las diferentes células muertas de la piel, consiguiendo que se desprendan y se fomente la regeneración celular.
Cada uno de los ácidos tiene unas características, pesos moleculares y maneras diferentes de actuar sobre la piel por lo que al elegir el exfoliante se debe escoger según las características fundamentales de tu piel.
Piel madura y/o resistente: ácido glicólico
En pieles maduras se recomienda el ácido glicólico como mejor aliado porque corrige los problemas favoreciendo la renovación celular de las capas superiores de la dermis a través de la exfoliación.
Muy recomendado para mejorar la salud general de la piel y rejuvenecerla. Ilumina, mejora la textura de la piel y es de gran ayuda frente a la sequedad, el eccema y la psoriasis, así como también, las verrugas, la piel áspera y la rosácea.
Piel grasa y/o con acné: ácido salicílico
En el caso de tener la piel grasa o con imperfecciones tu match es el ácido salicílico que regula el sebo y equilibra los niveles de grasa en la piel.
Este componente seborregula la piel equilibrando los niveles de grasa del rostro. El ácido salicílico es un BHA liposoluble, lo que hace que traspase la barrera hidrolipídica de la piel y penetre profundamente en los poros exfoliando eficazmente y reduciendo el sebo, evitando cualquier obstrucción que pueda dar lugar a procesos acneicos.
Además, tiene beneficios antiinflamatorios, por lo que puede calmar la rojez que se presenta con los granitos, acelerando su curación.
Piel seca y/o sensible: ácido láctico
Para la piel seca la mejor opción es un exfoliante con ácido láctico. Con propiedades hidratantes y nutritivas, su acción aumenta los lípidos que confirman la barrera de la piel, permitiendo que retenga el agua que necesita.
El ácido láctico es un alfahidroxiácido que se encuentra en los lácteos, estimula la regeneración de las células de la piel sin atacarla. Además, hidrata y aporta luminosidad, a la vez que reduce las arrugas al estimular la síntesis de colágeno.
Piel sensible: polihidroxiácidos y enzimas
Para las pieles sensibles, que suelen tener comprometida la barrera hidrolipídica, por lo que se recomienda evitar ciertos ácidos en los exfoliantes ya que tienen acción seborreguladora y tienden a eliminar lípidos necesarios para las pieles sensibles.
Los polihidroxiácidos y enzimas son ideales porque permiten a estas pieles renovarse pero sin causar irritaciones, los mejores aliados son los polihidroxiácidos y las enzimas exfoliantes.
Dentro de los polihidroxiácidos (PHA), destacan algunos como la gluconolactona o el ácido lactobiónico, tienen una estructura parecida a la de los alfahidroxiácidos y funciones similares, aunque pero con un peso molecular mucho mayor, por lo que penetran menos en la piel, resultando mucho menos irritantes.
En cuanto a las enzimas, son unas proteínas que ayudan a que las células de la piel se comuniquen mejor, optimizando la renovación metabólica del tejido cutáneo. Aunque exfolian, lo hacen de una forma más delicada con la piel. No irritan y poseen gran capacidad antiinflamatoria.
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