Princesa de Asturias
Este es su mes, el mes de Leonor. Cumple dieciocho años y todos los medios de comunicación estamos preparando nuestros especiales. Es un momento importante para la historia de España y la situación de inestabilidad política parece quitarle la atención que merece.
El debate sobre si la amnistía cabría en la norma suprema está quitando espacio a este momento en el que, le pese a quien le pese, la Constitución Española reconoce a la monarquía como la más alta institución del Estado.
La Princesa de Asturias jurará la Constitución como lo hiciera su padre en 1986 y ella está en su mes. Eso sí, las noticias son puntuales, por hecho informativo: jura de bandera el día 7, su primer besamanos un 12 de octubre, sus premios en Oviedo el día 20 y por fin, su mayoría de edad, con el ceremonial que implica para la heredera.
Pero yo creo que el hilo de continuidad está garantizado porque nos hemos encontrado con la joya de la corona frente a frente. Quienes la hayan visto de cerca saben a lo que me refiero. Que tiene unos ojos preciosos es incuestionable, pero que tiene una mirada serena, profunda e inteligente es algo que impresiona sobremanera cuando la miras.
El otro día en el besamanos le dije: "Estamos muy orgullosos de usted". Es lo más honesto que se me ocurrió decirle a aquella 'chica' que sonreía a los cientos de personas que estrechábamos su mano.
No me planteo ahora mismo si soy monárquica, porque considero que en el momento en el que estamos la estabilidad de nuestro Estado pasa por la defensa de las instituciones. Las sociedades que atacan o ningunean a las suyas acaban debilitando su democracia e, incluso, perdiéndola.
Los dieciocho de Leonor serán la garantía de dos personas preparadas como su padre y ella en la línea de sucesión: dos representantes altamente cualificados que mejoran la representación del Estado y toman sus funciones como una responsabilidad.
Leonor no será la princesa a la que le importe llevar más joyas o la que aparente más poder, sino la que se deje la piel por tener una sociedad mejor. Ella será un referente para la generación Z, pero también una continuidad.
Aunque su abuelo siga siendo Emérito, los titulares de hoy restan en el reinado de su padre. Los de la Reina suman y yo espero que los de Leonor sirvan para multiplicar.
Letizia, la Reina ‘madre’
Nunca he escondido que tengo una gran admiración por el trabajo de la Reina. Quizás que tengamos la misma edad, que fuéramos mujeres profesionales contentas con nuestra vida y que hiciéramos una apuesta y un cambio de vida por una historia de amor, me han hecho mirarla como un ejemplo a seguir en el trabajo y en la actitud vital.
Ahora todo el mundo quiere tener cerca a la Reina, el Teatro Real se cae en aplausos cuando los Reyes están en el palco y cada vez es más preciada una fotografía con Letizia.
Pero la memoria de un pueblo no puede ser frágil, y tenemos que recordar que hubo un tiempo en el que muchos eran los que pensaban que ella se cargaría la monarquía, que era una ‘bomba de relojería’. Se creía que unos sectores nunca se la aceptaría o que los periodistas más duros morirían en el esfuerzo de demostrar que nunca lo haría bien porque su padre no había sido una testa coronada.
No se nos puede olvidar. Porque Letizia tiene las espaldas anchas no solamente por su disciplina con el deporte, que también. Ha aprendido en estas dos décadas a fijarse en sus objetivos, dejando atrás las críticas de los detractores, los 'haters' y también de los ociosos.
Menos mal que Felipe VI eligió bien y ella estuvo de perfecta ejecutiva cuando los ataques de Corinna dejaron al aire las 'vergüenzas' del Emérito. Para entonces ya la familia del Rey era una escuela de jefas de Estado.
Letizia y Felipe son un tándem de responsabilidad. Y el día 12 de octubre en el Palacio Real se veía el orgullo de unos padres que le darán a España un futuro con una preparación innegable.
En el Palacio Real, en un corrillo, un prestigioso periodista catalán me decía que la princesa Leonor habla mejor catalán que el señor Rufián. Todo un síntoma.
La Reina Sofía
Empecé la semana acompañando a la familia de la Fundación Mapfre en sus premios sociales. Hace unos años que formo parte del jurado y para mí es un honor y un privilegio.
La Reina Sofía llegó como cada año, perfecta, impecable, correcta y amable a cumplir con su obligación.
Todo lo que tanto le costó a su nuera conseguir, ella lo llevaba puesto: familia real, educación de princesa, preparada para encarnar su figura desde la cuna.
Sus problemas vinieron después, cuando su matrimonio en algunos aspectos pasó a ser una ficción, sin que los españoles notáramos nunca ni un mal gesto ni una mala cara. España le está enormemente agradecida por su discreción y por todo lo que ha aguantado.
Por eso, varias generaciones la adoran y la protegen, porque fue un soporte claro de la transición. Porque nunca montó un numerito.
Siempre ha estado al pie del cañón y pese a estar perfecta en toda su intervención y simpática con todo el mundo, la vi un poco cansada. La vida pasa y el cansancio se nos va quedando pegado a la piel.
Pero pese a todo, ella cumplió fiel a su cita y entró majestuosa en la sala del Gran Casino de Madrid, acompañada por el presidente de Mapfre, mi querido Antonio Huertas, que tanto la respeta y la valora.
Felicidades, majestad. Otra edición impecable.
Que reine la paz
'Que reine la paz en tu día y que cumplas muchos más'… El martes es mi cumpleaños y hoy mismo empiezo con la celebración familiar: marido, hijo, padres, hermano, cuñada, ahijado, madrina…
Vamos, lo que viene a ser una gran suerte. Todos los miembros de tres generaciones animándonos a soplar las velas a mi cuñada Pilar y a mí. Siempre le digo a mi hermano, que se pasó toda la vida pinchándome, que cuando se enamoró de ella el karma hizo su trabajo y hasta cumplimos años el mismo día.
Este año quiero esa canción de cumpleaños. Una de las cosas más impactantes que he hecho en mi activismo fue conocer a una asociación de madres israelíes y palestinas que habían perdido a sus hijos en el conflicto y trabajaban su duelo desde el amor. Impresionante.
Y ahora, cuando ya parecía imposible asumir más con Ucrania, Afganistán, Irán… llega Hamás. Creo que pasamos por alto que han utilizado el conflicto con más repercusión emocional y con más personas en el mundo con empatía, o simpatía, por Israel o por Palestina.
Yo soy miedosa. Tengo miedo. No veo el final de las guerras. Solamente siento al mundo bullendo en un calentón en el que cada persona y cada colectivo está contra algo.
No veo el final de las guerras, sino el comienzo de otras simultáneas con los azotes que el planeta nos da en forma de desastres naturales, síntoma de la 'enfermedad degenerativa' que sufre la Tierra.
Así que en este póker de reinas, con Letizia, Leonor y Sofía, incluyo como cuarta imagen la paloma de la paz. Este año ese será mi deseo al cerrar los ojos y soplar las velas:
Que reine la paz.