Un nuevo golpe contra los derechos y libertades de las mujeres sacude a la República Islámica iraní. Las autoridades cinematográficas han prohibido este miércoles que las artistas que hayan infringido el código de vestimenta aparezcan en nuevas producciones en el país.
Según lo publicado por el diario Iran Front Page, el director del Departamento de Supervisión de la Organización del Cine de Irán habría anunciado "que un grupo de famosas actrices iraníes han sido vetadas por quitarse el velo". Roohollah Sohrabi también habría advertido a la comunidad de cineastas de no contratarlas o, de lo contrario, se enfrentarían a "graves consecuencias".
Taraneh Alidoosti, Baran Kosari, Pantea Bahram, Katayoun Riahi, Fatemehj Motamed Aria y Golab Adineh son algunas de las vetadas por la nueva orden iraní. Todas ellas se han visto envueltas en problemas con la justicia con motivo de su participación en las manifestaciones de septiembre, tras la muerte de Ahsa Amini.
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En el caso de Alidoosti, protagonista en la película premiada con un Óscar El viajante (Asghar Farhadi, 2016), su activismo llegó hasta las prisiones. La intérprete fue detenida en diciembre "por publicar contenido falso y distorsionado, incitar disturbios y apoyar movimientos anti-iraníes" poco después de la ejecución de Mohsek Shekari, el primer ahorcado por participar en las protestas.
No es la primera vez
Hacer películas en Irán se ha convertido en los últimos años en una profesión de riesgo. Pese a que el anuncio de la Organización del Cine llega a menos de un mes del aniversario de la muerte de Amini, hay más antecedentes a lo largo del pasado reciente en los que la industria del séptimo arte ha visto coartadas sus libertades.
Hace justo un mes desde que el Ministerio de Cultura cancelara también el Festival del Cortometraje de Isfa por promocionar una foto de la actriz Susan Taslimi. Lo hizo, informaba por entonces la agencia Irna, "después de que este utilizara en su afiche publicitario la imagen de una mujer sin velo".
En la cultura y los deportes, el peso del régimen teocrático recae sobre quienes más críticos se muestran con el poder. Como Jafar Panahi, director del largometraje Aquí no hay osos, ¿cómo va a haber osos? El miedo es poder (2023). Al igual que muchos otros compañeros de profesión, ha sido sometido a arrestos domiciliarios, cárcel, prohibiciones e incluso se le ha retirado el pasaporte.
A miles de kilómetros de distancia también resalta el caso de la ajedrecista Sara Khadem, a la que recientemente se nacionalizó como española después de que esta recibiera amenazas por negarse a competir con velo durante el Mundial de Kazajistán.
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La mujer en Irán
Según una ley en vigor desde 1983 —cuatro años después de la Revolución Islámica—, las mujeres iraníes y extranjeras, con independencia de su religión, deben llevar un velo y un vestido amplio en público.
En concreto, es en el artículo 638 del Código Penal donde se considera que todo acto considerado "ofensivo" para la moral pública es susceptible de castigo. La pena por dejarse ver sin velo puede llevar a la detención, pena de prisión y tortura, al considerar como delito la posibilidad de que una mujer decida libremente cómo vestirse.
Hasta su supresión en diciembre de 2022, la 'policía de la moral' se encargaba de velar por el cumplimiento de la norma en el país. En la actualidad, no obstante, se sigue sometiendo "de forma rutinaria a mujeres y niñas a detenciones arbitrarias, tortura y otros malos tratos por no cumplir con las leyes abusivas, degradantes y discriminatorias sobre el uso obligatorio del velo", denuncia Amnistía Internacional en un comunicado.
Según la organización, 40 millones de mujeres son vigiladas para comprobar si dejan a la vista mechones de pelo, si sus pantalones o abrigos les parecen demasiado cortos o, incluso, si estiman que se exceden en su maquillaje.
Pese a los intentos del gobierno por correr un velo acallando las protestas, la crispación social ha aumentado a menos de un mes del aniversario de la muerte de Amini. Su ejecución reunió a manifestantes de todo el país, y de todas las industrias, a pedir el fin de la República Islámica.
500 muertos, miles de detenidos y siete manifestantes ejecutados formaron parte de los intentos de las autoridades por apagar una mecha que ahora ha vuelto a encenderse en el cine y que cada vez hace más insostenible la situación de las mujeres en el estado iraní.